“Este no es el momento de asustarse, sino de tomar medidas. Lo más importante debería ser la dignidad humana”, dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, el 9 de septiembre de 2015, el día en el que expuso el plan de Bruselas para responder a la mayor crisis humanitaria de refugiados registrada en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Lo hacía antes de chocar con la oposición de los países del Este y el compromiso incumplido de quienes decían apoyar la acogida de 160.000 personas.
Este martes, 26 de septiembre, 160.000 refugiados llegados a Grecia y a Italia deberían haberse beneficiado ya del programa de reubicación aprobado en 2015 por los Estados miembros. Expirado el plazo, solo han sido trasladados 28.242 solicitantes de asilo, un 18% de las personas acordadas. Las cifras evidencian el fracaso del único compromiso vinculante alcanzado por la UE para asumir la acogida de las miles de personas que cada día arribaban a Europa durante la llamaba crisis de refugiados.
Tan solo Malta, cuya cuota era de 137 personas, ha cumplido su palabra. Finlandia se ha quedado cerca, con un 92% de personas reubicadas respecto a la cuota establecida en la primera etapa del proceso de reubicación. La segunda no se ha llegado a aplicar ante la falta de cumplimiento.
Al final de la cola, se encuentran los Estados que mostraron su claro rechazo a los refugiados, los países del Este, cuyos gobernantes han destacado por las declaraciones xenófobas vertidas sobre los solicitantes de asilo.
Pero no están solos. España, Francia y Austria también forman parte de los 10 Estados con menor índice de cumplimiento de la cuota de reubicación establecida en la primera etapa del proceso (que abarcaba el reparto de alrededor de 98.000 personas).
España, que solo ha recibido a un 14% de los refugiados a los que se comprometió a trasladar desde Grecia e Italia, es superada por Rumanía, cuyo gobierno voto en contra del sistema, a diferencia del Ejecutivo español.
El ínfimo porcentaje de cumplimiento por parte de los Estados miembros es el principal reflejo del fracaso del programa pero, según las ONG como la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) u Oxfam Intermón, el propio sistema y su aplicación acumulan una serie de “errores” que explican unos resultados previsibles desde hace meses.
La falta de la aplicación de medidas coercitivas contra los Estados que no cumplan, la limitación del programa a refugiados de nacionalidades específicas, la descoordinación entre los agentes implicados en el proceso o el acuerdo entre la UE y Turquía son algunas de las razones que han derivado en que tan solo un 18% de las plazas comprometidas hayan sido ocupadas, analizan desde CEAR.
El fracaso del único compromiso vinculante
Había pasado una semana de la muerte del niño refugiado Aylan Kurdi. La imagen de su pequeño cuerpo sin vida en una playa turca aceleró las reuniones comunitarias en materia de migración y provocó la primera decisión, un primer compromiso de acogida que, aunque para las ONG y organismos internacionales era insuficiente atendiendo al elevado número de llegadas, era un acuerdo vinculante.
A golpe de tragedia y emergencia, el Consejo Europeo aprobó la creación de un mecanismo de reubicación de refugiados, con el objetivo de redistribuir a las miles de personas que estaban llegando a Grecia, Italia y Hungría a los diferentes estados miembros. A través de un sistema de cuotas establecido por Bruselas, cada país aceptaba la acogida de una cifra específica de refugiados hasta trasladar a un total de 120.000, que se unían a los 40.000 plazas comprometidas en julio. A España le correspondían 16.231.
Además, de forma paralela, los Estados miembros mantenían el compromiso de reasentar a 22.504 personas desde los países extracomunitarios que más refugiados acogen, como Jordania, Líbano o Turquía. En este caso se trataba de un compromiso político, pero no vinculante. El Gobierno de España aprobó traer a 1.449 personas por esta vía. De momento, han llegado 631. Aunque tampoco cumple, en el conjunto de la UE los resultados son algo más alentadores: 17.305 personas ya están en Europa a través de este mecanismo.
El plazo acaba con 54.000 plazas en el aire
Las señales del inicio del fracaso aparecieron el mismo día de la votación con la que el Consejo Europeo daba luz verde al sistema. La iniciativa salió adelante con el voto en contra de varios países del Este. Frente al resto de los Estados miembros, República Checa, Hungría, Eslovaquia y Rumanía confirmaban su “no” rotundo a los refugiados. Aunque la iniciativa fue aprobada del mismo modo, la negativa de Viktor Orbán trastocaba el acuerdo desde su base, dado que el plan de reubicación contemplaba el traslado de 54.000 refugiados desde Hungría.
¿Qué pasaría entonces con esas 54.000 plazas comprometidas que correspondían a Hungría? Los 120.000 refugiados se distribuirán entre los países de la UE en “dos etapas”: la primera, los 66.000 llegados a Italia y Grecia, y durante el segundo año el reparto de otros 54.000 refugiados, cuya redistribución quedaba pendiente. Y continúa pendiente ahora.
Esas 54.000 plazas han quedado en el aire, aunque, tal y como defendió la Comisión Europea, podrían ser sustituidas por reasentamientos desde Turquía.
En todo caso, el Ejecutivo español comunicó en septiembre de 2015 su compromiso de trasladar a España a un total de 17.313 personas (en el que se incluye su cuota inicial del plan de reubicación y la cifra aceptada del programa de reasentamiento), de las que finalmente han sido acogidas 1.910 a través de ambos mecanismos.
Criterios “discriminatorios” por nacionalidad
Los problemas del mecanismo quedan evidenciados también en el número de solicitantes de asilo registrados y listos para ser trasladados una vez finalizado el plazo. Según admite la Comisión Europea, hay 10.000 personas “reubicables” en Italia y Grecia en base a los criterios establecidos por Bruselas. Esta cifra puede aumentar ya que todavía pueden continuar registrándose en el sistema aquellos solicitantes de asilo que hayan llegado a las costas griegas o italianas antes de este martes.
Detrás de la baja cifra de personas preparadas para ser reubicadas en comparación con los compromisos de reubicación, se esconden varios factores, entre los que Acnur y las organizaciones especializadas destacan los “férreos requisitos” impuestos para poder beneficiarse del programa. Desde el inicio, recuerda CEAR, se limitó la reubicación a personas de nacionalidades que superaban una tasa de reconocimiento de protección internacional de un 75% de media del conjunto de Estados miembro. Este criterio limita el programa a los originarios de Siria, Eritrea, Yemen y otros países cuyos nacionales no suelen tomar esta ruta migratoria.
“Eso ha dejado fuera a miles de personas que han llegado a Italia y Grecia de países como Afganistán, Irak, Sudán o Nigeria, que no cumplen ese requisito a pesar de que en sus países se vivan graves conflictos”, asegura Paloma Favieres, letrada de CEAR.
Sin embargo, el propio fracaso del sistema, insisten desde la ONU y desde distintas ONG, no exime a a los Estados miembros de acoger la cifra comprometida de refugiados. En primer lugar, de momento, esas 10.000 personas registradas en el sistema, esperan ser trasladadas. “Es urgente que los Estados miembros los sigan reubicando incluso después del 26 de septiembre”, ha señalado la Comisión Europea en un comunicado reciente.
“Los países de la UE parecen haber dejado de lado el derecho de asilo”, han afirmado desde CEAR. “No ha hecho falta que gobiernen los partidos con un discurso claramente xenófobo”, han añadido. La falta de voluntad política es, a juicio de las organizaciones consultadas, la base sobre la que no ha podido levantarse su “compromiso con la acogida”.
En esta idea insistía también el presidente de la Comisión Europea hace dos años, aquel 9 de septiembre de 2015: “¿Hemos olvidado que, tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, cerca de 60 millones de personas fueron refugiados en Europa? Tenemos los medios para acoger a los que huyen de la guerra el terror y la opresión”.