Ayman, Susane, Khalil o Fatem son de los pocos refugiados sirios que han logrado llegar a Europa sin arriesgar su vida en una patera y con un visado humanitario en el bolsillo.
Llegaron a Italia con otras 50 personas el pasado mes de abril a través del corredor humanitario, una iniciativa única impulsada por la sociedad civil y apoyada por un gobierno de la UE. Desde febrero de 2016 hasta la fecha ya han llegado 700 personas por esta vía segura y legal. Y se quieren traer 300 antes de que termine el año.
Todas las personas que han llegado hasta ahora han huido de la guerra en Siria y han estado malviviendo en Líbano, que soporta el mayor número de refugiados sirios per cápita. En este contexto, las personas que llegan del país vecino huyendo de la guerra encuentran muchas dificultades para encontrar trabajo o una vivienda digna.
Ayman, padre de tres hijos, explica que durante los cuatro años que ha estado en Líbano solo ha conseguido empleos puntuales y muy mal pagados. “Se aprovechan de que eres refugiado”, sentencia. Además, denuncia que el propietario de su casa les amenazaba constantemente con cortar la luz y el agua si no pagaban el alquiler.
Las personas que pueden beneficiarse de las visas humanitarias se escogen según varios criterios. Uno de ellos es que estén en una situación de vulnerabilidad. Según ACNUR, se trata de familias con hijos pequeños, menores no acompañados, madres solteras, personas mayores, enfermas o que han sufrido abusos o tortura. La familia de Ayman ha sido seleccionada porque su hijo mayor sufre una distrofia muscular y en Líbano no puede tener la atención que merece.
Además, se valora la motivación por emprender una nueva vida en Italia y las posibilidades de lograrlo. Khalil y Fatem son un claro ejemplo de ello. Jóvenes y con dos hijos pequeños, están muy ilusionados con la idea de empezar una nueva vida en Europa. “Sólo queremos ser felices. No queremos vivir día a día bajo el temor constante de no poder serlo. Mis hijos necesitan la oportunidad de tener un futuro mejor”, afirma Khalil que en cuanto supo que había sido seleccionado empezó a aprender italiano por internet. “Estamos dispuestos a aprender una nueva lengua y a adaptarnos a otras costumbres. Si hace falta yo también trabajaré”, completa Fatem.
La acogida en Italia
Las organizaciones impulsoras del corredor humanitario son la Comunidad católica de San Egidio, la Federación de Iglesias Evangélicas y la Iglesia Valdense. Ellas asumen todo el coste del viaje y de la acogida en Italia durante los primeros meses. Otras ONG como Oxfam Intermón las apoyan para garantizar el proceso de integración con cursos de italiano, formación profesional o la escolarización de los menores.
Con el visado humanitario, las personas recién llegadas pueden vivir legalmente en Italia mientras tramitan el asilo e incluso trabajar.
El Gobierno italiano ha aceptado que lleguen 1.000 personas en dos años a través del corredor humanitario. Es probable que las 300 que faltan no sean sirias sino subsaharianas y procedan de países de tránsito como Marruecos o Etiopía. Es una gota en el océano. Sobre todo si tenemos en cuenta que solo el conflicto sirio ya ha provocado cinco millones de refugiados sirios.
Pero sienta precedente y demuestra al resto de países de la UE que los refugiados pueden llegar de una forma segura y legal. Y sin morir en el mar. En la legislación española, por ejemplo, la figura de visado humanitario no existe.