El equipo de fútbol tunecino que se quedó sin jugadores porque todos migraron a Europa

Lorenzo Tondo, Marta Bellingrer

Ghardimaou, Túnez —

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Si los jugadores del club de fútbol Ghardimaou hubiesen entrado en el campo de juego la semana pasada, el estadio de la homónima ciudad tunecina habría estado abarrotado de aficionados, muchos de ellos niños, ondeando los colores azul y blanco del equipo. El club, que juega en la cuarta división de la liga nacional, debía enfrentarse al tercer clasificado, El Battan. No habría sido un partido fácil, pero el presidente del Ghardimaou FC, Jamil Meftahi, cree que sus jugadores podrían haberlo ganado.

El partido no se celebró. El club prácticamente ha dejado de existir después de que más de 30 de sus jugadores hayan abandonado el país, intentando, al igual que miles de sus compatriotas, llegar a Europa.

Sentado en una cafetería del centro de la ciudad, Meftahi, que también se desempeñó como jugador profesional de fútbol, hojea un documento de cuatro páginas en el que figuran los nombres de su antigua plantilla. “Hemos perdido 65 jugadores en los últimos cinco años”, dice. “Treinta y uno desde la temporada pasada y 14 desde el comienzo del nuevo año”. En marzo, tomó la difícil pero inevitable decisión de dejar de jugar.

Meftahi dice que, por lo que él sabe, la mayoría de los futbolistas han llegado con éxito a Francia o Italia. Cinco fueron expulsados por Serbia y otros partieron legalmente con un permiso de estudiante. De acuerdo con el Foro Tunecino para los Derechos Económicos y Sociales, sólo en 2022 unos 15.500 tunecinos llegaron a las costas italianas. Los organismos de derechos humanos atribuyen este éxodo masivo a la elevada tasa de desempleo, la inflación cada vez mayor, el malestar económico y la inestabilidad política del país norteafricano.

“Si pudiera, me iría”

“No culpo a los jugadores que han decidido marcharse”, dice Sider Miled, uno de los entrenadores del Ghardimaou. “Si pudiera, yo también me iría. En mi tiempo aquí, entrené a docenas de jugadores, hice planes... y mírenme ahora, estoy otra vez en el paro”.

El Ghardimaou es uno de los clubes más antiguos de Túnez, fundado en 1922 por un empresario francés cuando el país aún era un protectorado. Nunca llegó a la primera división, pero a lo largo de su historia ha sido cuna de muchos jugadores de talento. El propio Miled entrenó a dos jóvenes jugadores que actualmente militan en el Espérance Sportive de Túnez, uno de los clubes más populares de África.

“Este club era el orgullo de la ciudad”, dice Meftahi. “Pero, aquí en Ghardimaou, los jugadores eran todos voluntarios, de 17 a 22 años. Y como no tenían alternativas laborales, se vieron obligados a emigrar por falta de recursos”.

Los tunecinos constituyen la segunda nacionalidad más numerosa entre los solicitantes de asilo que llegan a Italia, representando más del 17% de los arribos del año pasado. La crisis económica del país que los impulsa a irse está teniendo un fuerte impacto en el deporte. Las autoridades italianas informaron en febrero de la presencia de un portero de élite -Khalil Zaouli, de 19 años, que jugaba en el equipo de primera división Avenir Sportif de Rejiche- entre una pequeña embarcación con decenas de tunecinos que había llegado a la isla de Lampedusa. Avenir declaró que se había marchado “debido a la crisis financiera a la que se enfrenta el club y a las difíciles condiciones de vida [en Túnez]”.

Romdhane Ben Amor, de FTDES, dice que la crisis en el país ha alcanzado un estado de suma gravedad que fuerza a cada vez más personas a marcharse. “Hay un sentimiento de desesperación total entre toda la población, ya sean licenciados con formación o personas sin estudios universitarios”.

“Están excluidos del sistema de visados. Ya no existe el estereotipo del inmigrante ilegal sin estudios... Ahora hay muchos más menores, mujeres, familias, graduados universitarios. Si bien algunos de ellos no están en una situación económica terrible, por razones políticas y falta de esperanza son muchos los tunecinos que no creen que el país vaya a salir del túnel”.

La “deriva autoritaria”

En su opinión, la decisión del presidente Kais Saied de cerrar el Parlamento tunecino y reprimir a los opositores políticos ha cimentado una “deriva autoritaria” en el país, donde sólo el 11% del padrón participó en las últimas elecciones nacionales.

“El factor político es el imperio de la ley. Los tunecinos no están interesados en el proceso político impulsado por Kais Saied... No creen que Saied pueda cambiar ni que él pueda mejorar la realidad en la que viven”.

Elias Stiti, de 40 años, entrenador del Ghardimaou y estudiante de doctorado en la Universidad de Kef, dice que la crisis deportiva de Túnez tendrá, junto con la crisis política y económica, un profundo impacto en el futuro de los que se queden. “El fútbol y el deporte en general son un proyecto educativo, social y cultural. El deporte no es sólo deporte, sino un arma poderosa contra la drogadicción y el extremismo”.

Se calcula que entre 4.000 y 6.500 tunecinos estaban afiliados al Estado Islámico en su momento de mayor apogeo y, según las autoridades tunecinas, una célula se escondía en 2018 en las montañas que rodean Ghardimaou.

Más muertes en el mar

Pero no es un viaje fácil ni seguro para quienes sienten que deben marcharse. Los grupos de ayuda humanitaria creen que cientos, si no miles, de tunecinos han muerto en el Mediterráneo tratando de llegar a Europa. Decenas de mujeres tunecinas siguen buscando verdad y justicia para sus hijos y maridos que desaparecieron durante su intento por llegar a Europa.

“Soy una madre que ha perdido a dos hijos: Mahdi y Hadi”, dice Jalila Taamallah, de Bizerte. “Se fueron de Túnez cuando tenían 20 y 24 años. Eran como gemelos, siempre juntos. Partieron desde Túnez en un barco el 30 de noviembre de 2019, eran seis personas y uno de ellos ya sabía cómo llegar de Bizerte a Mazara, en Sicilia. Nunca llegaron a Mazara, sus cuerpos fueron encontrados en diferentes partes de Sicilia después de varios días. Tres cadáveres de esa misma embarcación nunca han sido hallados. Antes de cruzar el mar, ambos intentaron obtener un visado: tres veces se lo denegaron desde Francia y desde Suecia”.

La semana pasada, en el campo de Ghardimaou, donde debía haberse jugado el partido contra El Battan, no había aficionados, ni pancartas, ni banderas. En su lugar, una docena de jóvenes jugadores de entre 12 y 14 años realizaban su sesión de entrenamiento semanal. Los equipos sub-14 y sub-17 son los únicos que quedan en activo en el club.

Meftahi los mira durante largo rato en silencio, hasta que, desconsolado, dice: “Seguirán divirtiéndose aquí durante un tiempo. Y finalmente, como sus hermanos, amigos y padres, dentro de unos años se encontrarán sin trabajo, sin alternativas. Y ellos también, como los demás, se harán a la mar a bordo de un pequeño barco de madera, en busca de un futuro mejor en Europa”.

Traducción de Julián Cnochaert.