Ahmed toma café expreso cada mañana en el bar de la esquina, afirma que vive con emoción los partidos de la selección gala y pasa a diario por la panadería para comprar una baguette después del trabajo. Los padres de este mecánico francés llegaron de Libia en los años 60 y se establecieron en Mantes-la-Ville, la única localidad gobernada por el Frente Nacional en la región parisina.
En las municipales de 2014 Ahmed fue uno de los electores de origen extranjero que votó por el Frente Nacional, el partido nacionalista y de extrema derecha francés liderado por Marine Le Pen que señala a la inmigración como la principal amenaza para Francia y su identidad nacional.
Marine Le Pen solo lleva cuatro años al frente del partido y ya ha cosechado varias victorias electorales sin precedentes. En 2014 obtuvo 11 ayuntamientos y dos escaños en el Senado, y en marzo de este año fue el partido con mayor número de votos en las elecciones departamentales.
Además, la formación que exige el fin de la Unión Europea, logró el 25% de los votos en las elecciones al Parlamento Europeo, muy por delante de la conservadora UMP (19%) y el Partido Socialista (13%). Una de las razones de este reciente éxito aún pasa desapercibida para muchos: los votantes de origen extranjero crecen entre el electorado del Frente Nacional.
¿Por qué cada vez más franceses de origen extranjero simpatizan con la extrema derecha nacionalista? “Después de mí, cierre usted la puerta”. Pascal Perrineau, profesor de Ciencias Políticas de Sciences Po París, resume con esta frase un comportamiento habitual en las comunidades de emigrantes, sobre todo en épocas de crisis.
El discurso del Frente Nacional agita la bandera del miedo y acusa a la inmigración de poner en riesgo los puestos de trabajo de quienes lograron establecerse en Francia, favoreciendo las hostilidades entre antiguos y nuevos inmigrantes. Perrineau es especialista en sociología electoral y experto en las políticas del Frente Nacional. El académico resume el creciente interés de algunos franceses descendientes de inmigrantes hacia Le Pen en tres grandes razones: el deseo de integración, su sistema de valores y los problemas de identidad.
Muchos de los votantes de origen extranjero poseen “un sistema de valores que da prioridad al trabajo, al sacrificio y al orden estricto, valores que encajan con el tono autoritario del Frente Nacional”, explica Perrineau, quien añade que “el crecimiento económico es una máquina de integración increíble” pero, a diferencia de los años 60 y 70, hoy la economía francesa está estancada y el desempleo evoluciona al alza.
Otra de las razones que posiciona a “una minoría significativa” del electorado de origen extranjero a favor del FN es “un deseo de integración que puede verse contrariado por una parte de la comunidad a la que pertenecen”, explica el profesor en alusión a ciertos estereotipos negativos que manchan la reputación de la comunidad de origen magrebí, la más numerosa en Francia.
En las presidenciales de 2012 más del 5% de los votantes del Frente Nacional se declaró musulmán practicante, una proporción que alcanzó el 20% en varios barrios de mayoría árabe del norte de Marsella. No obstante, los sondeos acerca de la adhesión al Frente Nacional podrían estar mostrando solo la punta del iceberg, ya que muchos electores de origen extranjero que simpatizan con la extrema derecha no lo expresan abiertamente para evitar ser estigmatizados por el resto de su comunidad.
Mariam B., francesa de origen argelino y musulmana, afirma que “Francia es cada vez más islamófoba” y se sorprende de que un “partido racista” como el FN concurra a las elecciones. Esta joven se muestra desconcertada ante el hecho de que algunos extranjeros residentes en Francia o descendientes de emigrantes voten a quienes proponen suprimir la inmigración y eliminar las ayudas públicas a quienes no tengan nacionalidad francesa, entre otras medidas.
Los inmigrantes que apoyan al partido de extrema derecha “son los que realmente quieren integrarse y convertirse en franceses”, afirma Elie Hatem, francés de origen libanés, codirector del colectivo de extrema derecha Acción Francesa y militante del Frente Nacional.
Hatem conoce a fondo las entrañas de esta formación desde su creación en 1972, año en el que su compañera de carrera Marine Le Pen le presentó a su padre, Jean-Marie Le Pen, fundador y presidente del partido hasta que en 2011 cedió el trono a su hija. Este abogado asegura que también hay franceses de origen español a favor de Le Pen “a tiempo completo”, explica en español, porque “el Frente Nacional defiende la identidad católica”.
Pero, ¿qué hay de los musulmanes que profesan el islam y defienden a un partido islamófobo? “El Frente Nacional fue el primero en tener un diputado musulmán”, explica Hatem orgulloso mientras sirve el café en su apartamento de un barrio pudiente de París.
Desde hace unos años Marine Le Pen no habla de islam sino de islamismo, ni acusa a los inmigrantes sino al “fenómeno de la inmigración”. Ahora su discurso edulcorado integra una definición de laicismo que solo es compatible con su idea de identidad francesa de raíces católicas y que, entre otros temas, se manifiesta en su oposición a que se sirva carne halal en los comedores escolares. Un sondeo reciente desveló que el 53% de los franceses se niega a que los colegios ofrezcan menús compatibles con el credo judío y musulmán.
La extrema derecha francesa busca en la amplia comunidad musulmana un atajo para alcanzar el poder. En este sentido, una de sus principales victorias ha pasado desapercibida para muchos analistas: “En 2012 Hollande batió un récord de votos en la comunidad de origen extranjero, pero una parte se ha derechizado desde 2013”, año en el que el gobierno socialista legalizó el matrimonio homosexual, “una idea que argelinos, marroquíes y tunecinos no encajan”, afirma Perrineau, quien añade que a pesar de eso, varios líderes del FN se declaran abiertamente gays.
“El FN no es no es progay ni lo contrario, es proFrancia”, sostiene Florian Philippot, vicepresidente del partido y homosexual declarado.
Le Pen se compara con Juana de Arco
La extrema derecha francesa navega hacia las elecciones regionales de diciembre viento en popa, a pesar de los problemas que tiene con la justicia. Actualmente el FN se enfrenta a varias acusaciones por financiación ilegal, al mismo tiempo que su presidenta está inmersa en un proceso que arrancó el 20 de octubre bajo la acusación de incitación al odio racial y a la xenofobia por equiparar a los musulmanes que rezan en la calle con los nazis que ocuparon Francia en la Segunda Guerra Mundial.
A pesar de estos escándalos, uno de cada tres electores franceses se declara a favor de Le Pen, según el último sondeo Ifop-JDD de intención de voto. Sin ir más lejos, la pesquisa apunta a que en las regionales de diciembre Marine Le Pen obtendrá el 39% de los sufragios en de Nord-Pas-de-Calais, región por la que emigrantes y refugiados transitan rumbo a Reino Unido y que saltó a las portadas este verano a raíz de la muerte de varias personas que vivían en el campo de refugiados conocido como la Jungla de Calais, junto al Canal de la Mancha.
El bipartidismo francés se tambalea de cara a las presidenciales de 2017. El socialista François Hollande pasará a la historia como el presidente más impopular, mientras que Sarkozy y otros líderes del conservador partido Les Républicains, antigua UMP, mantienen una lucha interna por el poder al mismo tiempo que continúa el goteo de tránsfugas atraídos por el discurso extremista del Frente Nacional.
Marine Le Pen se compara con Juana de Arco y promete que devolverá a Francia su soberanía y la librará de la inmigración, principal preocupación de los franceses según el último Eurobarómetro. En un terreno abonado por la crisis económica, la pérdida de legitimidad de los partidos tradicionales y la imposición de poder de Alemania en el seno de la Unión Europea, el partido de Le Pen busca ahora la cuadratura del círculo: emplear un discurso antiinmigración para ganar electores entre los franceses de origen extranjero.
El paisaje político francés
Hay 408 formaciones políticas en Francia, pero el pastel del poder está repartido principalmente entre cuatro partidos. Ordenados por sus resultados en las presidenciales de 2012 y junto al nombre de su líder, en primer lugar está el Partido Socialista de Hollande, actual presidente; le sigue Les Républicains de Sarkozy (hasta mayo conocido como Union pour un Mouvement Populaire o UMP); en tercer lugar está el Frente Nacional de Le Pen y, por último, la coalición Front de Gauche liderada por Jean-Luc Mélenchon e integrada por el Partido Comunista Francés y el Partido de Izquierdas, entre otros.
La Asamblea Nacional, equivalente al Congreso de los Diputados en España, cuenta con mayoría del grupo socialista (295 escaños), mientras que la UMP es el principal partido de oposición (196 escaños). El Frente Nacional solo tiene tres escaños en esta cámara y dos en el Senado, pero desde 2014 cuenta con 23 de los 74 escaños que le corresponden a Francia en el Parlamento Europeo, a pesar de ser un partido antieuropeísta. También posee 118 de las 1.880 consejerías regionales de Francia y una representación marginal en el Consejo Departamental francés.
Fue en 2002 cuando el Frente Nacional estuvo más cerca de obtener la presidencia de la República. Ese año Jean-Marie Le Pen desbancó al exprimer ministro socialista Lionel Jospin en el primer turno de las presidenciales y pasó a medirse cara a cara con el conservador Jacques Chirac. En la segunda vuelta el partido de extrema derecha se desinfló y solo consiguió el 17,8% del escrutinio, pero logró poner en duda la solidez del bipartidismo francés. En las últimas presidenciales el FN obtuvo el 17,9% del escrutinio.
Jóvenes franceses “indignados”
La extrema derecha francesa también cosecha votos entre los jóvenes desencantados con los partidos tradicionales y las políticas de ajuste fiscal diseñadas en Bruselas. Cédric Marsolle se siente decepcionado con Sarkozy, el proyecto europeo y las políticas de austeridad.
Desde 2009 este estudiante de derecho simpatiza con la extrema derecha nacionalista y forma parte de la primera asociación universitaria del Frente Nacional, fundada en octubre en el prestigioso Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po), donde también estudiaron los presidentes Hollande, Sarkozy, Chirac e incluso Christine Lagarde, directora del FMI. Uno de los cuatro fundadores de esta asociación procede de la UMP, otro del Partido Socialista y otro de la coalición de izquierdas Front de Gauche, explica el profesor Perrineau.
Cédric ha adquirido nuevas preocupaciones desde que integra las filas de Le Pen, como la inmigración y “la imposición del islam sobre la cultura francesa”, según sus palabras. “No tengo nada contra los emigrantes, pero no podemos permitirnos acogerlos (…) los franceses merecen más esos servicios sociales”, opina el estudiante.
El partido antieuropeísta que ganó las europeas
El Frente Nacional defiende la disolución de la Unión Europea, “un dinosaurio sin vigor e impotente” que es “como la Unión Soviética: irreformable”, según Marine Le Pen. Sin embargo, en mayo de 2014 el FN saltó a las portadas de medio mundo tras arrasar en los comicios europeos con el 25% de los votos, muy por delante de la UMP (19%) y el Partido Socialista (13%).
La extrema derecha francesa pasó de tener tres escaños en el Parlamento Europeo a 20. Esta victoria estuvo apoyada por una fuerte abstención (57%) y por los electores de zonas rurales e industriales, así como por los jóvenes, los desempleados y los franceses sin estudios secundarios, según las encuestas electorales de Ipsos.
Durante la campaña para las europeas, Le Pen condicionó la permanencia de Francia en la Unión Europea a la abolición del euro, la disolución del espacio Schengen y la supremacía del derecho nacional sobre el comunitario, uno de los principales escollos del FN para hacer realidad sus propuestas nacionalistas y de extrema derecha.
Fabrice Delinde, de padre vietnamita y madre antillana, es el candidato de Le Pen en el céntrico y lujoso cuarto distrito de París. Defiende que “hay que limitar con más dureza incluso la reagrupación familiar y las ayudas sociales a emigrantes”, pero admite que “como abogado, sé que esa parte del discurso del FN es difícil de aplicar” porque esas medidas “chocarán con los tribunales europeos”.
En junio de este año Marine Le Pen anunció la creación de Europa de las Naciones y Libertades, el primer grupo de extrema derecha en el Parlamento Europeo, junto a sus pares holandeses, italianos, belgas, rumanos, británicos, austríacos y polacos.