“Me devolvieron un cuerpo que no era el de mi marido”
El 27 de julio de 2007, Pascual, el marido de Teresa Jiménez, dejó su casa en una comunidad rural de Chiapas acompañado por dos sobrinos. Su intención era cruzar el país y llegar a EEUU. Iba a pasar un año y medio trabajando, el tiempo suficiente, según sus cálculos, para ahorrar y volver a su tierra, donde montaría un negocio junto a su mujer. Trece días después, Teresa recibió una llamada en la que le comunicaban que Pascual había fallecido.
Nos encontramos con ella en la sede de Voces Mesoamericanas, la organización que le está ayudando en su caso. Ha viajado cinco horas para llegar a la entrevista. Es una mujer serena, de conversación suave y pausada. Su relato, cargado de fechas y lugares, parece seguir una escaleta, la que mentalmente ha ido construyendo las decenas de veces que ha contado su historia buscando justicia.
Su relato comienza con el día en el que se enteró de que su marido no consiguió llegar a EEUU. “Me avisaron de que lo habían encontrado muerto en el desierto las autoridades de Arizona. Murió por deshidratación”, cuenta. Tras varios días andando, Pascual pidió a sus sobrinos que continuaran el camino porque no se veía con fuerzas. “Los muchachos dijeron ”si te quedas, tío, nosotros también“. Él dijo: ”no, váyanse ustedes que todavía pueden caminar y yo me regreso a la casa“, pero nunca regresó”, recuerda su esposa.
Lo identificaron por su documentación y por la biblia que portaba en la mano con el nombre su hija. Durante días, Teresa conversó con el consulado de México en EEUU preguntando por los resultados de la prueba forense que iba a confirmar si se trataba o no de Pascual. En una de estas charlas, le dieron un dato que no concordaba con la descripción de su marido: el cadáver tenía cuatro dientes postizos. “Yo les dije que no, que mi esposo no tenía esos dientes. Les advertí de que no me lo mandaran porque no era nuestro y les dije hicieran bien los estudios”. A pesar de todo, el proceso siguió adelante y “me devolvieron un cuerpo que no era el mío”, recuerda. Para poder hacerse cargo de él y contratar la funeraria que lo trasladó a su comunidad, Teresa se vió obligada a vender los animales que tenía en el criadero, la única fuente de ingresos de su familia.
Cuando finalmente el cadáver llegó a casa y celebraron el velatorio, los hermanos Pascual abrieron el ataúd, confirmando así sus sospechas. “Vieron que no era. Era otro hombre con los dientes postizos que nada tenía que ver con mi marido. Yo no quise verlo. Le dije a mis hijas que lo recordaramos como cuando se fue. Siempre supe que no era él”. El miedo ganó la batalla a la impotencia y Teresa enterró al difunto que le habían enviado. “No dijimos nada porque las autoridades son las que mandan. ¿Qué tal si lo tenían detenido y, por decir que no era, las autoridades lo castigaban? No dije nada”. Guardó silencio durante años hasta que conoció a Voces Mesoamericanas, la organización que le está asesorando en el proceso.
“El caso de doña Tere es muy claro. Le regresan un cuerpo que no es el suyo y, cuando decide alzar la voz, hay una serie de amenazas de los consulados mexicanos diciéndole que pueden ir a detenerla, que está loca, etc. La que más ofende y duele es que le digan: ”hagáse cuenta de que es su muerto porque ya no le vamos a buscar otro“. Este es el punto donde esta búsqueda de la verdad adquiere un sentido mucho mayor”, cuenta Aldo Ledón, miembro de la organización. En unos días, se realizará la exhumación del cuerpo para realizarle una nueva prueba forense. En el caso de que se confirme que no es Pascual, comenzará la búsqueda de su cadáver, que podría haber sido intercambiado con el de otro migrante que fue encontrado en las mismas fechas que él. “Lo que queremos es quedar tranquilas. Aunque sean sus huesos, que llegue de vuelta a nuestra comunidad”, reconoce Teresa.
Después de seis años, dice que ya no tiene “lágrimas que llorar”, ahora solo queda la justicia. “Quiero que haya justicia por lo que me hicieron. Si encontraron el cuerpo, ¿por qué no me lo devolvieron? ¿por qué me devolvieron otro cuerpo? Yo no le deseo a nadie lo que me pasó...Quiero que me reparen el daño que nos hicieron. Para estar en paz”, sentencia.
“Queremos que este caso sea emblemático y podamos darle la fuerza necesaria para el acceso a la justicia y la reparación de los daños. Este es un daño grande y no solo desde la recompensa económica”, asegura Ledón. “Hay un Estado que no está cubriendo las necesidades de su población. Esta persona se fue porque aquí no se daban las condiciones necesarias para que se quedara, falleció en el camino y no hay una responsabilidad por regresar a la persona humanamente, desde el apego a los derechos humanos”.
Otros Pascual
En los cementerios de las ciudades que componen la ruta migratoria por la que pasan los mexicanos y los migrantes centroamericanos que quieren llegar a EEUU, son muchos los panteones de personas no identificadas. Personas que como Pascual dejaron de dar noticias y hoy yacen enterrados sin un nombre, mientras sus familias siguen buscándolos. Voces Mesoamericanas ha puesto en marcha un banco de datos forense sobre migrantes no localizados en Chiapas, como ya los hay en países como El Salvador, en Honduras y Guatemala.
“Hay un número significativo de personas que dicen que su última comunicación fue en Chiapas. Esto no nos indica que necesariamente les haya ocurrido aquí algo, pero sí hay un indicio. Con este banco vamos a realizar exhumaciones a lo largo de la ruta migratoria del tren que pasaba desde Ciudad Hidalgo, la frontera con Guatemala hasta Oaxaca (México)”. El proyecto, en colaboración con el Gobierno y con un equipo forense argentino, consiste en efectuar exhumaciones en los panteones sin nombre, realizar perfiles genéticos de los cuerpos y cruzar los datos con los de las familias de otros países centroamericanos que han denunciado las desapariciones de sus familiares. En la primera etapa, que fue en 2012, se exhumaron 73 cuerpos. “Es un trabajo a mucho tiempo porque tienen que implicarse muchos entes gubernamentales. El objetivo es ir logrando estos lazos de colaboración entre los diferentes grupos forenses del estado de México”.
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Este reportaje ha sido realizado durante un viaje con Ayuda en Acción, ONG con la que colaboro y socia de Voces Mesoamericanas.