Tras el portón azul de una nave comercial del polígono del Tarajal, varios niños y adolescentes duermen en los distintos niveles de una estantería de metal. La insuficiencia de camillas o colchones en el lugar habilitado por la Delegación del Gobierno en Ceuta y el Ejecutivo local para albergar a una parte de los menores migrantes empujó a estos chavales, al menos durante la noche de este martes, a descansar en las estrechas baldas de un antiguo almacén de bultos que cargaban las porteadoras antes del cierre de la frontera.
Es el espacio que encontraron para dormir algunos de los 750 menores migrantes alojados por las autoridades en estas naves durante los últimos días. Otros descansan en el suelo, sobre una fina manta, o en las escasas camillas o tumbonas de piscinas desplegadas en el polígono tras la llegada de 1.500 niños a Ceuta a nado entre el lunes y el martes. En este recurso, los chavales cumplen cuarentena, por lo que apenas pueden salir al exterior del recinto.
“El centro de menores ya alojaba a cientos. Antes de las últimas llegadas, estaba completo. No hay espacio para acoger a los niños que han llegado y habilitamos espacios de donde los podemos sacar”, explica el portavoz de la Delegación del Gobierno en Ceuta. Las naves cuentan con baños y duchas. En la tarde de este miércoles, cerca de 250 de estos niños han sido trasladados al centro de Piniers, con el objetivo de descongestionar el espacio donde son albergados en este momento. La desorganización ha reinado en estas naves desde el lunes, pero este miércoles se han empezado a tomar medidas para empezar a mejorar las condiciones en las que son alojados. Los chavales han sido sometidos a una prueba diagnóstica de COVID-19, momento en el que cientos de ellos han salido al exterior del pabellón.
Mientras los pequeños esperaban su turno, un despliegue policial impedía este miércoles a la prensa aproximarse a la zona. Un grupo de menores migrantes que viven en el enclave español desde hace meses aprovechó la salida de los chavales alojados en las naves para saludar y gritar a algunos de ellos. “Ahí están amigos míos de toda la vida, de Castillejos (la ciudad marroquí más próxima a Ceuta), y hacía dos años que no los veía”, dice Mohamed, un adolescente de 17 años que reside en el centro de menores de La Esperanza. “Les digo que corran, que se escapen de ese sitio, para que estén con nosotros”, admite el chaval, de pelo rizado y alborotado. “Tengo ganas de verlos de cerca”.
Quienes se encuentran en las naves, aunque muchos se sienten atrapados, duermen bajo un techo; pero cientos de menores recién llegados a Ceuta están pasando la noche al raso. Hamid tiene trece años y sonríe mucho. Va acompañado siempre de sus dos amigos de Tetuán, de 16 años. “Dormimos en la calle. Fuimos al centro de menores pero nos dicen que está lleno y las naves son peores que estar aquí”, dice el pequeño marroquí que pasa el día deambulando por la ciudad. “Pasamos hambre, pero no quiero volver a Marruecos”.
“Los menores han dormido en todos los lados, porque han entrado en dos días 10.000 personas en una ciudad de 80.000 habitantes. Todas nuestras infraestructuras están sobrepasadas”, dice la portavoz de la Consejería de Presidencia y Relaciones Institucionales, encargada del Área de Menores.
Con solo un paseo por la ciudad autónoma, especialmente en los alrededores de la frontera del Tarajal, es habitual encontrar menores –con evidente apariencia de niño– entre los grupos de recién llegados que pasan el tiempo en las calles de la ciudad. Mumim, de 15 años, es menudo y se ríe de medio lado cuando se le pregunta si avisó a su madre antes de marcharse de Ceuta. “Pobrecita”, responde. “Si se lo hubiese dicho, no me hubiese dejado ir. Pero yo quiero ir a España –se refiere a la península– porque en Marruecos no hay trabajo, aunque estudie, no hay futuro”, continúa el chaval, sentado bajo un pequeño árbol. “Cuando la llamé, me dijo que volviese inmediatamente. Pero luego lo ha entendido”.
Devoluciones en caliente de niños
Otros niños ni siquiera han podido pasar la noche en la ciudad autónoma, a pesar de haber llegado solos a Ceuta. Este miércoles, varios chicos, visiblemente menores, han sido devueltos en caliente después de rodear el espigón fronterizo y llegar a la playa ceutí a nado, a pesar de que toda expulsión forzada de menores extranjeros no acompañados está prohibida: solo puede realizarse cuando se contacta con sus progenitores, se confirma la voluntad del niño de regresar a casa y se demuestra el interés superior del menor. Su devolución ha sido presenciada por varios periodistas y ha sido documentada en varios vídeos y en diversas imágenes.
A la llegada de uno de los niños expulsados a Marruecos este miércoles, uno de los militares desplegados en la frontera le cogió en brazos. “El chavalillo lo miraba feliz, era evidente que no sabía que sería devuelto”, sostiene Antonio Sempere, fotógrafo del Faro de Ceuta que retrató ese momento. “La imagen parece muy bonita, pero este chico acabó en Marruecos”.
El Ministerio del Interior no detalla el número de menores devueltos en caliente en los últimos días, pero tampoco lo niega. “A los menores se les pone a salvo, y luego se hace lo que corresponda”, contesta un portavoz del departamento dirigido por Fernando Grande-Marlaska a las preguntas de elDiario.es sobre la expulsión inmediata de niños en la playa del Tarajal.
Según los datos de Interior, 5.600 personas “han retornado a Marruecos”. Esta cifra incluye a las personas rechazadas en frontera y a aquellas que han decidido regresar a su país de forma voluntaria, tras la ruptura de expectativas generada después dos difíciles días en España. No hay registro claro, por tanto, de las expulsiones forzosas ordenadas por Interior en los últimos días.
“Tenemos la orden de llevarlos a todos de vuelta. Da igual que sean menores. Si son niños muy claros, a veces se les separa en grupos y los entregamos a la Guardia Civil, pero tampoco sabemos muy bien cuál es el protocolo a seguir”, explicaba este martes un militar en servicio en la playa del Tarajal.
Proponen reubicar a 200 menores a la península
Fuentes del Ministerio de Derechos Sociales, con competencia en Infancia, aseguran estar trabajando “intensamente dentro del Gobierno” con el objetivo de “asegurar que el eje básico de gestión de esta crisis sea el cumplimiento de los derechos humanos”. El departamento de Ione Belarra ha propuesto a las comunidades reubicar dos centenares de menores acogidos en Ceuta para descongestionar los centros de acogida y albergar de manera digna a los llegados desde el lunes.
Tras las informaciones publicadas, la organización especializada en infancia Save the Children ha recordado que “toda devolución en caliente de niños, niñas y adolescentes” es ilegal “ante el riesgo de que se lleven a cabo expulsiones sin garantías y sin un sistema adecuado de identificación”. “Los convenios internacionales en materia de protección internacional y de derechos de la infancia impiden estas devoluciones sistemáticas y colectivas en caliente. Se trata de una práctica que no vela por el interés superior del menor. Debemos asegurar que se realice una valoración individual y personalizada de los perfiles más vulnerables que necesitan protección”, ha advertido en un comunicado Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social de la ONG.