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Opinión - Feijóo entierra a Mazón. Por Esther Palomera
  • El genocidio significó un punto de inflexión para la ayuda humanitaria en general, el fin de la inocencia para Médicos Sin Fronteras y la constatación de que la ayuda humanitaria podía ser fácilmente manipulada.

Esta semana se recuerda el inicio de uno de los más crueles episodios del pasado siglo XX: el genocidio de Ruanda donde, en 100 días de 1994 (entre el 7 de abril y el 1 de julio) más de 800.000 personas fueron asesinadas.

El genocidio significó un punto de inflexión para la ayuda humanitaria en general, el fin de la inocencia para Médicos Sin Fronteras y la constatación de que la ayuda humanitaria podía ser fácilmente manipulada.

Miles de personas trataron de refugiarse, sin éxito, en las iglesias a las que iban a rezar cada domingo. Sólo en el templo de Ntarama 5.000 personas fueron aniquiladas.