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El Foro Social Mundial y la nueva agenda de desarrollo

José Medina Mateos

Plataforma 2015 y más (@memat_0) —
  • Mientras las grandes decisiones son tomadas en las conversaciones intergubernamentales, en el Foro celebrado en Túnez se ha discutido en profundidad sobre la nueva agenda post2015

“Uno de los principios de los que no para de hablarse es de la necesidad de no dejar a nadie atrás, pero ¿atrás de qué?”. Así comenzaba Bárbara Adams, del Global Policy Forum, su presentación del Documento 'Goals For The Rich' (Objetivos para los ricos), el primer día de talleres del Foro Social Mundial celebrado en la capital de Túnez entre los días 24 y 28 de marzo. La cuestión de qué desarrollo, para quién y cómo ha estado presente durante todo el Foro Social Mundial en distintos talleres, conferencias y asambleas. Mientras las grandes decisiones son tomadas en las conversaciones intergubernamentales, ha habido varios temas que han alimentado las discusiones en torno al trabajo de las ONGD a partir del año que viene.

La agenda será universal

Un motivo habitual de celebración en el mundo del desarrollo, al menos entre las organizaciones internacionales y las ONGD, es que la nueva agenda será universal. No obstante, y en el Foro Social vimos un buen debate sobre el tema, la definición de qué significa 'universal' no está clara. ¿Se trata simplemente que todos los países tengan que hacer algún cambio o más bien que todos los países tienen que aplicar agendas definidas entre todos?

Esta segunda opción, que implicaría por ejemplo que Ecuador o Senegal tuviesen voz sobre aquellos cambios que ellos creen que tienen que aplicar los países del Norte parece que no gusta entre estos últimos. Pero, desde una óptica de coherencia de políticas con el desarrollo, ¿no es precisamente un análisis de las consecuencias de nuestro modelo de desarrollo desde otros puntos de vista lo que nos ayudaría a construir metas para una agenda realmente transformadora?

Queda además en el aire la cuestión sobre si la nueva incluirá reglas globales, es decir, reglas que a un nivel internacional sirvan para intervenir en algunos asuntos (la crisis ecológica o la concentración de riqueza en paraísos fiscales) a los que solo se puede hacer frente a través de ellas. Esta cuestión, como por ejemplo está demostrando el proceso para aprobar un Tratado de Multinacionales y Derechos humanos, es habitualmente rechazada por los países más poderosos, que ya tienen mecanismos para gobernar el mundo de manera no democrática.

La rendición de cuentas y los medios de implementación

Otra cuestión importante que se debatió fue la rendición de cuentas. La efectividad de una agenda depende, al final, de los mecanismos reales que obligan a los gobiernos o a otros actores a cumplir con sus promesas. Pero, en un mundo en que las instituciones internacionales no tienen capacidad efectiva para hacer cumplir resoluciones, ¿de qué depende el cumplimiento efectivo de la agenda? La incidencia y la movilización en torno a esta cuestión ocuparán las agendas de las organizaciones internacionales en los próximos meses.

La cuestión de los medios de implementación y la financiación del desarrollo se trató también en el Foro Social. Así, desde la perspectiva de muchos movimientos sociales, la Conferencia sobre Financiación del Desarrollo de Addis Abeba, que se celebra en julio y donde se definirán los medios para implementar los nuevos objetivos de desarrollo, sólo tendrá sentido si habla, sobretodo, de la riqueza.

Los paraísos fiscales y la necesidad de una gobernanza fiscal global, el papel de la financiarización y los nuevos instrumentos de financiación del desarrollo o la relación entre deuda y desarrollo son los temas más urgentes que determinan las condiciones reales del desarrollo.

Las otras agendas

En definitiva, y como dijo Paul Quintos, de IBON Filipinas, durante la Asamblea de Convergencia sobre el post2015: “Tenemos una nueva agenda pero los problemas siguen siendo los mismos: acaparamiento de tierras, acaparamiento de agua, violaciones de derechos humanos, sociedades desiguales en todos los sentidos o el poder de las multinacionales”.

Cuestiones como la impunidad del poder económico global y la captura de la democracia por el mismo, la crisis ecológica y la amenaza para la sostenibilidad no ya del desarrollo sino de la propia vida sobre el planeta, o la militarización creciente de las sociedades (también de las nuestras) son el paisaje sobre el que ha de aplicarse esta nueva agenda. De la capacidad de conexión de la misma (y de las organizaciones que la promueven) con estas otras agendas dependerá que, a partir de 2016, el “business as usual” no siga siendo el único y verdadero objetivo de desarrollo.