Un faro, un módulo prefabricado y un pequeño cementerio con solo tres tumbas. La escasa infraestructura con la que cuenta la Isla de Alborán, inhabitada a excepción de un destacamento militar, no estaba preparada para albergar durante seis días a los casi 200 migrantes que alcanzaron este pedazo de roca de origen volcánico, situado en medio del mar Mediterráneo, a 55 kilómetros al norte de la costa de Marruecos y 85 kilómetros al sur de la provincia de Almería. Por encontrarse a medio camino entre España y el norte de África, es habitual que algunas de las pateras que atraviesen la ruta de Alborán se choquen con el islote y acaben recalando en él aunque este no fuese su destino final.
Lo que no es tan habitual, al menos de manera pública, es que quienes llegan a la Isla de Alborán pasen días varados hasta ser trasladados a la península. También es inusual que quienes alcanzan este punto lo hagan a bordo de las llamadas ‘narcolanchas’, neumáticas rápidas que suelen utilizarse para el transporte de drogas en el Estrecho y el Mar de Alborán.
Según fuentes de la Guardia Civil, un número indeterminado de las personas que llegaron al islote el pasado fin de semana lo hicieron a bordo de este tipo de lanchas y sus ocupantes fueron desembarcados justo antes de que sus conductores escapasen para evitar su interceptación por parte de las fuerzas de seguridad. Otros de los migrantes, explica el Instituto Armado, viajaron en las habituales pateras.
La única presencia humana en esta isla de 600 metros de largo es un destacamento permanente de la Armada que consta de una decena de miembros desplegados en la zona en turnos rotativos de tres semanas. Su objetivo es vigilar y tener conocimiento de la situación de las aguas de soberanía nacional en ese punto, así como en la isla. Entre sus funciones también se encuentra apoyar a otros organismos en las labores de control del tráfico marítimo, vigilancia de pesca y búsqueda y rescate de náufragos. Los militares duermen desde hace años en un edificio de dos plantas ubicado en la base del mismo faro que corona la isla, pero hasta su habilitación pasaban las noches en un módulo prefabricado donde ahora han creado un gimnasio.
Es en ese módulo donde han pasado cinco noches al menos una parte de las 200 personas que alcanzaron el islote el pasado domingo. “En estos días se les ha proporcionado atención básica para facilitar, dentro de las posibilidades, la solución más digna”, explica a elDiario.es una portavoz del Ministerio de Defensa, quien recuerda que, al tratarse de una isla militar, no cuenta con la infraestructura suficiente para dar cobijo durante días a las personas rescatadas. “Los militares han hecho todo lo posible para que se resguardaran del frío y de las inclemencias del tiempo”, añade.
Durante estas jornadas, la Armada envió al islote un refuerzo de personal, entre el que se encontraba un intérprete para poder comunicarse con los migrantes, de origen marroquí y argelino, explican desde el departamento dirigido por Margarita Robles. elDiario.es no ha podido hablar con los migrantes para confirmar la tranquilidad en la que asegura Defensa que han transcurrido estos seis días.
Aunque estas personas alcanzaron el islote el domingo, no empezaron a ser evacuados hasta este viernes debido al temporal despertado en la zona y a “razones organizativas”, según explican fuentes de la Guardia Civil. El pasado miércoles se desplazó el buque ‘Río Miño’ del Instituto Armado, pero las “olas de tres metros” le obligaron a refugiarse en Melilla el jueves. Finalmente, cuando el tiempo lo permitió, se comenzó el traslado de los rescatados, en el que también ha participado una embarcación de Salvamento Marítimo.
Hace unas semanas se produjeron también varias llegadas de pateras cuyos ocupantes no fueron evacuados a la península hasta unos días después, debido a las inclemencias meteorológicas. Fue el pasado 11 de febrero, cuando 89 personas alcanzaron el islote. Mientras la mayoría de ellas logró pisar tierra por sus propios medios, Salvamento Marítimo tuvo que intervenir para rescatar a 24 personas a bordo de una barca que había encallado en una zona de rocas por donde no se podía acceder a la isla. Un helicóptero de la institución dependiente del Ministerio de Transportes realizó varias maniobras para trasladar en tres viajes a grupos de cinco, ocho y once personas hasta un área segura a donde pudiesen acceder los militares del destacamento para poder asistir a los rescatados.
En aquella ocasión, los migrantes, también de origen magrebí, tuvieron que esperar durante cuatro días en el islote hasta ser trasladados a Almería, debido a las malas condiciones meteorológicas del mar.
El pasado 9 de enero, el Servicio Marítimo de la Guardia Civil trasladó al puerto de Motril (Granada) a 44 personas que habían alcanzado la isla de Alborán. El 14 de diciembre de 2023 fueron 80 migrantes de origen magrebí los que alcanzaron un peñón próximo a la isla de Alborán, desde donde fueron rescatados por el Instituto Armado y desembarcados también en la ciudad granadina. No consta que en ninguno de los dos casos tuviesen que pasar más de una jornada en el islote.
A través de la ruta de Alborán, los migrantes suelen partir desde el área de Alhucemas a la ciudad de Nador y se desplazan en embarcaciones a motor o motos de agua en menor medida, según detalla la ONG Caminando Fronteras en uno de sus últimos informes. Este camino puede acabar en distintos destinos, como la ciudad de Melilla, la costa andaluza oriental o los enclaves militares españoles en África, como Isla de Mar, Isla de Tierra, Peñón de Alhucemas, Islas Chafarinas o la Isla de Alborán. A lo largo del año pasado, 30 personas perdieron la vida en este trayecto, atendiendo a los datos del colectivo que lleva años denunciando la demora o la falta de activación de medios de rescate en esta zona, así como el intento de que sea Marruecos el Estado encargado de un mayor número de búsquedas de personas migrantes en riesgo.
Las “narcolanchas”
Otro de los aspectos que han llamado la atención de las llegadas de pateras registradas el pasado fin de semana en la Isla de Alborán es el método empleado. Algunas de estas personas, según confirma Guardia Civil, lo hicieron a bordo de neumáticas rápidas, llamadas “go fast” en la jerga policial, las lanchas de gran capacidad con varios motores fueraborda utilizadas habitualmente por las redes de tráfico de drogas.
Aunque su uso sigue siendo minoritario en comparación con las llegadas de migrantes en inestables pateras, en 2023 e inicios de 2024 se han producido decenas de entradas con este tiempo de barcas, en las costas de Cádiz y en Almería.
El negocio del narco está tratando de aumentar su rentabilidad a través de la inmigración irregular, prometiendo viajes a España más rápidos gracias a las potentes embarcaciones que acostumbran a utilizar en el Estrecho las redes del tráfico de drogas, las llamadas ‘narcolanchas’, prohibidas en 2018. Algunos casos recientes, como la muerte de cuatro personas el pasado noviembre en las costas de Cádiz tras ser obligados a lanzarse al agua sin haber alcanzado la orilla incluso sin saber nadar, han evidenciado la violencia empleada contra los migrantes en algunos de este tipo de trayectos.
“Están en marcha investigaciones que apuntan a que se está produciendo una diversificación de las tareas de las organizaciones del narcotráfico para también dedicarse al tráfico de personas”, afirmó a finales de 2023 el fiscal jefe de Cádiz, Ángel Núñez, en una entrevista en Cadena Ser de Andalucía. Las embarcaciones, sin embargo, pocas veces son interceptadas debido a sus potentes motores y a un modus operandi que, en ocasiones, desembarca a las personas transportadas cueste lo que cueste, incluso empleando la violencia contra sus ocupantes, con el objetivo de regresar lo más rápido posible a altamar y esquivar el control de las fuerzas de seguridad. Contabilizar las llegadas por esta vía, por tanto, no es fácil. No existen cifras oficiales de llegadas mediante este tipo de barcas.