Para la filósofa, física, y 'ecofeminista' india Vandana Shiva, la concentración de la riqueza del 1% de la población no es solo injusta. “Es la receta para un genocidio y un 'ecocidio' mundial”, dijo la activista antiglobalización en su visita a España este marzo con motivo de la primera edición del Parabere Forum, en Bilbao. La filósofa ha vuelto a disparar contra los dos enemigos sobre los que ha articulado su lucha: el control de los recursos naturales a través de patentes propiedad de grandes multinacionales y los organismos modificados genéticamente (OGM) de estas corporaciones.
Shiva, de 62 años y natural de la zona del Himalaya, explica sus palabras a eldiario.es: “Dije que los procesos de acumulación de riqueza injustos y la concentración del control sobre los recursos destruye la naturaleza y también pone en peligro la vida de los seres humanos. El cambio climático, la extinción de especies, la erosión de la biodiversidad y la desaparición del agua son algunos indicadores de este 'ecocidio”.
La veterana activista, que recibió el Premio Right Livelihood (conocido como el Nobel Alternativo) en 1993, es una firme opositora de los monocultivos y de las semillas tratadas genéticamente en cualquier caso.
La biotecnología aplicada a las semillas modifica el material genético de las especies para dotarlas de determinadas características. Algunas de las ventajas que anotan sus partidarios son la resistencia de los materiales elaborados en el laboratorio a ciertas plagas, que han reducido el uso de herbicidas o el aumento de producción de los cultivos. Sus detractores, como Vadana Shiva, niegan las virtudes y destacan varias consecuencias negativas a largo plazo que, defienden, ya se empiezan a intuir. Entre ellas, la aparición y extensión de malas hierbas resistentes a pesticidas que requieren de otros productos químicos para intentar frenar su avance.
“No son ciertos”, responde Shiva a eldiario.es sobre los posibles efectos positivos para el medio ambiente de los OGM, debido a la reducción de la aplicación de pesticidas. “El uso de productos químicos ha aumentado desde que se introdujo la Biotecnología. En lugar de controlar las plagas, los OGM han dado lugar a la emergencia de superplagas y supermalas hierbas”.
Detractores y defensores de la biotecnología arrojan sus argumentos acompañados de estudios que intentar quitar la razón al contrario. En un artículo publicado en la revista científica Nature sobre el tema, se pueden encontrar algunos ejemplos. La investigación de PG Economics, una firma de consultoría en Dorchester (Reino Unido), apunta que la introducción del algodón manipulado salvó al planeta de 15,5 millones de kilos de herbicidas desde 1996 a 2011, una reducción del 6,1% respecto a lo que habría necesitado el algodón convencional. Otro estudio, realizado por David Mortensen —un ecólogo de la Universidad Estatal de Pennsylvania en University Park— predice en cambio que el uso total de herbicidas en los Estados Unidos aumentará de alrededor de 1,5 kilogramos por hectárea en 2013 a más de 3,5 kilogramos por hectárea en 2025, como resultado directo de los cultivos GM.
Respecto a los efectos sociales del uso de transgénicos, Vandana Shiva menciona uno de sus argumentos más polémicos: los suicidios de granjeros en India a causa de la irrupción de los cultivos de algodón Bt (modificados genéticamente), que en la actualidad ocupan más del 90% de la explotación en el país. La activista india repite la denuncia, que ha defendido en muchas ocasiones, como en este artículo en The Huffinghton Post de 2009. “La estimación oficial del gobierno es que desde 1995, cuando se abrió el mercado de semillas de la India a las multinacionales, se suicidaron más de 291.000 agricultores de la India. Esto no es porque no podían darse el lujo de plantar algodón Bt, sino porque Monsanto (multinacional líder en el comercio de las semillas modificadas genéticamente) estableció un monopolio de semillas de algodón”, explica a este medio.
Shiva relaciona las causas de las muertes con la subida de precios de las semillas manipuladas y las deudas en las que quedaron atrapados los agricultores cuando algunas cosechas no fueron todo lo bien que se esperaba “porque las semillas no estaban criadas para las condiciones locales”.
En este punto, las investigaciones de International Food Policy Research Institute de Washington DC, publicadas en el mencionado artículo de la revista Nature, son tajantes al afirmar que la relación causa-efecto no queda reflejada en una comparación de ambas variables. Mientras que la línea de los cultivos de algodón Bt, que irrumpen en 2002, se dispara hacia arriba entre 2005 y 2007, la variable de los suicidios se mantiene más o menos constante en el mismo periodo. La línea de muertes de agricultores sigue una tendencia sin grandes cambios, ligeramente al alza, desde 1997. A pesar de estos y otros estudios críticos, como este artículo de la revista científica Discover, la activista insiste en las presiones de la multinacional Monsanto sobre los agricultores locales y sus trágicas consecuencias.
Las voces más críticas con la ferviente oposición de Shiva indican que los detractores de los OGM se basan en una oposición ideológica, reticente a que la ciencia avance en el terreno de la génetica, sin tener como sustento datos que apoyen sus teorías sobre la contaminación y el perjuicio de estos productos.
Sin embargo, en Europa, donde la extensión de los transgénicos está mucho menos extendida, algunos países reproducen sus mismos argumentos. El Ministerio de Agricultura francés se explicó así el pasado marzo: “Según datos científicos fiables y muy recientes investigaciones internacionales, el cultivo de semillas de maíz MON 810 (tratadas genéticamente) presentaría graves riesgos para el medio ambiente, así como peligro de propagación de organismos dañinos convertidos en resistentes”.
El capital, dueño de lo común
El nombre de la multinacional Monsanto está siempre presente en las críticas de Shiva. También en las de agricultores de América Latina que se organizan en contra del poder de la corporación en sus países, a través de proyectos de ley que favorecen su producción frente a la actividad de agricultores tradicionales.
A Vandana Shiva no le convencen los argumentos de la ciencia al servicio del bien común que acompañan a las virtudes de los OGM. “Cuando tenemos en cuenta el número de patentes que participan en estas iniciativas (de las multinacionales), queda muy claro que los únicos beneficiarios son las grandes empresas que operan con fines de lucro, no la gente”.
La organización Navdanya, que lidera la activista en India, “ha creado bancos comunitarios de semillas para que los agricultores pueden tener existencias propias de semilla resistentes a las plagas y que no necesitan riego. Formamos a los agricultores en técnicas de agricultura libres de organismos químicos. Los ayudamos a vender sus unidades de algodón orgánico local khadi y a crear Fibras de Libertad”, cuenta la activista.
Conceptos como la autonomía alimentaria toman fuerza para oponerse a prácticas en las que los agricultores ya no pueden reproducir semillas, ni hibridarlas de manera natural porque se deben a una patente. Las empresas, por su parte, vigilan que los agricultores no roben “sus códigos”, con los que no pueden competir sin acceso a la alta tecnología.
La física aprovechó el Parabere Fórum, un encuentro internacional centrado en el papel de la mujer en todas las fases del proceso alimentario y gastronómico, para reivindicar el papel de la mujer en la economía mundial. También animó a “trascender” la visión economicista del mundo, sostenida en el concepto de “ganar dinero”, para avanzar hacia un modelo social y económico “más creativo” y respetuoso con la naturaleza.
“La naturaleza no está solo basada en la producción”, expuso antes de manifestar que para construir una sociedad “más saludable y humanitaria” se deben superar los “paradigmas patriarcales”.