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FOTOS: Así expulsó la Guardia Civil a inmigrantes heridos e impidió la asistencia médica de Cruz Roja

Las Fuerzas Auxiliares trasladan en camilla a un inmigrante herido que permanecía tirado en el pasillo entre vallas./Blasco de Avellaneda

Jesús Blasco de Avellaneda

Durante las largas horas que los 28 jóvenes permanecieron sobre el vallado no dejaron de gritar “¡España, España!”, “¡Libertad, libertad!”, llegando a reclamar en numerosas ocasiones, en francés: “¡Cruz Roja, Cruz Roja!” y “¡Derechos Humanos!”. Nada de eso les fue concedido: ni España, ni libertad, ni el respeto de los derechos humanos... ni siquiera la presencia de Cruz Roja, a la que prohibieron el paso a la zona impidiendo la asistencia a los inmigrantes. Cuando ya comenzaban a perder las fuerzas, poco antes de que empezaran a descender los primeros inmigrantes, todos se pusieron a rezar, a mirar al cielo y a pedirle a Dios, con cánticos sosegados, que les diera fuerzas en ese momento de sufrimiento y desesperación.

Al menos tres de estos inmigrantes presentaban heridas abiertas en los pies que no dejaban de sangrar y de ir tiñendo de rojo la alambrada y el poste del alumbrado público. Otros dos, se mostraban bastante cansados y aturdidos, como si fueran a perder el conocimiento en cualquier momento. Al menos uno de ellos, era menor de edad.

“Esto es una vergüenza. No se puede actuar en las fronteras terrestres de la Unión Europea con semejante impunidad y vulnerando de forma tan flagrante no sólo los derechos humanos, sino el derecho internacional y la legislación española”, exclamaba indignado el abogado José Alonso, portavoz de la Asociación Pro Derechos Humanos de Melilla (APDHML), que va a presentar este viernes una denuncia ante el Juzgado de Guardia por los hechos que ayer tuvieron lugar en la valla fronteriza, tras un salto protagonizado por poco más de un centenar de subsaharianos.

Alonso venía de demandar a la Guardia Civil unas explicaciones que nunca se produjeron. Nadie podía o nadie quería explicarle por qué 28 subsaharianos heridos habían permanecido durante horas encaramados en la alambrada interior, la que da a suelo español, del vallado fronterizo melillense y después de no prestarles ningún tipo de asistencia sanitaria, se les expulsó por la fuerza a Marruecos por una zona del perímetro no habilitada para este fin cuando bajaron enfermos, cansados y aturdidos.

Denegación de auxilio

Denegación de auxilioPasadas las 10:00 horas de la mañana, uno de los inmigrantes encaramados en la valla se desvaneció y estuvo a punto de caer al suelo desde más de seis metros de altura. Finalmente fue descendido por la Guardia Civil con una escalera y atendido por los propios agentes, que le introdujeron en la zona entre vallas, donde permaneció tirado hasta que fue arrastrado hasta el lado marroquí para su expulsión.

Al otro lado le esperaban varios sanitarios con una camilla para trasladarle al Hospital Hassani de Nador. “Si ya son graves las expulsiones sumarias a través del vallado, echar a gente herida, posiblemente heridas de consideración, vulnera gravemente el derecho humanitario y todos los acuerdos y leyes internacionales al respecto”, asegura con fuerza José Palazón, presidente de la ONG Prodein.

Esta organización, además del Defensor del Pueblo, la ONG AREAS y algunos periodistas destacados en la zona, fueron los que denunciaron en el momento que no se había activado el protocolo humanitario a pesar de haber gente que no dejaba de sangrar y que presentaba lesiones que podían ser de consideración.

En ningún momento se les prestó asistencia médica. Después de que varias organizaciones denunciaran el caso, a las 10:50 horas, cuando llevaban los inmigrantes más de dos horas encaramados, llegaba al lugar una unidad de la Cruz Roja que, tras diez minutos de charla con los agentes allí destacados, se marchaba sin poder hacer su labor humanitaria. La organización humanitaria ha confirmado que la Guardia Civil obligó a irse porque, según decían, “no había heridos” y no “necesitaban su asistencia”. Por su parte, el instituto armado defiende que únicamente se instó a la Cruz Roja que se “apartasen” porque era una zona “muy estrecha” y podían “entorpecer el trabajo de las fuerzas de seguridad”.

Ya por la tarde, el 061 evacuaba al Hospital Comarcal de Melilla a uno de los inmigrantes que se desvaneció y no recobraba el sentido, por miedo a que la cosa pasara a mayores. Al parecer, sólo sufre una fuerte lipotimia y su estado de salud es estable, aunque permanece ingresado en observación.

Fueron expulsados heridos y por lugares no habilitados

Fueron expulsados heridos y por lugares no habilitadosEste joven es el único que ha logrado permanecer en Melilla. El resto, los otros 27, fueron expulsados conforme iban perdiendo las fuerzas y bajando por su propio pie hasta suelo español. Algunos, permanecieron encaramados hasta nueve horas, algo que no les valió para ser acogidos en España, a pesar de estar heridos y de haber llegado a suelo europeo.

Muchos de ellos apenas podían andar y tuvieron que salir del país cojeando y ayudados por agentes españoles que les entregaron a las Fuerzas Auxiliares marroquíes a través de unas puertas cercanas del vallado.

Una vez en Marruecos, algunos de ellos, que apenas podían andar, fueron golpeados y arrastrados hasta camiones para ser trasladados a Rabat.

El delegado del Gobierno en Melilla aseguraba anoche que no se habían producido devoluciones ilegales ya que consideraba que los inmigrantes, a pesar de estar heridos y en suelo español, no habían cruzado el cordón policial establecido por la Guardia Civil, condición sine qua non para poder ser acogidos en el país, según se desprende de las explicaciones dadas por el ministro del Interior tras la muerte de 15 jóvenes en la playa ceutí del Tarajal.

Sin embargo, expertos en extranjería, como el jurista Alejandro Peña Pérez, asegura que los derechos humanos esenciales no pueden ser desvinculados de la figura jurídica de devolución, por lo que nunca se puede devolver a Marruecos a alguien sin al menos saber quién es, de donde viene y cuáles son los motivos que le llevan a entrar de esa forma en España.

“Pero no sólo han expulsado ilegalmente a personas, sino que han expulsado a gente herida que apenas podía andar. Y lo han hecho después de que esa gente haya estado en España, en suelo español, hasta nueve horas. Y no se cortan. Ya lo hacen a plena luz del día y ante la mirada de los periodistas. Actúan con total impunidad”, lamenta Palazón que ha denunciado los hechos ante el Defensor del Pueblo.

Precisamente, la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, recordaba que los métodos de contención de control de fronteras deben contemplar siempre la obligación de utilizar medios respetuosos con los derechos humanos, con el ordenamiento jurídico nacional y con las obligaciones internacionales, incluidas las humanitarias, asumidas por España. Y añadía que “ante la interceptación por parte de la Guardia Civil de una persona que intenta acceder a territorio nacional de manera irregular, la única actuación prevista por la Ley es la inmediata puesta a disposición del Cuerpo Nacional de Policía para la incoación de un expediente de devolución”, nunca puede existir un “rechazo en frontera” y menos de personas malheridas y que no sabemos quiénes son ni de qué huyen.

Que nadie pueda contar lo que pasa

Que nadie pueda contar lo que pasaEn un principio, durante más de una hora no se dejó trabajar a los periodistas, se les impidió el acceso a la zona en la que se había producido el salto y se requirieron las cámaras o la documentación a los que intentaban tomar imágenes o adentrarse en el pinar que rodea este tramo de valla.

Cuando fue posible cubrir el suceso, los periodistas fueron recluidos en una zona de poco más de 20 metros cuadrados de la que no se podía salir y desde la que sólo se podía apreciar lo que ocurría en los alto del vallado, quedando fuera del alcance de los informadores todo aquello que sucedía a ras de suelo, no pudiendo ser testigos de lo que pasaba con los inmigrantes una vez en tierra. Al menos a cinco profesionales de la información les fue requerida la documentación y, ya entrada la tarde, dos fotógrafos fueron denunciados por presuntamente salir de la zona habilitada y entrar en zona de seguridad.

Estos jóvenes, la mayoría de Costa de Marfil, quisieron acceder a Melilla a través del límite norte del vallado fronterizo, por la zona conocida como el Barranco del Quemadero. Una vía que fue muy común en los primeros intentos de entrada, hace quince años, pero que hacía mucho tiempo que no se utilizaba, entre otras cosas, porque tiene instalada la malla anti-trepa en ambas vallas, así como varias alturas de concertinas de cuchillas que llegan incluso a coronar la alambrada en su tramo final.

Pero el férreo control fronterizo les empujó hacia esta zona de acantilados. Cuando llegaron, poco antes de las 09:00 horas de la mañana, se encontraron con que, en el lado español, les esperaba medio centenar de guardias, entre los que se hallaba un módulo de intervención rápida del Instituto Armado, es decir, más de una veintena de agentes provistos de material antidisturbios.

Por miedo a ser recibidos a golpes y posteriormente expulsados a Marruecos, estos chicos no terminaron de ejecutar el salto. 26 de ellos quedaron encaramados en la última valla y, otros dos, lograron saltar hasta suelo español y trepar hasta lo más alto de una farola, como ya hiciera Nguila, el camerunés que el pasado día 28 de marzo permaneció sobre un foco del vallado casi cuatro horas para no ser expulsado.

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