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Obligadas a ser madres para 'curar' su lesbianismo: “Sus familias creen que están poseídas por un espíritu maligno”

Melibea Obono, autora de 'Yo no quería ser madre'

David Noriega

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“El imbécil este de marido que me buscaron se caía encima de mí como un loco y mi corazón decía: 'Termina, termina, por dios, termina'”.“La familia ordenó que tuviera un bebé que me sustituyera, porque me había perdido”. “Casi me muero en la sala de operaciones por un bebé que no quería”. “No me sale el amor de madre. Lo odio mucho”. “Este que está allí sentado, mi hijo, es una carga. Ya no soy yo. Ya no soy libre. Quienes me obligaron a tenerlo también me han dejado sola”.

No lo dice una sola mujer. Son frases que ilustran los testimonios de una treintena de mujeres lesbianas, bisexuales u hombres transexuales de Guinea Ecuatorial que la periodista Melibea Obono ha recogido en su libro 'Yo no quería ser madre. Vidas forzadas de mujeres fuera de la norma' (editorial Egales). Obono, que se ha reunido recientemente en Madrid con representantes de todas las formaciones políticas, menos Vox, en un encuentro organizado por la plataforma 'The Equality Advocacy Project', visibiliza así las terapias de 'curación', exorcismos, torturas, embarazos forzosos y vulneraciones de los derechos humanos a las que es sometido el colectivo LGTBI en su país.

¿Fue difícil encontrar estos testimonios?

No es que me costara la vida, pero sí me costó encontrar a personas que viven excluidas de la exclusión. No es lo mismo ser lesbiana que ser una persona transexual. Si bien una persona cisgénero puede pasar desapercibida en algún espacio, no ocurre eso con los transgénero. Hay entrevistas a mujeres a las que llaman Dog Woman. Los Dog Man son como los delincuentes de un barrio, los que controlan el barrio, algo así como 'Ciudad de Dios'. Algunos son transexuales que quieren llegar a interiorizar la masculinidad e incorporan el tema de la violencia en estos grupos para protegerse. Es la única manera que encuentran para que ni la familia ni la calle les agreda y ejerza más violencia sobre ellos. Acceder a estos testimonios ha sido mucho más difícil, porque en un barrio controlado por ellos tienen hasta guardaespaldas.

En el libro se aprecia que en las parejas de mujeres lesbianas o de mujeres y hombres transexuales se reproducen los estereotipos de género hombre-mujer.

Las personas homosexuales guineanas viven en un entorno donde todo el mundo aprende que ser mujer es parte de la normalidad. ¿Qué ocurre? En Guinea, cuando una familia descubre que su hijo o hija es homosexual, ya no accede a una educación con normalidad. Cuando alrededor de los diez años empiezan a mostrar rasgos de género o sexo contrario, les llevan a los establecimientos de 'curación' de la homosexualidad, a curanderos, a las sectas. Esto hace que la mayoría tenga problemas de alfabetización. El único conocimiento que queda en su mente es lo que les han enseñado en el catecismo y en la sociedad: solo puedes ser hombre o mujer. Viven en constante contradicción con su propia identidad. La educación obligatoria y gratuita no es un derecho accesible para las personas homosexuales o transexuales.

Lo que describe de los curanderos son torturas

Sí, pero no se llama tortura, se llama curación. En el año 2019, el colectivo 'Somos parte del mundo' decide enviar un informe a Ginebra, porque la curandería y la Iglesia católica estaba tapando estas prácticas, para que no se visibilizaran y la comunidad internacional no les llamara la atención. Los Estados han hecho unas doscientas y pico recomendaciones donde figura el tema LGTB como una competencia que le corresponde solucionar al Gobierno. Porque en esos espacios, las curanderías, las iglesias, la sectas, practican la tortura.

Una de las prácticas es el ayuno seco: encierran a un niño o una niña LGTBI en una habitación durante una semana, sin comer, con agua de vez en cuando, y sometido a música alta, como en Guantánamo. Cuando se realiza esa práctica para que salga el espíritu de blanco, porque los negros no son homosexuales, cuanto más grita de dolor, mejor, porque te dicen que no llora la persona, que llora el espíritu. Yo lo he visto. Cuando salen de allí ya tienen la salud mental literalmente dañada.

“El embarazo es como una pastilla”

Y luego llegan los embarazos forzosos de las mujeres para 'curar' el lesbianismo

La familia considera que es una etapa en la que la niña está un poco perdida, con una posesión de su cuerpo por un espíritu maligno de un varón blanco. El embarazo es como una pastilla. Es tan grave que casi todas han pasado por la maternidad forzada. Cuando no se cura con el embarazo, que obviamente no se cura, hay que ir a por otra pastilla. Es como cuando tienes un catarro y vas al hospital: si no se cura con un medicamento, prueban con otro. Aquí puede ser un segundo hijo, un tercero, un cuarto...

En algunos testimonios las mujeres relatan que después les quitan a los niños porque “una lesbiana no puede ser buena madre”

Hay varias opciones. Una chica a la que entrevisté me contaba que cuando se iba a la cama por la noche, venía su madre y le quitaba al niño para que no le contagiara con sus espíritus de brujería lésbica y se hiciera maricón. Otra fase suele ser que en la comisaría de policía o en la curandería -depende del pastor o del comisario que te encuentres- le digan a la familia que la mujer se lleve al niño, no vaya a ser que haya nacido ya con el espíritu y contagie a otros niños jugando. Así que se aísla a la madre y a la hija.

Muchas de las madres de tu libro afirman odiar a esos niños

Están estigmatizados. No son hijos deseados por las familias, ni por la abuela ni por el abuelo: son el medicamento que viene a curar a su hija. A veces el rechazo surge cuando a la chica le dicen que se embarace, que ella ya es un caso perdido pero que quieren que tenga un bebé para sustituirla. Es decir, tú ya eres una persona sustituida en vida por tu hijo. No puedes querer a un hijo que te está quitando a tu familia. Son muchos los factores que repercuten en los niños. Como nadie lo ha deseado, no es un niño querido y hereda el estigma.

“El repudio social se extiende a los hijos”

¿En qué situación viven esos niños?

Muchas veces cuando visito a las mujeres en las casas familiares me encuentro al niño descalzo, desnutrido, sin ropa decente. Comparas cómo está el bebé con los demás niños y no hace falta que te diga nada. Y la encuentras a ella, quizás fumada... Es solo ir y verlo. O en los casos en los que ya la han echado de casa con todos los niños porque se han cansado de que no se cure te encuentras en la puerta a uno, a otro, a otro. Y la mayoría sin escolarizar, porque la propia mamá no se escolarizó. El repudio social, institucional e individual se extiende hacia los hijos y las hijas de ellas.

Muchas mujeres hablan de la presión por encontrar un hombre para sustentar a la familia. ¿Tener una hija lesbiana en Guinea Ecuatorial está visto como una ruina económica?

En el caso de los hombres transexuales o mujeres con rasgos físicamente masculinos, desde la adolescencia precoz las familias ya dan por sentado que esa niña no va a representar la productividad económica a nivel sexual de la familia. No va a traer dinero, no habrá hombres que vayan a cuidar de ella a cambio de relaciones sexuales, etc. En el caso de las personas trans, lo asumen. Pero es más duro en el caso de las cisgénero. Tiene un cuerpo de chica generalmente definido, es 'normal', etc. Cuando no sale con un hombre, para la familia es mucho más duro porque rompe con las expectativas económicas que se tenían puestas en ella.

El decreto ley que el Gobierno ha preparado y que no hemos visto hasta ahora habla de regular la prostitución y la homosexualidad, de combatir esos males. De alguna manera, la prostitución en mi país es una práctica normalizada. Lo que no sabemos es qué prostitución va a castigar nuestro gobierno, si la prostitución oficial o la que se practica en todas partes pero nadie llama prostitución.

¿Cómo lo llaman?

Pues que eres guapa y los hombres te quieren. Cuantos más, mejor.

Algunas mujeres recurren al consumo de drogas

Las psicólogas que trabajan con el colectivo nos dijeron que las razones por las que consumen drogas y alcohol en exceso es que, en primer lugar, se sienten como la escoria social, no son aceptadas y, en segundo lugar, buscan alguna manera de olvidarse de lo que les ha pasado. Entonces consumen, consumen y consumen.

Leyes heredadas del franquismo

Cuál es el marco legal en Guinea respecto a los derechos del colectivo LGTBI

Guinea, a nivel jurídico, es un estado subsidiario. Fue colonia de España y cuando se independiza en 1968 el marco legal vigente era el franquista. Ya sabemos cómo estaba el tema de la homosexualidad y de la prostitución. Cuando llega al poder el primer presidente -Francisco Macías Nguema-, las relaciones con España se rompen y deroga todo el marco legal vigente, pero no elabora leyes. En 1979 fue derrocado y llega un nuevo presidente -el actual, Teodor Obiang-, y decreta que las normas que estaban vigentes en Guinea Ecuatorial antes del gobierno derrocado volverían a estar en vigor.

¿Qué ha pasado? Que se ha elaborado una constitución aparentemente guay, pero no se han elaborado leyes. Hay una parte de la constitución que establece que todas las normas vigentes en el país que contradicen la constitución de facto quedan derogadas, pero si tú no haces una ley que se aplique en cada situación, se va a aplicar la que está. La que está es la ley de vagos y maleantes o la ley de rehabilitación social franquista. Cuando una familia detecta que su hijo o hija es homosexual y va a la comisaría, los policías son los que hacen esa función que en tiempos de Franco en España hacía el juez de instrucción, de determinar si una persona es peligrosa, vaga o maleante y le dicen a la familia donde hay un curandero, un cura o un exorcista. Ellos son los que determinan cuánto dura tu estancia allí.

Este marco se mezcla con la homofobia étnica. Las etnias guineanas tienen también sus prácticas homofóbicas. La ley de peligrosidad social allí funciona con una estructura que si ellas mismas no te cuentan sus experiencias no sabes lo que pasa. He tenido que ir atando cabos a través de las entrevistas. Cuando te dicen que si ven a un policía echan a correr, lo describen como cuando un gay veía en España a un policía en tiempos de Franco.

¿Hay componentes racistas?

Sí, pero allí no se llama racista, se llama bonito -ríe-. La África Negra está anclada en esas independencias mal realizadas de las colonias, donde todavía no se acaba de asumir que las personas negras somos tan personas como las blancas y todo lo malo se atribuye al blanco. Todo lo que desconocemos es culpa de los blancos. Es racismo, claro, pero cuando lo dices entre ellos te dicen que no, que es que lo blancos son los malos. Como nos colonizaron... Pero es que eso ya pasó, lo otro aún no ha pasado.

¿Cuál es la solución?

Lo primero es que tiene que haber un reconocimiento. El reconocimiento de que existen personas negras homosexuales. Eso no se concibe en Guinea. Parece que los gays son los blancos. Tiene que haber un reconocimiento de que las personas negras somos personas y, por tanto, si las personas pueden amar a quien le dé la gana, siempre que no le hagan daño a nadie, ¿por qué nosotros no?

Segundo, que haya sensibilización a nivel institucional. No es lo mismo que lo haga una ONG por su cuenta a que lo haga el Gobierno a través de los medios, la escuela, que reconozca que existen. El problema es que ni siquiera lo reconoce, entonces cualquier persona tiene vía libre para hacer cualquier cosa con una persona homosexual. Si el gobierno a través de la ley no reconoce que existen personas homosexuales en su país, no hay negociación, no hay nada. Para proteger, primero hay que reconocer. Cualquier ley tiene una exposición de motivos donde se alega por qué se hace.

¿Y con las familias?

¿Por qué razón las familias rechazan a sus hijas o hijos homosexuales? Porque creen que están enfermas, poseídas por un espíritu blanco, tienen brujería... En el momento en el que se empiezan a hacer campañas y le dicen a una familia que tienen un hijo hermoso, que no está enfermo, que ama a otro hombre, que tiene una vida que vivir, que no puedes hacerle unas cosas porque tiene unos derechos... la familia se lo empieza a pensar. Si aquí en España le das una paliza de muerte a tu hijo y acaba en el hospital, el hospital llama directamente a la policía. Ya sabes lo que te espera si tú le haces daño a tu hijo.

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