Open Arms pide por carta a Sánchez que active en Bruselas el sistema que permitiría su desembarco y el Gobierno no responde

Las 121 personas rescatadas por el Open Arms cumplen seis noches atrapadas en alta mar. La tripulación trata de no crear expectativas entre los migrantes a bordo, pero explicar la realidad no resulta fácil: ningún Gobierno europeo ha movido ficha para resolver su situación. Ante el cierre de puertos de Malta e Italia, el Gobierno español (Estado de bandera del buque) ha instado de manera pública a la Comisión Europea a gestionar una solución, pero se resiste a activar el procedimiento de forma oficial. 

“La Comisión no ha recibido hasta ahora ninguna solicitud de coordinación y, por lo tanto, no ha iniciado contactos ni esfuerzos de coordinación”, han reiterado fuentes oficiales de la institución comunitaria a eldiario.es. Este lunes, una portavoz de la Comisión explicó en rueda de prensa que, para poder impulsar la negociación de un posible acuerdo europeo que permita el desembarco en los puertos más próximos (Malta o Italia), era necesaria la solicitud formal emitida por un Estado miembro. Seis días después del rescate, ningún gobierno europeo la ha tramitado. 

Tampoco España, cuyo Ejecutivo insiste en apuntar a la Comisión Europea como responsable de una solución que no llega. Ante tal inacción, Open Arms ha enviado una carta a Pedro Sánchez este martes en la que solicita la puesta en marcha del mecanismo europeo de distribución de rescatados, según ha podido saber eldiario.es. En la misiva, Óscar Camps, líder de la ONG, asegura haber agotado los canales ordinarios para conseguir el permiso de desembarco en los puertos más próximos (Italia y Malta) e insta al Gobierno español a facilitar el trámite requerido por Bruselas. 

El Gobierno no responde

Tras la petición oficial dirigida a Sánchez en la mañana de este martes y diferentes solicitudes informales remitidas a los ministerios de Fomento y de Exteriores, el Ejecutivo no ha respondido a su requerimiento. eldiario.es ha preguntado al respecto a Vicepresidencia, pero se limitan a remitir a este medio unas declaraciones realizadas este martes por José Luis Ábalos en las que muestra una aparente falta de voluntad para interceder en Bruselas con la finalidad de acelerar el desembarco de los 121 rescatados.

“La operación de salvamento se produjo, parece ser, en aguas libias, de responsabilidad libia. Pero, en todo caso, el primer puerto seguro, si se descartaran los africanos, serían otros países europeos. Es a partir de ahí, de la recepción, donde la Comisión debe proceder al reparto”, ha expresado el titular de Fomento en Pamplona. 

“Es muy importante que cada uno asuma su responsabilidad de acuerdo a la legislación internacional. Al final no va a haber ninguna política que pueda encajar este fenómeno que tiene dimensiones. Apelamos a que la Comisión Europea intervenga en este sentido”, ha insistido Ábalos. 

Frente al cierre de puertos de Malta e Italia, los acuerdos europeos de distribución de migrantes rescatados se han convertido en el único canal para lograr su desembarco en los países más próximos. En la mayoría de los rescates que han seguido al caso del buque Aquarius, ambos gobiernos han impedido el acceso de barcos de ONG hasta conseguir un compromiso de reparto de todos los náufragos entre determinados Estados miembros. 

Con el objetivo de acelerar estas operaciones y no improvisar a golpe de rescate, desde la Comisión Europea se ha propuesto la creación de un sistema de distribución temporal que pueda activarse en caso de necesidad, pero los Estados miembros aún no han logrado aprobarlo. En julio, el presidente francés Emmanuel Macron anunció un “principio de acuerdo” entre catorce países de la Unión Europea para impulsarlo, pero por el momento no se ha materializado en acciones concretas. 

El Gobierno español, sin embargo, no se posicionó sobre su posible participación en este sistema, pues insiste en impulsar un procedimiento que pueda aplicarse también en el caso de los migrantes rescatados en el Estrecho, y no limitarlo a la ruta del Mediterráneo Central. 

Entre los numerosos trámites burocráticos, desacuerdos europeos y responsabilidades entrelazadas, 121 personas cumplen su sexta noche en alta mar. Allí, en la cubierta del Open Arms, los fantasmas despertados ante el miedo de ser devueltos a Libia no logran romper la estabilidad del buque. Se mantienen, describen desde la organicación, en un “frágil equilibrio” que el transcurso del tiempo puede romper.