Hubo un tiempo en que mi trabajo implicaba largas jornadas, exigentes tanto desde lo intelectual como lo emocional. Me distraía con tareas y conversaciones que requerían toda mi atención, pero con el tiempo comencé a identificar los episodios de dolores de cabeza, ansiedad e irritantes lapsus mentales. Como una epifanía, la palabra “menopausia” apareció en mi mente. Una aterrada búsqueda en Google confirmó mis sospechas.
Me pregunté cómo era posible que una mujer moderna y bien educada estuviera tan desinformada sobre una certeza que tenía el potencial para impactar mi vida de manera profunda. Esa pregunta me impulsó a crear plataformas para promover conversaciones francas sobre la menopausia en busca de un futuro en el que las mujeres africanas reciban la información y el apoyo que merecen.
Llamar la atención sobre los efectos de la menopausia conlleva el riesgo de alimentar la narrativa opuesta: aquella que dice que este proceso vital es asunto de mujeres debilitadas y temperamentales que ya han pasado su fecha de caducidad. De hecho, en algunas ocasiones hubo mujeres que me preguntaron por qué arriesgaba mi prestigio como profesional respetada al abordar públicamente un tema tan privado y embarazoso.
No obstante, acepté ese riesgo y grabé el podcast Pause for Menopause (Pausa para la menopausia). Estaba convencida de que las mujeres podemos ser vulnerables y poderosas al mismo tiempo. Exigir consideración cuando afrontamos los síntomas de la menopausia no disminuye en absoluto nuestras contribuciones en casa y en el trabajo. Lo que yo había concebido como un podcast de una sola temporada se aproxima ahora a su quinta temporada gracias a la demanda de mujeres de toda África.
Las creencias culturales negativas sobre la menopausia son el impulso del estigma público que la circunda. A las mujeres afectadas por ella se las considera poco atractivas, incapacitadas e incluso problemáticas, mientras que las que no están en la menopausia son consideradas capaces y valiosas. Esta falsa diferenciación perpetúa el estigma, aísla y margina a las mujeres. Para contrarrestarla se necesita un esfuerzo implacable y un enfoque múltiple para reposicionar la menopausia como una etapa normal del desarrollo.
Por desgracia, el África subsahariana, la región de mi experiencia vital, se mantiene relativamente al margen del despertar a la menopausia que hoy en día atraviesa Occidente. Los bajos niveles de desarrollo, las necesidades que compiten entre sí a las que se enfrentan los gobiernos y la poca inversión en investigación son algunas de las causas de la escasa concienciación.
En una fecha tan reciente como 2022, la respuesta predominante de las mujeres entrevistadas en el marco de un estudio realizado en Zimbabue y Sudáfrica fue que no habían recibido ni accedido a mucha información sobre la menopausia y que pensaban que había que “aguantarse” los problemas físicos y psicológicos asociados a ella. La situación es preocupante porque, a finales de la actual década, el 76% de las mujeres posmenopáusicas de todo el mundo vivirán en países en vías de desarrollo, y un número importante de ellas en el África subsahariana.
Sin embargo, soplan vientos de cambio. Animadas por los valientes esfuerzos de las mujeres de los pocos países donde existen organizaciones de menopáusicas, como Sudáfrica y Uganda, mujeres de todo el continente trabajan por normalizar la menopausia en su vida cotidiana y se ofrecen apoyo las unas a las otras.
Pasos importantes
En Zimbabue, Primrose Hove creó Let's Talk Menopause (Hablemos de la menopausia), un grupo que reúne a más de 4.000 mujeres y que ofrece apoyo a mujeres afectadas por la menopausia y el VIH. Más de 500 mujeres hacen ejercicio a diario en su subgrupo de “meno-fitness”. Mi organización, Menopause Solutions Africa, ofrece capacitación en espacios de trabajo para sensibilizar a los directivos sobre la menopausia, así como grupos de apoyo para las empleadas.
En Ghana, la política Abla Dzifa Gomashie ha iniciado una conversación pública sobre la menopausia haciendo lo que parecía impensable: llevar el tema al parlamento nacional.
En Kenia, una organización feminista panafricana, Femnet, es pionera en el reconocimiento de la menopausia como parte de su programa de empoderamiento femenino. En Botsuana se están dando los primeros pasos para crear asociaciones sobre la menopausia.
Sin duda, estos puntos de encuentro se convertirán en una oleada de mujeres que se atreverán a soñar con un África que acepte que las mujeres tienen sofocos en público, incluso en las reuniones de trabajo. Creo que estamos ante el comienzo de una revolución de la menopausia en África. La revolución abarca acciones para desafiar las normas sociales, abogar por cambios políticos y fomentar comunidades de apoyo.
Más investigaciones
Las plataformas como mi podcast son importantes, pero se necesita mucho más. Se necesitan urgentemente investigaciones específicas para este contexto, ya que es bien sabido que las mujeres negras y morenas tienden a tener experiencias más difíciles con la menopausia. También necesitamos más líderes que fomenten conversaciones en todos los espacios, y responsables políticos dispuestos a promover leyes y asignar recursos para abordar la menopausia.
Es inaceptable que tantas mujeres africanas no estén preparadas para la complicada combinación de síntomas asociados a la menopausia. No hablar perjudica a las mujeres. A cada uno de nosotros nos corresponde hacer lo que podamos para impulsar a África hacia la revolución de la menopausia.
*Sue Mbaya es fundadora y directora de Menopause Solutions Africa y presentadora del podcast Pause for Menopause.
Traducción de Julián Cnochaert.