Grecia está reforzando los controles en su frontera terrestre y marítima con Turquía ante la posibilidad de una nueva ola de llegadas personas desplazadas tras los terremotos que devastaron el 6 de febrero el sureste de Turquía y el norte de Siria.
El fin de semana pasado, cientos de guardias fronterizos se sumaron en la región de Evros a las patrullas de la frontera terrestre greco-turca, mientras se intensifican medidas de contingencia para mantener a raya los flujos de personas que se esperan.
“El movimiento a gran escala de millones de personas no es una solución”, dijo el ministro griego de Migración, Notis Mitarachi. También añadió que era necesario enviar ayuda de emergencia a Turquía y Siria “antes de que eso ocurra”.
Se prevé que algunas personas que perdieron su hogar con los terremotos del 6 de febrero, una catástrofe que ha provocado más de 50.000 muertes, comiencen a dirigirse hacia Europa en primavera si la ayuda humanitaria no llega.
Las patrullas ya habían comenzado a salir mientras Mitarachi pedía reforzar la protección de la frontera del continente con más vallas y mejores infraestructuras de vigilancia.
Endurecimiento contra la inmigración
Durante una conferencia europea sobre gestión de fronteras que se celebró hace una semana en las afueras de Atenas, Mitarachi prometió que la ampliación de un polémico muro a lo largo de la frontera terrestre seguiría adelante independientemente de los fondos que pueda recibir de la Unión Europea (UE). El tamaño de la valla, que ahora mide unos 35 kilómetros de largo y tiene cinco metros de alto, se multiplicará por dos para fin de año. “La valla se extenderá a lo largo de todo el río Evros para proteger al continente europeo de los flujos ilegales”, dijo.
En otra muestra del endurecimiento de la postura del bloque hacia los refugiados, el Gobierno de centro-derecha ha anunciado la adquisición de decenas de nuevos barcos guardacostas que patrullarán las islas del Egeo frente a la costa turca.
El primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, cuyo mandato de cuatro años finaliza en julio, ha sido notablemente más duro en inmigración que su predecesor de izquierdas Alexis Tsipras. Aparentemente sus medidas han incluido desalojos forzados y devoluciones de refugiados en zonas fronterizas, provocando la crítica generalizada y también de la UE. El Gobierno griego rechaza las acusaciones y dice que su política es “estricta pero justa”.
De Turquía a Italia
La agencia de fronteras de la UE, Frontex, también ha reforzado sus patrullas en el Egeo, y cada vez son más los refugiados que arriesgan su vida sorteando las islas griegas para llegar en embarcaciones abarrotadas desde Turquía a Italia.
Las 68 personas encontrados muertas tras el naufragio de su embarcación frente a Calabria en un mar embravecido, habían iniciado la travesía en la costa turca.
Bruselas ha dotado más fondos a Grecia que a ningún otro Estado miembro de la UE para gestionar la inmigración, con el argumento de que el país está en la primera línea de llegada. Se han sustituido los precarios campamentos de Samos, Leros y Kos con carísimos centros de retención, “cerrados y controlados”. La expectativa es que Lesbos y Quíos abran este año centros similares para solicitantes de asilo. Los grupos de derechos humanos han comparado estas instalaciones con prisiones.
Las peticiones de medidas más duras han aumentado desde la llamada “crisis de los refugiados” de 2015, cuando casi un millón de personas, principalmente sirios que huían de la guerra civil, llegaron a Europa.
Los ministros de los 15 Estados miembros presentes a la conferencia en Atenas pidieron la firma de más acuerdos con terceros países que acepten refugiados y aumentar el apoyo financiero “para todo tipo de infraestructuras de protección de fronteras”.
“En este punto, es crucial que en Europa decidamos qué tipo de política migratoria queremos y, más concretamente, qué tipo de gestión de fronteras queremos”, dijo Mitarachi frente a sus homólogos, antes de referirse a las ONG que acusó, de pasada, de “ayudar” a cruzar la frontera.
“Está claro que tenemos que dar asilo a las personas que necesitan protección pero de una forma ordenada... Por desgracia, en lugar de ser proactivos en la gestión del asilo, hoy son los traficantes de personas los que venden plazas en nuestras sociedades, no a los más necesitados, sino a los que pagan la entrada”.
Traducción de Francisco de Zárate.