Zapatos rojos contra la violencia de género en España
Asesinadas. A tiros, por acuchillamiento, por ahorcamiento o a golpes, tras haber sido insultadas, violadas o mutiladas. Sus cuerpos son abandonados en plena vía pública, en matorrales o entre basura. Estos hechos, se producen diariamente en Ciudad Juárez, México, donde la inseguridad y la impunidad social están permitidas por políticos y magistrados.
Desde 2009, Elina Chauvet recuerda a las víctimas y pide justicia de un modo particular, a través del arte público, con ‘Zapatos Rojos’. Y tiene desgarradoras razones. Entre ellas, el asesinato de su hermana a manos de su marido, en 1993. Aquella herida, que le marcó para siempre, le impulsó a dar forma a este proyecto de dimensión internacional.
Esta semana, la obra de la azteca ha sido replicada en la madrileña Puerta del Sol de Madrid. Los viandantes encuentran desde el pasado domingo decenas de zapatos usados que han sido intencionadamente tintados de rojo. Cada par simboliza la desaparición de una mujer. En Madrid han conseguido reunir 300 pares. 60 de ellos pasaron bajo el pincel de Gloria Vázquez, presidenta de la Asociación contra la Violencia de Género y Abusos Ve-la-Luz.
Gloria confiesa que disponen de un reducido espacio en la plaza pero, aun así, la instalación “crea impacto, sensibiliza, hace pisar la realidad”. Explica que hay personas que se acercan y dejan sus zapatos en el suelo como símbolo de apoyo e, incluso, “hay quien quiere comprárnoslos porque piensa que pertenecen a víctimas de violencia de género”.
En Ve-la-Luz decidieron hacer suya la obra de Elina tras verla en la red: “Tendría que llevarse a todos los pueblos y ciudades. Nadie, hasta que ve los zapatos, se da cuenta de cuántas mujeres faltan”. A partir de entonces, permanece la huella del dolor.
En pleno centro de Madrid, nueve integrantes de la plataforma gallega –algunas, víctimas de maltrato- están además en huelga de hambre para exigir medidas y recursos para proteger a las mujeres y a sus hijos.
Alba Carrasco e Irene Dugo contactaron con Elina, quien les otorgó la categoría de ‘replicantes’. Su idea fue llevar a cabo una reproducción conjunta entre Málaga y Córdoba, la única compartida por dos ciudades en España. En la primera, reunieron 744 pares; en la segunda, más de 1000.“Mucha gente nos entregó zapatos rojos, pero también los pintamos”, explican.
El taller de pintura forma parte del proceso de sensibilización. Así como pedir a los ciudadanos que contemplan el resultado final que escriban un mensaje para complementar el sentido de la obra. Emoción frente al terror. “Es una iniciativa muy distinta, algo rompedor”, sostiene Irene, quien desvela el simbolismo del zapato en esta protesta: “Es una prenda testimonial de una desaparición. En México, cuando se encontraba sólo uno de ellos, se predecía que próximamente se encontraría a una mujer fallecida. A día de hoy, sigue siendo igual”.
En España, sólo en 2015, 41 mujeres han sido asesinadas, según los datos del Ministerio de Sanidad, pero las organizaciones feministas elevan la cifra hasta las 83. Desde la implantación de la Ley contra la violencia de Género, en 2005, son 664 mujeres las que oficialmente han perdido la vida a manos de sus parejas o exparejas. Les arrebatan la vida por ser mujeres, aunque haya quien aún a día de hoy sostenga que son homicidios violentos o crímenes pasionales.
“Si me juraran que por cada par de zapatos pintado va a morir una mujer menos, dejaba mi trabajo y me dedicaba en exclusiva a recogerlos y ponerlos en una plaza”, concluye Irene. La exposición ya ha viajado a países como Italia, Noruega, Argentina, Reino Unido o Chile.