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“Quiero poder dar lo mejor de mí”: las cartas de cinco migrantes del Open Arms que viajan a Algeciras

Folios en blanco que se han ido llenando de historias de vida. En un gesto espontáneo entre las personas rescatadas a bordo del Open Arms, algunas de ellas han solicitado este miércoles papel y boli a la tripulación y han comenzado a escribir mensajes en forma de cartas, dibujos y agradecimientos. En un ejercicio para tratar de curar las heridas del pasado que dejó su paso por países como Libia, unas han escrito para compartirlo, otras han preferido que se quedara para ellas mismas.

Poco a poco, empieza a vislumbrarse el futuro que, aunque aún incierto, les espera en España a partir del 28 de diciembre. Ese día desembarcarán en Algeciras las 311 personas rescatadas por la ONG española Proactiva Open Arms en aguas del Mediterráneo tras el rechazo de otros puertos seguros más cercanos como Malta o Italia.

Morrison, 18 años, Nigeria

Morrison, un chico cristiano de 18 años, ha sido uno de los rescatados que se han sumado a escribir una carta. Procede de Nigeria, de donde escapó amenazado por las garras del grupo terrorista Boko Haram, según su testimonio. “Lo primero, queremos agradecerle a Dios por hacer posible este viaje y darnos la oportunidad de ser testigos de esta Navidad. Lo segundo, apreciamos el esfuerzo de Open Arms por hacer un gran trabajo. De manera especial al equipo de rescate, a vosotros os decimos 'muchas gracias'”.

“También queremos dar un consejo a gigantes como [Matteo] Salvini y [Donald] Trump, para que reflexionen sobre los migrantes, creo que merecemos misericordia, porque mi Biblia me dijo que cuando la verdad y la misericordia colisionan, debemos dejar que la misericordia prevalezca”, escribe en su carta.

Morrison cuenta que se marchó sin decir nada a su familia. Sin embargo, una vez en Libia, sostiene, le secuestraron y llamaron a sus familiares para pedirles 200.000 nairas (el equivalente a unos 500 euros). “Si no, me mataban”, recuerda. “¡No puedo entender por qué allí no nos tratan como a seres humanos!”, exclama. Los abusos sobre la población migrante en Libia han sido denunciados por numerosos organismos y ONG especializadas. Un informe de la Misión de la ONU de Apoyo a Libia (UNSMIL) ha denunciado recientemente los “inimaginables horrores” a los que son sometidos quienes tratan de cruzar el Mediterráneo.

Durante un año, Morrison trató de sobrevivir en Libia, entre las ciudades de Sahba y Trípoli. Consiguió trabajo como albañil, con lo que recaudó los “cerca de 2.000 dólares” que, dice, tuvo que pagar para embarcarse en el bote de goma del que fue rescatado el 21 de diciembre por Open Arms, a unas millas de Al Khums.

El viernes llegará a España, donde espera aprender pronto el idioma y ser profesor. También quiere cerrar algo pendiente: publicar su libro, Nigeria desnuda, en el que narra el horror impuesto por Boko Haram en su país, el mismo que le obligó a cruzar el mar. “Prometemos que nosotros, los migrantes, daremos un paso positivo para África y el mundo”, narraba en su carta.

Saidu Kana, 42 años, Sierra Leona

“Comparto mi amor y mi humildad con la gente española por su buen trabajo”, escribe Saidu Kana, de 42 años, en un folio que recibió en blanco y ha transformado en un mosaico de agradecimientos.

Cuando explica por qué salió de su país de origen, Sierra Leona, primero se levanta la camisa para dejar al descubierto unas heridas en el torso y la espalda. “Mi padre es de una comunidad rural que quería que me sumara a sus costumbres, pero me negué. Tuve muchos problemas por eso, me pegaron e intentaron quemarme vivo, por eso tuve que huir”, asegura. Desde allí, llegó hasta Libia, la orilla desde donde cruzó el mar en busca de protección internacional.

Sakaige Abdkarim, 16 años, Somalia

De cuerpo menudo e ideas claras, Sakarige es un chaval que asegura tener 16 años y salió solo de Somalia. “Allí hay muchos problemas; la guerra civil y la falta de libertad de expresión, no nos permite vivir un futuro allí”, describe. Aguarda con ilusión su llegada a España: “Lo primero que quiero hacer es aprender bien el idioma y poder dar lo mejor de mí”.

Sakarige siempre está de buen humor y dispuesto a ayudar a mantener el orden a bordo, a que esta larga travesía rumbo a puerto seguro sea lo más amena posible. Por eso esperaba con paciencia a que el resto de compañeros terminaran de usar el rotulador que tenían que compartir. Cuando llegó su turno, lo dedicó para dejar plasmado su agradecimiento hacia la tripulación, por “su duro trabajo y lucha y esfuerzo por salvar a un montón de gente en el mar”. Uno de ellos, él.

Bukari Ahmed, 17 años, Somalia

Bukari Ahmed, de 17 años, también viaja solo desde Somalia. Dibuja el buque Open Arms, en el que llegará a Algeciras. Al pie de su ilustración escribe: “Gracias España”. “Nunca olvidaré al equipo de Open Arms. Ellos nos salvaron la vida”, dice. “Espero que Europa nos acoja a mí y a mis queridos amigos”, agrega.

Mohamed, 23 años, Somalia

Mohamed es uno de sus amigos. También somalí, de 23 años. “Durante los tres años de prisión que pasé en Libia, cada día me hacía la misma pregunta: '¿Cuándo tendré un futuro?”, relata.

Ahora, empieza a dar respuesta a esa incertidumbre que caía en él como una losa. Al menos, ahora atisba el horizonte en España. Ya tiene un propósito: “Aprender pronto el idioma. Estudiar y formarme para poder ayudar a los demás, como han hecho conmigo”.