Paloma, víctima de trata refugiada en España: “Mientras se compre sexo, esto seguirá”

“Quedan muchas más...”. Su voz titubea, sus nervios y su dolor desbordan en cada una de sus palabras, pero el significado de su primera frase le anima a continuar. Quiere hablar, por ellas. “Me encantaría ser la única pero, mientras existan gobiernos que se inclinen ante las mafias, mientras existan personas que compren niños y mujeres, y mientras exista esta falta de moral de comprar sexo, de consumir drogas, esto va a seguir en cualquier parte del mundo”, describe a eldiario.es. España ha concedido el asilo por segunda vez en la historia a una víctima de trata, la primera que ha decidido contar su historia a pesar del sufrimiento amontonado en sus recuerdos. Paloma huyó de una red mexicana dedicada al narcotráfico que la explotó sexualmente, la obligó a tomar drogas y la forzó a hacer ritos satánicos.

Necesita que todo acabe para que todo vuelva a empezar. Pero, antes, retorna una vez más al principio del fin de su primera vida. Es su forma de ayudar a las que no lograron escapar, las mujeres y niños que quedaron en el local regentado por un cártel de droga mexicano donde las violaban, las obligaban a prostituirse o imponían su participación en ritos satánicos. Tras un largo proceso de dos años, la Oficina de Asilo y Refugio -competencia del Ministerio del Interior- decidió hace un mes conceder el estatuto de refugiada a Paloma. Una decisión que le asegura residencia en este país de por vida, el principio de “no devolución”.

Desde Accem, ONG que ha dado seguimiento al caso, celebran la noticia como un nuevo paso para el reconocimiento del asilo a las víctimas de trata ya que, hasta octubre de 2013, España había rechazado todas las solicitudes que alegaban esta clase de motivos.

Su historia

Paloma (nombre ficticio) es mexicana. Su vida en su país era tranquila, tiene estudios universitarios, experiencia laboral y diferentes aspiraciones profesionales. En un momento de su vida decidió trasladarse a otra ciudad por motivos profesionales. Fue allí donde se le acercó una mujer y le habló de una oferta laboral por la que concertaron una cita.

No encontró lo que imaginaba. El local estaba regentado por un cártel de droga mexicano. “En ese momento se percata del engaño. Se encuentra a otras chicas explotadas sexualmente, ve a hombres armados. Ella también fue explotada, obligada a consumir droga y forzada a realizar rituales satánicos de culto a la santa muerte”, explica Marta Ortega, abogada del departamento jurídico de Accem. Sin saber muy bien cómo, tras tres semanas de cautiverio y violaciones, Paloma logró escapar.

Según la Agencia de las Naciones Unidas para el control de las Drogas y la Prevención del Delito (ONUDD), y el Informe de Trata de Personas del Departamento de Estado de EEUU, México está catalogado como fuente, tránsito, y destino para la trata de personas, para los propósitos de la explotación sexual comercial y del trabajo forzado. Los grupos considerados más vulnerables para la trata de personas en México incluyen a mujeres y los niños, las personas indígenas, y los migrantes en situación irregular.

“Sé que estoy viva de milagro”, dice Paloma, con su voz rota de dolor. Reconoce que podría llegar a disculpar a sus captores. “Puedo entender que necesitasen dinero, y que por ello me engañasen, me vendiesen... y me obligasen a verme envuelta en esa situación. Les perdono y les bendigo”. No puede decir lo mismo sobre el país que escuchó sus denuncias y calló. Sus palabras adquieren mayor ira cuando habla de los consumidores de la prostitución. Su mensaje se dirige a ellos de forma contundente:

“A la gente que consume, felicidades porque están enriqueciendo a las mafias. Felicidades porque, gracias a ustedes, miles de niñas y de mujeres en estos momentos están secuestradas para que podáis disfrutar del sexo como queráis... Por dios, son seres humanos, son niñas igual que tus hijas, que son madres igual que tu madre, que son tías, abuelas...”.

Cuando creía que todo había acabado, comenzaba su segunda pesadilla. Intentó volver a su estado, con su familia, y olvidar todo. Pero no le dejaron. “Empezó a recibir llamadas de extorsión y amenazas. Entonces, se vio obligada a huir para tratar de recibir protección. Inició un periplo por diferentes estados mexicanos, acudió a las autoridades más altas, incluida la Procuraduría General de la República [máximo órgano del poder judicial en México] sin encontrar la respuesta ni la justicia que necesitaba. Nadie en su país es capaz de blindarle la protección”, explica su abogada que, por todas esas circunstancias, entendió que su historia cumplía todos los requisitos para ser beneficiaria del estatuto de refugiada: “Tenía un temor fundado de persecución, se enfrenta a un riesgo real en caso de retorno y las autoridades de su país han sido incapaces de protegerla”.

Su única salida era dejar su país. Llegó a España y, tras un largo proceso de dos años -según la legislación vigente las solicitudes deberían ser resueltas en un plazo máximo de seis meses-, consiguió el inicio de su tranquilidad: ser refugiada en España, estar segura de que no podrán obligarla a regresar a México, sentirse protegida. Aún hoy, lejos del cártel que truncó su vida, teme dar demasiados detalles acerca de su lugar de origen, oculta cualquier pista que pudiese revelar datos sobre su paradero a sus captores.

Paloma se siente traicionada por el país en el que creció. “Sigo sin entender el actuar de la policía, sigo sin entender el porqué en las mismas procuradurías los policías me decían que intentarían enviar mi caso pero que dependía de si caía en una mesa buena, o una mala”, confiesa la mexicana. No encontró la mesa 'buena'. “Toque tantas puertas como pude...”, añade mientras trata de esconder el acento del Estado del que se avergüenza. “No puedo cantar un himno cuando en este momento [en México] es tan facil que las mafias capten a mujeres y a niños. Si la misma policía les ayuda en todos los niveles. No hay manera de acabar con ello hasta que toda esa corrupción se limpie”.

Los obstáculos al asilo de las víctimas de trata

Desde Accem consideran la noticia como un nuevo paso hacia la esperanza para muchas víctimas de trata que han solicitado asilo o se plantean denunciar. Organizaciones especializadas llevan años denunciando las dificultades impuestas por el Gobierno para conceder el asilo a las mujeres que sufren esta clase de persecución. Desde 2009, la Ley española incorpora los motivos de género, que incluyen la explotación sexual y la trata de personas como forma de garantizar la necesidad de protección internacional a sus víctimas. Pero su aplicación en la realidad es complicada. Desde entonces, el Estado solo ha concedido el refugio a dos mujeres que alegan esta clase de argumentos.

“Intentamos materializar poco a poco la legislación vigente en la realidad, para que otras personas puedan ser beneficiarias de la protección internacional. Es un camino que estamos iniciando, tenemos que superar las trabas que nos encontramos siempre a la hora de aplicar las novedades legislativas”, aclara Marta Ortega. Generalmente, los obstáculos están relacionadas con la existencia de otras vías, , establecidas por la Ley de Extranjería, por las que las víctimas de trata pueden solicitar protección. Sin embargo, en algunos casos, estas garantías son insuficientes.

La Defensora del Pueblo lleva años efectuando al Gobierno recomendaciones al respecto. Su último informe sobre la trata destaca las carencias en la identificación de las víctimas e insta a reforzar la colaboración entre las autoridades y las ONG especializadas. También menciona irregularidades en los procedimientos de asilo. “Defensoría ha podido comprobar mediante sus investigaciones que el organismo encargado del examen y resolución de las solicitudes de protección internacional, con carácter general, excluye toda solicitud de protección internacional basada en el hecho de ser o haber sido víctima de trata”, sentencia el último documento monográfico al respecto (2012).

Durante el pasado octubre, España concedió el asilo por primera vez a una víctima de trata. La beneficiaria, una mujer nigeriana, llegó a España cruzando el Estrecho en una embarcación neumática y, con el apoyo de Cruz Roja, denunció a la red de explotación sexual que la había captado en su país de origen. Durante su viaje por África para alcanzar Europa, sufrió incalculables violaciones y fue obligada a abortar en dos ocasiones con métodos clandestinos.

La Red Española contra la Trata de Persona (RECTP) considera que el Gobierno no cumple con sus obligaciones respecto a la protección de las víctimas. Además, solicita una Ley Integral contra la Trata para perseguir estas prácticas y mejorar en la identificación de las personas que la sufren, una tarea pendiente en España. Según esta plataforma de ONG entre 40.000 y 50.000 mujeres son explotadas sexualmente en nuestro país. Las cifras que maneja la Policía Nacional mencionan 12.000 personas.

Las palabras públicas de Paloma son también una manera de visibilizar la importancia de la concesión de asilo hacia las víctimas de trata. La mexicana muestra su agradecimiento a España por protegerla pero también recuerda que quedan muchas más, que es necesario que escuchen a todas aquellas que solicitan su ayuda.

“He trabajado mucho el perdón a cada una de las violaciones, me ha tocado perdonar los ritos, y en lo general, perdonar que hayan destrozado mi vida. Allá. Porque aquí no lo voy a permitir”, asegura Paloma minutos antes de zanjar esa etapa de su vida entre lágrimas. Minutos antes de dejar de lado el “allá”, y empezar a olvidar aquí. Rompe a llorar. Quiere que todo acabe. Y, para ella, todo ha acabado ya; todo está por comenzar.