La mexicana Lucrecia Domínguez intentó atravesar la frontera porque quería reunirse con su marido en Estados Unidos. El 'pollero' –traficante– le puso como requisito que no trajera a sus hijos, Jesús y Nora, de quince y siete años. “Son chicos, van a caminar muy despacio”, le dijo. La mujer, sin embargo, los llevó con ella y el traficante decidió seguir con el resto del grupo porque caminaban más lento. Los abandonó en pleno desierto de Arizona. Era verano de 2005.
“Lucrecia murió literalmente en los brazos de su hijo Jesús. Esto está pasando todos los días. Cada número esconde una familia destruida”. Enrique Morones lleva más de treinta años armándose de argumentos para defender los derechos de los migrantes en Estados Unidos.
Desde entonces, ha sido testigo de un muro “que ya existe y cubre un tercio de la frontera”. Por eso se revuelve en la silla cuando escucha el discurso del presidente de EEUU. Por eso insiste en que no es nuevo: “Todo el racismo que se está viviendo ahora había pasado antes pero sin una persona que se llamara Trump”. De semblante serio y corpulencia de exjugador de béisbol, prefiere responder con su lema: “El amor siempre le gana al odio y no tiene fronteras”.
“Los mexicanos del lugar donde nací no cruzamos el muro, el muro nos cruzó a nosotros”. De ascendencia mexicana, Morones nació hace 60 años en San Diego (California), pero “si hubiera podido escoger, habría escogido México. ”Yo nunca tuve el sueño americano, tuve el sueño mexicano“, asegura.
El activista ha viajado a España para difundir la labor de su organización Border Angels ('Ángeles de la frontera'), conocida por dejar bidones de agua en la ruta migratoria por el desierto con el objetivo de prevenir las muertes de los que se arriesgan a cruzar la frontera.
La ONG también lucha contra los estereotipos sobre la comunidad latina, convoca cada año 'la marcha migrante' y organiza actividades como los encuentros en el Parque de la Amistad, en la frontera entre el sur de California y Tijuana. “Estamos en España para pedir que empiecen un grupo de Ángeles de la frontera, aquí también se pueden hacer muchas cosas”, sostiene.
Llevan desde 1996 dejando bidones de agua en el trayecto fronterizo entre EEUU y México. ¿Cómo es migrar por el desierto?
La principal causa de muerte en la frontera es no tener agua. Se mueren por la sed, no pueden cargar suficiente agua y muchos mueren. En EEUU viven 11 millones de migrantes y la mayoría atravesó el desierto. En la frontera hay montañas, ríos, canales, pero sobre todo hay desierto. La gente cruza por donde no hay muro y cada día mueren una o dos personas. Desde 1994, han muerto más de 11.000 migrantes. El año pasado, unos 600. No queremos más muertes, queremos leyes justas.
Nosotros dejamos litros de agua tres o cuatro veces al mes en diferentes áreas a los dos lados de la frontera, porque la gente se muere en los dos. No sabemos por dónde pasan los migrantes, ya que también lo sabría la 'migra' (la patrulla fronteriza). Más personas se han ido sumando a la causa y ahora unos 25 grupos hacen una labor similar. Tenemos grupos grandes, de hasta 450 voluntarios. Antes de la victoria de Trump los máximos que teníamos eran 150. Ahora las personas están enojadas y quieren actuar.
También está el drama de los que fallecen en la frontera sin que nadie los identifique.
Un tercio de los migrantes que mueren no es identificada. Nosotros organizamos visitas al 'panteón de los no olvidados', donde hay 550 migrantes enterrados sin identificar. Cuando los encuentra la patrulla, los entierran allí porque nadie sabe quiénes son. No pueden llevar los cuerpos a México porque no son todos mexicanos.
Hace una semana fueron alumnos de una escuela católica y otra judía. La tradición cristiana coloca cruces, la judía coloca piedras encima de las tumbas. En ellas escriben “No olvidados” en hebreo, español o inglés para recordar que la vida de esas personas también vale, aunque murieran en la frontera trágicamente.
La valla entre EEUU y México ya separa familias. ¿Cómo son los encuentros que organizan en el simbólico Parque de la Amistad? ya separa familias
El parque fue fundado en 1971 y en 1994, EEUU comenzó su muro en este lugar sagrado. Allí llegan familias desde distancias muy largas porque se puede ver un poco al otro lado de la valla. Tiene unos hoyos muy chiquitos, apenas puedes meter la punta del dedo. Así se saluda la gente. Van a encontrarse porque, por ejemplo, la abuela se está muriendo de cáncer y van a despedirse de sus familiares. O parejas separadas por la deportación que van cada semana para hablar de cómo están, de cómo van los hijos... Es muy impactante.
El 30 de abril de 2013, Día del Niño en México, pedimos a la patrulla fronteriza que abriera la puerta por un momento para hacer algo simbólico. Una persona me reconoció. Se llamaba Luis, y nunca había abrazado a su hija al otro lado. Le di una camiseta de la organización y cuando se abrió la puerta, su hija Jimena lo vio y brincó a sus brazos. Solo teníamos dos minutos, dos minutos abrazándose.
Me partió el alma, teníamos que volver a abrir la puerta cada año. La migra estuvo de acuerdo y ahora son encuentros de 20 minutos. También los hemos convencido para el Día Internacional del Niño, en noviembre. En el verano quiero hacerlo otra vez, y así, poco a poco, abrir cada vez más el muro.
Vamos con el gran nombre propio, Donald Trump. Una persona que lleva tantos años trabajando en la frontera y ha presenciado tanto sufrimiento, ¿cómo vive el triunfo del discurso xenófobo del presidente de EEUU?
Este movimiento de odio es mundial y ya ha pasado antes en la historia. Me dio mucha tristeza cuando Trump lanzó su campaña atacándome a mí y al resto de mexicanos, diciendo que somos criminales y violadores, y el Partido Republicano no hizo nada.
Ha sido una vergüenza y una tragedia tenerlo como presidente. No está preparado, es racista, admitió haber atacado a mujeres. No va a durar más de año y medio. Lo van a quitar de ahí porque es la persona más peligrosa del mundo, puede causar la tercera guerra mundial. Pero no puede hacer lo que quiere, hay un sistema que está bloqueando muchas de las leyes racistas que trata de sacar.
Sin embargo, usted cuenta que lleva mucho tiempo combatiendo la xenofobia, no solo ahora con Trump.
En 1994, EEUU, que había dicho anteriormente “Señor Gorbachov, tumba el muro de Berlín”, comenzó su propio muro. Ese año aprobaron una ley muy racista, la Proposición 187. También fue el del tratado de libre comercio, el movimiento de los zapatistas... Todo ello causó que el flujo de los migrantes empezara a crecer muchísimo.
En 2005 comenzamos 'Gente unida', una organización para combatir el odio y el racismo. Había un grupo que se llamaba 'los cazamigrantes', gente que iba a la frontera con rifles para dispararles. Era increíble. Los enfrentamos con varios actos pacíficos. Nos colocábamos detrás de ellos con bocinas y gritábamos: “Son unos racistas, no crucen, es peligroso”. Seguimos hasta que nos deshicimos de ellos después de varios años.
También queríamos combatir los programas de odio en la televisión por cable, porque allá en EEUU hay programas que son muy peligrosos. Todo lo que se está viviendo ahora, con el racismo de Trump, había pasado antes pero sin una persona que se llamara Trump.
El presidente Trump se apresuró a cumplir su promesa estrella y en enero firmó la orden para seguir fortificando la frontera. firmó la orden
Te aseguro que México no va a pagar ningún centavo del muro. Primero, ya hay un muro que cubre un tercio de la frontera. Segundo, hay más migrantes saliendo de EEUU que entrando, voluntariamente y por las deportaciones. ¿Por qué, entonces, el muro? Cuando Trump lo construya, dará crédito a que la gente ya está saliendo, algo que sucede desde hace cinco años, y dirá que su muro ha parado el flujo migratorio.
Los mexicanos éramos el grupo más grande que entraba sin papeles. Ya no. La situación económica en México está mejor y muchos están regresando para encontrar trabajo allí. El grupo más grande que está entrando ahora son los centroamericanos.
También hay voces críticas con el trato que da México a los migrantes que transitan por el país.
Como muchos países, no les hemos dado la bienvenida. La mayoría del pueblo mexicano apoya a los migrantes y las leyes no son tan estrictas como las estadounidenses, pero EEUU le paga para que proteja su frontera sur. No tenemos muro con Guatemala, pero han intentado que México tome una posición más fuerte.
Tenemos que ser el ejemplo de cómo queremos que nos traten. Ahora hay muchos haitianos, unos 5.000, en Tijuana que quieren cruzar a EEUU y se les ha recibido muy bien. Muchos de los centroamericanos quieren quedarse en el país. Con Donald Trump constantemente atacando a México, el país se ha unido más. Cuando te atacan, te unes con tu gente. Ahora tenemos que mejorar nuestro trato a los migrantes, sin duda.
El flujo migratorio a EEUU, según apunta, ya estaba disminuyendo desde antes. Pero ¿han detectado algún cambio en la frontera desde la llegada de Trump a la Casa Blanca?
Lo que sí es diferente es que los migrantes que ya están en el país tienen miedo. Están preocupados por las deportaciones y las redadas. Con el presidente Bush había retenes en el interior del país. Con Obama no. Los republicanos, que son muy inteligentes, cambiaron el sistema para contar las deportaciones: se empezó a contabilizar a los que saltan el muro y los deportan el mismo día.
Un día le pregunté a Obama por qué no decía algo al respecto y me contestó que quería que los republicanos trabajaran con él en la reforma de migración. Le deseé suerte, porque no iba a ocurrir. Y no ocurrió.
Trump ha dado algunas pinceladas de su futura reforma migratoria. ¿Qué se sabe de este asunto?
Quiere deportar a todos los migrantes sin papeles y proteger a los “soñadores” –jóvenes y niños que llegaron al país de manera irregular– porque los estima. Entonces, si los estima, ¿por qué va a deportar a sus padres y a sus hermanos? Vivimos unos tiempos muy peligrosos. Nunca hemos visto más crímenes de odio contra migrantes, musulmanes y mujeres.
Tenemos que alzar la voz, la gente ya está tomando cartas en el asunto marchando y protestando, diciendo “no” al muro. Todos queremos proteger la frontera, pero hay que tratarlos de una manera más digna. Cada verano muere más gente debido al muro entre EEUU y México que en toda la historia del muro de Berlín.
¿Qué debería contener esta reforma?
Los 11 millones de migrantes que están en EEUU sencillamente quieren estar documentados. No quieren ser ciudadanos, quieren tener un documento que les proteja de la deportación. También, que las personas que quieran entrar puedan hacerlo por la puerta de delante. Ahora tienes que ganar cierta cantidad de dinero solo para poder solicitar el visado. La mayoría no lo tiene y por eso cruzan.
Urge a EEUU, porque es culpable de la salida de los migrantes de sus países. La invasión de Irak, la intervención en Centroamerica de Reagan, la demanda de droga ilegal, el consumo del 35% de los recursos naturales del mundo... Eso causa que la gente se vaya de su país de origen. EEUU debería darles la bienvenida.
Deben practicar eso que les gusta decir, los derechos humanos, sin ese muro de la vergüenza y la muerte. Una vez el senador Kennedy me dijo: “Enséñeme un muro de cinco metros que yo te enseño una escalera de seis”. Las personas que quieren cruzar van a encontrar una manera de hacerlo, como sucede aquí en Europa.
¿Cómo se combate la retórica criminalizadora del presidente sobre la migración?
La estrategia es que la gente sepa la verdad. En mi vida he oído que hay demasiados alemanes en EEUU, pero hubo un tiempo en que se decía. Si este discurso hubiera tenido éxito, no hubiera llegado Friedrich Trump, abuelo alemán de Donald Trump. Después dijeron que hay demasiados polacos, italianos, chinos... Ahora dicen que hay demasiados mexicanos.
Es muy importante que la gente sepa lo que ocurre, porque las mentiras vuelan: que los migrantes son criminales, que no pagan impuestos... Una persona sin documentos, según el Departamento de Justicia, es diez veces más probable que no sea un criminal, porque no quieren ser deportados. Quieren un trabajo para dar de comer a sus hijos o quieren reunirse con su familia. No arriesgan su vida para cometer crímenes. Sí pasa, pero son excepciones. Y claro que pagamos impuestos. Cuando compras algo nadie te pregunta si tienes papeles o no.
¿Qué opina de la situación en Europa, donde también hay muros?
En España, como en EEUU, deben tener leyes más justas. No vale construir muros con Marruecos o México que causan tantas muertes. El año pasado fue el más trágico, murieron más de 8.000 personas tanto en EEUU como aquí en Europa. Tienen que alzar la voz también. Es la juventud la que va a marcar el cambio, porque tiene algo que nosotros no teníamos: mucho acceso a la información. Un ataque contra alguno de nosotros, ya sea gay, migrante o musulmán, es un ataque contra todos.