“Perdí mi trabajo por no querer enseñar a mis alumnos vídeos del 11-S y ser musulmana”
Suriyah Bi tiene una voz dulce y habla de forma pausada. Lo primero que sorprende es su compostura, ya que aunque su relato tiene una evidente carga emocional para ella, se muestra tranquila y apenas le tiembla la voz durante la entrevista. Lo segundo que llama la atención es su currículum: con apenas 24 años, tiene un grado en ciencias humanas de la universidad de Oxford, un máster en la School of Oriental and African Studies (SOAS) y ahora prepara su doctorado en la University College of London.
Afirma que fue despedida de su último puesto como asistente de profesor en un colegio por su condición de musulmana. Tras un año de sesiones preliminares, la Justicia británica escuchará sus alegaciones de despido injustificado y discriminación religiosa en un juicio laboral que tendrá lugar en diciembre.
Suriyah es británica, musulmana y de origen cachemir. Nació y creció en Birmingham, una ciudad de raíces industriales en el centro de Inglaterra, y fue en esta ciudad donde empezó a trabajar como profesora asistente de un colegio local en septiembre de 2015.
Siete días después, el centro decidió prescindir de sus servicios. ¿La razón? Suriyah Bi se había opuesto a que sus alumnos de 11 y 12 años de necesidades especiales tuviesen que ver un vídeo de los atentados del 11 de septiembre como parte del currículum escolar.
“El vídeo en cuestión formaba parte de una lección de literatura inglesa”, explica Suriyah. “Habíamos terminado de estudiar un poema, Out of the Blue, que trata sobre los horrores del 11-S. Como parte de la clase, los niños tuvieron que ver un clip de YouTube en el que se veía a personas saltando de las Torres Gemelas. Los pobres estaban aterrados. Muchos no sabían si lo que estaban viendo era de verdad o una película”.
Suriyah explica cómo al día siguiente fue a hablar con la dirección del colegio para expresar su preocupación. Cuarenta minutos después, la dirección le comunicó que su contrato había terminado. “Me dijeron que me echaban porque evidentemente estaba incómoda con el temario. Que recogiera mis cosas y abandonase el recinto inmediatamente”, recuerda la joven.
Para Suriyah, era evidente que su religión había sido un factor importante en su despido. Gracias a una solicitud de acceso a la información, bajo la cual los organismos públicos están obligados a publicar los documentos y correspondencia en relación con dicha persona, Suriyah tuvo acceso a los emails que los miembros del profesorado se habían intercambiado. Mencionaban su condición de musulmana y cuestionaban su idoneidad para trabajar como profesora.
“Los profesores me veían como una musulmana extremista. Pensaron que el vídeo me ofendía por cuestiones religiosas. Pero mi problema con el vídeo no era por ser musulmana, yo no tengo ningún problema con que se enseñe el 11-S en los colegios. Pero tenemos que hacerlo con los recursos apropiados, y teniendo en cuenta la salud mental de los alumnos. Este vídeo no está recomendado para aquellos que tienen menos de 18 años, de hecho está bloqueado para menores”, dice Suriyah.
La joven menciona varios estudios sociales que apuntan que ver casos de suicidios en los medios puede animar a otras personas a imitarlos. “Los menores son los que más en riesgo están de seguir este efecto llamada. Y este era un grupo de niños de 11 años”.
La estrategia antiradicalización en los colegios
Puede parecer extraño que un colegio decida enseñar un contenido tan gráfico a sus alumnos. Sin embargo, Suriyah explica que estos vídeos siguen la línea de la estrategia antiradicalización lanzada por el Gobierno. Como parte de este programa, los profesores tienen la obligación de evitar que sus alumnos se sientan atraídos por el terrorismo e identificar a aquellos que estén en riesgo de radicalización.
“Desde julio de 2015, todos los colegios tienen que tener en cuenta esta estrategia”, explica Suriyah. “El colegio obviamente decidió que era aceptable enseñar este tipo de contenido como parte del programa”.
La estrategia Prevent ha sido criticada por varias organizaciones de derechos humanos y por el Sindicato Nacional de Docentes por introducir un ambiente de sospecha en las aulas. Algunas organizaciones también denuncian que los alumnos musulmanes están siendo injustamente discriminados.
Entre los casos que han salido recientemente en los medios se encuentra un colegio de Birmingham que denunció a la policía a un alumno musulmán de siete años tras confundir un pedazo de bronce que el niño había traído al colegio por una bala.
Una cuestión de justicia
Suriyah ha rechazado una oferta de compensación de 11.000 libras (13.000 euros) del colegio que la despidió hace 15 meses. “11.000 libras es una broma. No cubre ni de lejos todo lo que he tenido que soportar este año”, dice Suriyah, y por primera vez se nota un tinte de amargura en su voz. La joven explica cómo estuvo un año intentando encontrar un abogado que la representase sin éxito, por lo que ella misma se representará en el juicio.
“Los abogados me decían que iba a terminar gastando más dinero del que iba a ganar. Pero yo lo que quiero es justicia. Esto es una cuestión de principios. Quiero enfrentarme a ellos y que me pidan perdón a la cara. Ninguna cantidad de dinero va a borrar lo que me hicieron”.
Suriyah tiene el apoyo del diputado de su circunscripción de Birmingham, quien ha expresado públicamente que el único delito de la joven fue defender a sus alumnos. Se siente agradecida por este apoyo, pero cree que el problema va más allá que un despido. “La discriminación contra los musulmanes en este país es muy intensa. Y eso no parece que vaya a cambiar”.