La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Las ejecuciones por pena de muerte se redujeron un 31% en 2018, hasta alcanzar la cifra más baja en una década

Al menos 690 personas fueron ejecutadas en aplicación de la pena de muerte en 20 países el año pasado, un 31% menos que en 2017, según las estadísticas que publica cada año Amnistía Internacional. La cifra es la más baja registrada por la ONG en los últimos 10 años. 

Cuatro países concentran el grueso de las ejecuciones, el 78%: Arabia Saudí, Irak, Irán y Vietnam, que se colocó el año pasado entre los mayores ejecutores del mundo después de que las autoridades hicieran públicas las cifras.

En primer lugar vuelve a estar China, donde una vez más se desconoce el alcance del empleo de la pena capital, ya que estos datos están clasificados como secreto de Estado. La organización matiza así que “las miles de ejecuciones” que calcula que tuvieron lugar en el gigante asiático no están incluidas en el cómputo total registrado el año pasado. 

No obstante, algunos de los países con mayor uso de la pena capital registraron descensos que explican, en gran medida, la disminución de las cifras globales. En el caso de Irán, las ejecuciones cayeron un 50%: de, como mínimo, 507 personas ejecutadas en 2017, a 253, lo que Amnistía Internacional atribuye a la reforma de su legislación antidrogas. Sin embargo, el país continúa acaparando más de un tercio de las ejecuciones en el mundo. Otros países como Irak, Pakistán y Somalia mostraron también una reducción de estos datos. 

La organización considera que las cifras generales demuestran que la pena de muerte “está claramente en retroceso y que en todo el mundo se están tomando medidas efectivas para poner fin a este cruel e inhumano” castigo. “El drástico descenso de las ejecuciones demuestra que, incluso los países más insospechados, están empezando a cambiar sus prácticas y a darse cuenta de que la pena de muerte no es la solución”, sostiene el secretario general de AI, Kumi Naidoo, en un comunicado.

“Pese al retroceso experimentado en algunos lugares, el número de ejecuciones consumadas por varios de los peores verdugos del mundo ha descendido de manera considerable. Se trata de una señal esperanzadora que indica que es solo cuestión de tiempo que este castigo cruel quede relegado al rincón de la historia, donde debe estar”, ha añadido. 

No obstante, como apunta Naidoo, hubo países en los que las ejecuciones aumentaron como Bielorrusia, Estados Unidos, Japón, Singapur y Sudán del Sur. Tailandia reanudó las ejecuciones tras casi diez años y Sri Lanka ha manifestado su intención de retomarlas tras una pausa de más de 40 años. En EEUU, el número de ejecuciones aumentó por segundo año consecutivo, aunque mantuvo en mínimos históricos. En 2018, 25 personas fueron ejecutadas en el país norteamericano, el único del continente que las llevó cabo: dos más que en 2017 y cinco más que en 2016.

Descienden ligeramente las condenas

AI también ha constatado un leve descenso de las nuevas condenas a muerte en 2018: de las 2.591 nuevas sentencias registradas en 2017 pasaron a 2.531. Al concluir el año, había 19.336 personas condenadas a muerte en todo el mundo, según el informe. No obstante, la organización se muestra preocupada por “el marcado aumento” que experimentaron algunos países en el número de condenas a muerte impuestas.

Son los casos de Egipto, donde el número de condenas a muerte dictadas se incrementó en más de un 75%: de 402 a 717 en 2018. “Este aumento se puede atribuir a la espeluznante tradición de Egipto de imponer condenas a muerte colectivas tras juicios manifiestamente injustos, basados a menudo en 'confesiones' extraídas mediante tortura y en investigaciones policiales irregulares”. En Irak, las condenas se multiplicaron por cuatro y pasó de 65 a 271.

A pesar de estas cifras, la tendencia global es hacia la abolición de la pena capital. Al finalizar 2018, 106 países habían prohibido por ley la pena de muerte para todos los delitos. 142 Estados la habían abolido en la legislación o en la práctica. Burkina Faso se sumó el año pasado a esta lista tras adoptar un nuevo código penal. Malasia y Gambia declararon moratorias en ejecuciones, según el informe de AI. 

En diciembre, una cifra “sin precedentes” de países, 121 en total, votaron a favor de una moratoria mundial de las ejecuciones, frente a 35 Estados que votaron en contra. “Lenta, pero firmemente, se va fraguando un consenso internacional respecto a poner fin a la pena de muerte. Amnistía Internacional lleva más de 40 años haciendo campaña por el fin de las ejecuciones en todos los países. Sin embargo, con más de 19.000 personas consumiéndose hoy en el corredor de la muerte, la lucha está lejos de acabar”, afirma Naidoo.