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La española detenida al entrar en Reino Unido tras el Brexit: “Venía a buscarme la vida y se me ha tratado como a una delincuente”

Pasajeros internacionales recién llegados a Londres

Cristina Puerta

14 de mayo de 2021 22:22 h

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El pasado 3 de mayo, María (nombre ficticio), una joven española de 25 años, fue retenida a su llegada al aeropuerto de Gatwick, en Londres. Mientras esperaba a que un agente fronterizo comprobase su pasaporte, un guardia se le acercó y le preguntó por el motivo de su visita. La joven respondió con honestidad que iba a Reino Unido en busca de trabajo. Los agentes consideraron su entrada ilegal y la destinaron a un centro de detención de inmigrantes, Yarl's Wood, al oeste de Cambridge. 

Tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea, los ciudadanos de la UE que quieran trabajar en el país anglosajón deben cumplir una serie de requisitos y solicitar un visado de trabajo. Si no, el Gobierno británico puede proceder como lo ha hecho hasta ahora con aquellos que han entrado al país sin cumplir con las condiciones necesarias. 

Sin embargo, la regulación del Ministerio de Interior británico sí acepta que los europeos accedan a su territorio para buscar trabajo o hacer entrevistas. En caso de que consiguieran una oferta de trabajo, deberían volver a su país de origen y solicitar un visado de forma oficial. Los últimos datos recogidos por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS) para el Ministerio del Interior muestran que, en 2019, pasaron por los diez centros de retención que tiene Reino Unido un total de 24.443 personas, de las que 3.942 (el 16%) provenían de la Unión Europea. 

La situación del mercado laboral en España llevó a María, que estudió Criminología, a hacer las maletas y coger un vuelo, como tantos otros españoles han hecho en la última década. Tras pasar cinco días retenida y otros nueve en cuarentena, cogerá el vuelo de regreso a España este lunes.

El suyo no es el único caso de ciudadanos europeos que han sido enviados a centros de detención de inmigrantes tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea. El Ministerio de Interior de Reino Unido no ha publicado todavía datos del número de ciudadanos europeos retenidos en estos centros desde comienzos de año, aunque medios como Político.eu tienen conocimiento de alrededor de 30 casos. En Reino Unido no hay un tiempo límite de los días que una persona puede ser retenida en estos centros. Del total de personas enviadas a estos lugares durante la última década (2010–2019), un 66% permanecieron menos de 29 días; un 17% pasaron entre 29 días y hasta dos meses y un 14% entre dos y seis meses.

Las reglas del juego han cambiado tras el Brexit. Los ciudadanos de la Unión Europea están descubriendo ahora el tratamiento que aquellos de fuera del bloque llevan recibiendo durante mucho tiempo.  

¿Era consciente del nuevo sistema de puntos y del programa de asentamiento para europeos?

Estaba confundida. Sabía qué hacía falta el estatus de preasentado y, de hecho, en enero lo solicité. Lo que pasa es que tenía que haber pasado menos de medio año desde que habías estado en el Reino Unido, y yo hacía un año que no viajaba allí. Entonces, no entregué ningún papel, ya que me solicitaban que los documentos fuesen de hacía menos de medio año. 

No entregué nada y no me lo dieron. Yo pensaba que con haber vivido aquí en 2019 y tener el número de la seguridad social, podría volver a trabajar y, nada más llegar, pedir el estatus de preasentado desde aquí. Y ese fue el error, que no podía. Esa condición de preasentado sólo era posible solicitarla si estabas viviendo aquí desde antes del mes de enero.

¿Qué pasó cuando llegó al aeropuerto de Gatwick?

Cuando estaba en la cola para enseñar el pasaporte un guardia de seguridad me preguntó que a qué venía y le dije la verdad, que había estado trabajando aquí y que volvía a trabajar. Seguí haciendo la cola, fui a buscar el pasaporte y ahí empezaron a hacerme preguntas, que a qué venía, si tenía familia aquí, que cuándo había estado… Se quedaron mi pasaporte y me llevaron a un lado, entre cuatro paredes de metacrilato. Después de un rato nos acompañaron con un guardia de seguridad a por las maletas [a la entrevistada y a otro chico al que también retuvieron] y lo registraron todo. Me hicieron explicarles lo que llevaba y luego me dejaron coger las cosas y nos llevaron a la habitación, donde estuve encerrada casi 12 horas.

Mientras ocurría todo, ¿mantenía informado a alguien sobre tu situación? 

Tenía mi teléfono y estaba hablando con mi hermana porque vive aquí y con una amiga que también vive aquí. Les estaba contando lo que estaba viviendo porque tampoco sabía lo que estaba pasando. Del aeropuerto yo tenía que coger el tren hasta London Bridge, dónde había quedado con ella, pero le dije, “espérate. No salgas porque yo aún no he pasado los controles y no sé cuánto voy a tardar.” Pero claro, les contaba lo poco que sabía.

Al principio, intentas mantener la calma y pensar que se va a solucionar, pero cuando me empezaron a registrar las maletas me puse un poco nerviosa. En ese momento, el chico que estaba realizando el registro me dijo que seguramente me iban a devolver a España. Que me tenían que hacer una entrevista, pero que era lo normal. Ahí lo vi bastante claro y ya no pude mantener la calma. Aún podía hablar con mi hermana y con mi amiga, se lo empecé a contar, pero claro, también sin saber nada seguro.

¿Le explicaban en todo momento lo que estaba pasando?

No sabes nada en ese momento. Tuve suerte que el chico que me registró las maletas me explicó un poco. Cuando terminamos con las maletas nos llevaron ya a una habitación sin ventanas en el aeropuerto. Me encerraron en la sala donde estaban también el resto de los detenidos y todo esto sin explicarme nada. Y ya sin teléfono. Me dijeron que dejase el móvil en la mochila, sin explicarme que no iba a poder disponer de él en las siguientes 12 horas. 

Su hermana y su amiga dejaron de tener comunicación con usted de forma repentina.

Sí. De repente dejé de poder comunicarme con ellas. Ellas empezaron a preocuparse porque realmente sabían que estaba en una situación en la que no podía saber lo que estaba pasando ni lo que me iba a ocurrir. El novio de mi hermana consiguió hablar con la embajada española, desde donde le dieron el teléfono del lugar dónde yo estaba encerrada. Gracias a eso pude hablar con mi hermana. Si no, no me habría podido comunicar. De hecho, la gente que estaba ahí dentro, si a sus familiares no se les ocurre hacer esto o no tienen los medios, no tenía ninguna forma de conexión.

¿Cómo se pasa de pensar que tiene que coger un vuelo de vuelta a ser llevada a un centro de detención? 

Sobre las 00:30 horas, después de hacer la entrevista, me dicen que no podían dejarme entrar y que me iba en un vuelo el domingo. Me puse un poco nerviosa, llevaba ya un rato llorando. Me dejaron coger el teléfono 10 minutos y hablé con otra amiga y le dije que me iban a llevar a un centro de detención. Se lo escribí también a mi hermana, porque trabaja y no quería molestarla más. A mis padres igual. Tuve que volver a dejar el teléfono y ya no lo volví a tener hasta el viernes pasado, cuando me soltaron.

Se vive con mucha angustia. Nos han dicho que o vamos a un centro de detención o nos devuelven a España. Tampoco te explican mucho. Sabes por qué ha pasado, que has cometido un error, pero no entiendes qué está pasando, ni por qué te tienen que tener encerrado o por qué no puedes acceder a tu teléfono 

Cuando me dijeron que tenía que estar hasta el domingo en un centro de detención, no sabía qué iba a pasar. Yo nunca había estado en un sitio así. No sabía a dónde iba. No podía preguntarle a nadie porque no tenía el teléfono. 

¿Qué piensa cuando le dicen que la llevan a un centro de detención? 

Prefería no pensar porque no me lo podía imaginar. No sabía dónde me llevaban. Nos dieron nuestras maletas y nos subieron a un furgón durante dos horas, el tiempo de camino hasta allí. Aquello estaba blindado y estar es bastante complicado. Empiezas a tener miedo por momentos porque te llevan como si hubieras matado a alguien. Recuerdo todo el camino llorando o durmiendo para intentar relajarme. 

Nunca he estado en una cárcel, pero la definición era la misma. Registraron el coche por debajo para ver si había explosivos. Antes de ir a las habitaciones nos dieron unos teléfonos. Los nuestros no. Nos dieron unos teléfonos de hace 20 años, pero sí que me dejaron conservar la tarjeta inglesa.

Las habitaciones están diseñadas para compartir. Lo único que, no sé si es porque había poca gente o por la pandemia, pero estábamos uno por habitación, sobre todo por el brote de coronavirus que surgió unos días después. El comedor sí era compartido. Había un patio y una cabaña donde había un futbolín, una PlayStation y unos pocos libros. Dentro del módulo, en el que los chicos están separados, teníamos libertad de movimiento. Pero más allá, por supuesto, nada de salir. 

Al día siguiente, el miércoles 6, es cuando su hermana y su amiga se acercan a visitarla después de haberla localizado. Sin embargo, alguien ha dado positivo por la COVID-19 y finalmente, no las puede ver. 

A través de ellas me enteré de que había un brote de COVID-19 en nuestro módulo, no nos habían dicho nada. Ellas tenían cita a las seis. Me dijeron que tenían que hacer las pruebas del coronavirus y que después debía esperar media hora. A las siete aún no sabía qué pasaba, llamé a mi hermana y le pregunté: ¿por qué no vienen a por mí? Y me dijo que había habido un brote y que no nos íbamos a poder ver. 

El jueves por la mañana, una chica estadounidense empezó a ponerse un poco nerviosa con la situación y consiguió que nos organizaran una reunión. Pero la reunión no nos ayudó, ya que no sabían nada. No sabían si íbamos a tener que hacer cuarentena, si nos iban a hacer PCR a todas, si la PCR era negativa e íbamos a poder irnos en los vuelos que teníamos asignados. La pregunta que les hice fue: Y, cuando lo sepáis, ¿nos lo vais a decir o va a tener que venir mi hermana y mi amiga a contármelo? Porque con la COVID-19 habían hecho eso. 

Sabía lo que estaba pasando por mi familia. Se suponía que me lo iban a contar, pero no pudieron entrar y me lo contaron por teléfono. Entonces toda la situación que yo estaba viviendo desde dentro, y todo lo que estaba pasando tanto dentro como fuera lo sabía por mis amigos y mi familia. 

¿Cómo se sobrelleva anímicamente? 

Los primeros días bastante mal. A partir del tercer día, que sabía que venían mi hermana y mi amiga a verme, un poco más tranquila. Cuando me dijeron que no iba a poder verlas, me dio un poco de bajón. Y el jueves, cuando confirmaron que íbamos a tener que hacer la cuarentena, y con ello, íbamos a estar allí 10 días más, me dio otra vez muchísimo bajón. No hay un límite de tiempo para estar en esos centros. Puedes estar indefinidamente.

Entonces, por todo esto, empiezas a tener un poco de miedo. Piensas, “aquí dentro no les importamos”. Le importas a tu familia, pero a la gente que te ha encerrado no le importas nada. Ahora es un brote de COVID-19, luego será que no te asignen el vuelo y después será otro brote. No tengo ni idea de cuándo voy a salir de aquí y nadie me dice nada. Nadie sabe nada. Da igual a quién le preguntes. 

Da igual que preguntes a gente que trabaja aquí. Da igual que preguntes al Ministerio del Interior. Da igual que preguntes a tu embajada. Nadie puede responderte. Te ves en una situación de desesperación, de “no sé realmente por qué estoy aquí porque yo solo cometí un error y yo quería volver a mi país”. Desde fuera había mucho movimiento por lo que me contaban, pero desde dentro era como que intentaba dar un paso y daba dos hacia atrás. 

¿Por qué unos fueron enviados a un centro de detención y otros cogieron el siguiente vuelo a España?

A mí en el aeropuerto me comunicaron que iba a tener que estar hasta el domingo. Lo primero que pregunté es si no había un vuelo antes a España. Me dijeron que no. Les pregunté que, si esos seis o siete días, los iba a poder pasar en mi casa, en casa de mi hermana o en casa de mi amiga. Y me dijeron que no, que como mi intención era buscar trabajo, no se podían fiar y que me llevaban al centro de detención. El viernes por la mañana llamé al Ministerio del Interior y les dije que quería un vuelo para el día que terminase la cuarentena. Me dijeron que ese mismo día venían a por mí y que me llevarían a casa de mi hermana. Evidentemente no puse ninguna pega. Pero me preguntaba por qué me llevaban a casa de mi hermana entonces cuando el lunes me dijeron que no podía ir. Realmente no sabemos cuál fue el motivo. 

¿Cómo está asimilando ahora, desde fuera, y en un lugar seguro, esta experiencia? 

Estoy pagando unas consecuencias que me parecen un poco desproporcionadas. No sé si voy a poder conseguir el estatus de preasentada y tampoco sé cómo está el tema de los visados. Tampoco sé si quiero porque creo que han sido un poco injustos con todo (…) Yo venía aquí a buscarme la vida y se me ha tratado como una delincuente.  

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