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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

“España exigía la democracia en Guinea Ecuatorial hasta que apareció el petróleo”

El guineano Andrés Esono, principal opositor del dictador Teodoro Obiang, afronta las elecciones legislativas y municipales de este domingo desde una más que previsible derrota. Pero las denuncias de fraude que ensucian cada una de las citas electorales en Guinea Ecuatorial no hacen tambalear su propósito de “lograr la democratización del país”.

El secretario general de Convergencia para la Democracia Social (CPDS) es uno de los impulsores de la coalición electoral Juntos Podemos que, junto con Unión de Centro Derecha, pretenden unir fuerzas para plantar cara al partido de Obiang, que acumula casi 40 años de dictadura en el país africano.

Está de visita en España para captar la atención internacional ante la “inexistencia de garantías” que avalen los próximos comicios que pretenden elegir los diputados del parlamento ecuatoguineano, que en la actualidad cuenta con solo un representante de la oposición.

Su esperanza está en las calles: “Si hay fraude, la población tiene que manifestarse para exigir que lo que se diga en las urnas se respete”.

Este domingo, se celebran elecciones legislativas y municipales. ¿Qué garantías tienen?

Ninguna. No tienen ninguna garantía porque el gobierno no ha cambiado nada. No ha cambiado la ley electoral aunque ni siquiera cumple la deficiente legislación actual. No ha invitado a observadores de la Unión Africana y rechaza invitar a los de la UE y otros organismos imparciales.

Estos observadores, en las elecciones de 2013 y 2016, hicieron unas recomendaciones sencillas: que todos los candidatos tuviesen acceso a los medios de comunicación y que se limitase el uso abusivo de los recursos del Estado por parte del partido del poder. No está cumpliendo ninguna. Siempre hacen las mismas recomendaciones, pero el Gobierno nunca las cumple. Estas elecciones no van a ser diferentes y parece que pueden ser incluso peor.

¿Por qué?

Porque se celebran en un momento muy delicado en lo que se refiere a la situación económica. Hay una grave crisis económica y social en el país: miles de personas han perdido su puesto de trabajo, hay mucha pobreza.

El Gobierno siempre ha contado con el miedo de la población que le vota. Piensa que, con ese miedo, mucha gente prefiere no meterse en temas políticos ni votar a la oposición porque perdería su trabajo. Ahora que lo han perdido todo, estarían dispuestos a votar en contra del régimen, por lo que la represión sobre la población es aún mayor, con el objetivo de volver a alzarse con ese 99% que siempre consigue en las elecciones. El régimen hace las elecciones solo para hacer parecer que hay democracia en Guinea, aunque en realidad esta no exista.

Al fraude electoral se une, denuncia, la represión a los opositores.

Hacer la oposición en Guinea Ecuatorial es una de las profesiones más arriesgadas. En Guinea la oposición no tiene derecho a nada, ni siquiera a trabajar. No solo le pasa a los políticos, los militantes conocidos de la oposición no tienen derecho a trabajar. Incluso los sospechosos de simpatizar con la oposición también tienen problemas. Un opositor no puede ganar un juicio si lo tiene contra el partido del poder. No tenemos derecho a nada.

La última vez que viajó a Madrid, donde se reunió con diferentes partidos políticos españoles, fue detenido a su regreso a Guinea Ecuatorial. ¿Qué pasó?

Sí. Después de Madrid, fui a Alemania y Colombia. Al volver, me detuvieron en el aeropuerto, me dijeron que tenían información de la Interpol de que había comprado armas en Bélgica para dar un golpe de Estado, lo cual era falso. Gracias a la movilización de partidos políticos españoles, e incluso del Gobierno, me liberaron a las 24 horas.

¿Cómo se las arregla entonces para realizar esta labor de oposición?

Buena parte de los que estamos en este partido hemos estudiado en España por lo que tenemos ciertas ventajas. Yo trabajo para la UNED por lo que no pueden obligar a la UNED a que me eche del trabajo. Mis compañeros, muchos ingenieros, economistas, médicos, van dando clases en colegios de monjas o en el colegio español. De eso vivimos.

Pero, con nuestros recursos, tenemos que intentar mantener el partido. Estamos en una situación de presión constante. De miseria constante. El partido muchas veces tiene que hacer de ONG para personas que se nos acercan porque no tienen ni para comprarse unas aspirinas. Tenemos que encargarnos de militantes que, por el hecho de apoyar la oposición, han perdido sus trabajos.

A usted le llegaron a acusar de comprar a un enfermo de ébola para meterlo en el país. ¿Qué ocurrió?comprar

Sí, son situaciones surrealistas. En enero se celebró la Copa África. Marruecos la había rechazado por la situación del ébola. Y nosotros nos preguntábamos: ¿cómo vais a aceptar la Copa? ¿De qué partida presupuestaria vais a sacar los 40 millones de dólares? ¿Cómo va a prevenir los casos de ébola un país que tiene la sanidad por los suelos? Entonces, pedimos a la población que no fuera a los estadios, pedimos un boicot. Poco después, publicaron una noticia diciendo que yo había ido a los países afectados por el ébola para comprar a un enfermo y traerlo a Guinea, matar a la población y decir: mirad, esto es lo que decíamos.

Surrealista. Fuimos a los tribunales a denunciarlo. La policía fue bochornosa, prefabricó tarjetas de embarque de los supuestos viajes. Yo les decía: ¿dónde están los sellos en mi pasaporte? No lo pudieron demostrar. Trajeron a un delincuente internacional que dijo que yo le había ido a ver para ofrecerle dinero a cambio de meterlo en Guinea y que luego, decía, no le pagué y le amenacé.

Los medios estuvieron cuatro meses con el tema. Llamándome asesino pero sin dejarme hablar. Me dejaron en una especie de arresto domiciliario, solo podía ir a la oficina y poco más. Fue una violación de mis derechos a la defensa, a la presunción de inocencia, al derecho de expresarme. Hubo un intento de meterme en la cárcel pero finalmente, no sé si por la presión internacional o por la vergüenza, dejaron pasar el caso.

Las relaciones entre el Gobierno español y el ecuatoguineano son aparentemente buenas. ¿Qué papel tiene España en su intento de impulsar un cambio?

Las relaciones no son buenas aunque lo digan, pero el Gobierno de España no exige con contundencia el fin de la represión y las vulneraciones de derechos humanos. Pero a la mínima que quiera España exigirlo, el gobierno lo tachará de injerencia política y habrá consecuencias. El Gobierno guineano quiere que España solo coopere y reconozca a Guinea como gobierno democrático.

¿El Gobierno de España cumple con esa exigencia?

Los gobiernos españoles no son muy contundentes a la hora de exigir el respeto de los derechos humanos. Antes sí: cuando Guinea era un país pobre. Desde que empezó a explotar los recursos y todas las empresas petroleras querían entrar, las exigencias al gobierno empezaron a ser cada vez más débiles y tímidas. El petróleo y el dinero han pasado a ser más prioritarios que la exigencia al respeto de los derechos humanos de Guinea.

Ahora que se está explotando sus recursos y las empresas quieren entrar, las exigencias han bajado. No solo por el interés de los gobiernos de llevar multinacionales al país sino también porque el margen de maniobra para presionar al gobierno también se ha reducido.

El gobierno guineano ya no depende de la ayuda internacional, así que les puede mandar a freír espárragos porque tiene recursos propios y recursos codiciados por las grandes potencias. El Gobierno de Guinea siempre ha jugado con esa baza. Si Occidente le presiona demasiado, se dirige a los chinos para que ocupen su espacio. Y a Occidente no le interesa que China ocupe el espacio.

Su partido, Convergencia para la Democracia Social (CPDS), se ha unido con Unión de Centro Derecha (UCD) en la coalición electoral Juntos Podemos. ¿Por qué?

Hemos hecho la coalición ante una situación en la que el partido del Gobierno usa todos los recursos del Estado a su antojo. Por ejemplo, la prensa. Hemos mantenido una reunión con el Gobierno y nos han asignado un equipo de radio y televisión. Graban imágenes de nuestros actos pero, en el momento de informar, solo emiten unos segundos de imágenes y no permiten que salga nuestra voz. Ellos hablan por nosotros y dicen lo más intrascendente de nuestro discurso. Ante esa situación, vimos que un solo partido no puede enfrentarse al partido del poder. La unión hace la fuerza. Por eso lanzamos un único mensaje de unión por el cambio a la población, a los militantes que nos exigen esa unidad .

Tenemos la experiencia de 1995, la única vez que la oposición se unió. Y tenemos la experiencia de otros países africanos donde han conseguido deshacerse de dictaduras gracias a ello. Cuando estamos unidos, somos más fuertes.

¿Qué posibilidades reales tienen de obtener más escaños?

Las posibilidades que tenemos se basan en poder llegar a la población para decirle que “ahora o nunca”. Y, si hay fraude, la población tiene que salir a la calle para exigir que lo que se diga en las urnas se respete.

No hay agua, no hay hospitales, los hospitales son privados para la gente con recursos. El régimen no ha construido escuelas. Se ha invertido mucho en otras construcciones: puentes enormes, grandes hoteles, aeropuerto desde el que no salen aviones durante semanas… Y no se ha construido ni una escuela. Tanto es así que los centros privados tienen que establecer turnos.

Para ejemplificarlo: en el distrito electoral de Bata, hay 38 centros de enseñanza secundaria, de ellos 33 son privados, construidas por asociaciones religiosas o familias para que los niños no estén en la calle. De los cinco que hay, tres se construyeron en la época colonial y dos con (el anterior dictador Francisco) Macías. En este régimen, no ha construido ninguno. No han construido infraestructuras que beneficien a la población. No. La población vive al margen del petróleo. Gracias a esas obras, hay una ley de inversiones según la cual todas las empresas extranjeras tienen que contar con un socio local, siempre del presidente y de su familia o del poder.

Pide que sus votantes salgan a la calle pero ¿qué consecuencias suele tener para la población manifestarse contra el Gobierno?

Hay una ley que permite que los ciudadanos se manifiesten pacíficamente pero nunca han permitido una manifestación de la oposición. Las únicas que se celebran en Guinea Ecuatorial son de apoyo a Obiang o a algún miembro de su familia, pero nunca hay una manifestación de interés social.

En 2013, tras el fraude electoral, anunciamos que nos manifestaríamos, el Gobierno no nos dio permiso y el día de la protesta amaneció con toda la zona acordonada por tanques. A mí me detuvieron junto con otros compañeros a pesar de que habíamos anunciado que lo íbamos a hacer para que la manifestación transcurriese con normalidad. Nuestra sede permaneció dos semanas rodeada, asediada.

Pero volveremos a salir, porque la población guineana está muy cansada. Uno puede aguantar la represión y la falta de libertades cuando se le da de comer. Pero no puede aguantar la represión mientras ve que sus niños no tienen ni para comer ni tienen dinero para estudiar. En estas condiciones si unos no tienen dinero para pagar, no irán a la escuela. Es difícil que uno aguante tantas privaciones, porque la situación al final acaba estallando.

La oposición llamó una y otra vez al gobierno a sentarse pero siempre la maniobra para distraer a la gente, para engañar.

¿Cuáles son las principales reformas que proponen para generar ese cambio?

Querríamos producir cambios en la Constitución y en varias leyes del país. Reducir los poderes del jefe de Estado, que el Parlamento pueda desarrollar su labor, que el actual ni legisla ni controla al gobierno: solo se limita a ratificar las decisiones que el Gobierno manda al parlamento. No ejerce de control: es dependiente del gobierno. Por eso, necesitamos un cambio constitucional en el senado, que solo bloquea todo lo que sale del Parlamento y no venga del partido del gobierno.

Teniendo en cuenta este atosigamiento que relata, ¿no piensa en tirar la toalla?

A veces da miedo porque en Guinea te puede pasar de todo. Sigo porque ¿de qué me sirve ir al exilio? Si todavía hay un margen para seguir luchando por la democracia, tengo la confianza en que terminará llegando a Guinea Ecuatorial porque la causa de la democracia es una causa justa. Lo importante es mantener la llama de la lucha encendida. Si no lo hacemos nosotros, ya lo harán otros.