La Fiscalía de Portugal ha abierto esta semana un expediente para investigar por supuesta incitación al odio las declaraciones del líder del partido de extrema derecha Chega, del líder parlamentario y de un asesor del partido después de que la policía matara con disparos a un hombre negro en un barrio a las afueras de Lisboa.
En la madrugada del 21 de octubre, Odair Moniz, de 43 años, iba en su coche por la zona de Damaia, un barrio a pocos kilómetros de Lisboa conocido por la gran presencia de comunidades africanas. Al parecer, pisó una línea continua y la policía le ordenó detenerse, pero no obedeció y se inició una persecución policial. Odair se estrelló contra varios coches antes de parar y salir del vehículo. La policía no consiguió poner las esposas al fugitivo y disparó al aire y al torso de Odair, que murió allí mismo.
El agente de 27 años que efectuó los disparos contra el ciudadano de Cabo Verde acabó justificando su comportamiento con un supuesto intento de agresión con un arma blanca, algo que las imágenes de vídeo no muestran.
En estas zonas humildes de la periferia de la capital portuguesa es habitual un clima de tensión entre los residentes y las fuerzas de seguridad. La falta de políticas públicas, el creciente estigma hacia las comunidades inmigrantes y los fenómenos de radicalización en el interior de la policía han creado una especie de “tormenta perfecta”.
Tras la muerte de Odair Moniz, la tensión escaló en algunos barrios de la periferia de la ciudad, con una ola de disturbios que ha acabado con coches, cubos de basura y autobuses –uno de los cuales fue atacado con un cóctel molotov lanzado contra el conductor, que hoy sigue “gravemente” herido en el hospital– incendiados en protesta por la actuación policial que se cobró la vida del hombre caboverdiano. El pasado domingo se celebró el funeral, y decenas de familiares, amigos y vecinos se congregaron para darle el último adiós, entre el dolor y la indignación.
El caso ha reabierto el debate sobre el racismo y la violencia policial en el país. “La extrema derecha racista está innegablemente infiltrada en la policía”, dice la asociación SOS Racismo. “La muerte de personas negras a manos de la policía suscita las mayores preocupaciones sobre las verdaderas motivaciones” de los agentes, señala la organización.
A pesar de la cuestionada actuación policial, el líder de Chega, André Ventura, se apresuró públicamente a “agradecer” al agente que disparó a Moniz “el trabajo que hizo”. “Debemos condecorarle y no convertirle en un acusado, amenazar con procesarle o detenerle”, añadió. “Lo único [que hay que destacar es que Odair Moniz] intentó apuñalar a policías, huía de ellos e iba a cometer delitos, con toda probabilidad”. No es la primera vez que Ventura, cuya formación cuadruplicó el número de escaños en las elecciones del pasado 10 de marzo, expresa opiniones xenófobas y racistas.
“No tiene cabida en una democracia”
Un grupo de ciudadanos presentó el pasado lunes una denuncia penal ante la Fiscalía portuguesa, en la que argumentan que “todas las acusaciones [de Ventura] eran falsas, inventadas y solo pretendían inflamar los ánimos sociales, provocando malestar social, ira, resentimiento y violencia”. “Alabar una acción policial que supuso la pérdida de una vida humana es obviamente apología de un delito”, algo que está “sancionado por el Código Penal”, agregan.
La denuncia –impulsada por abogados, analistas de izquierdas, profesores, dos exministros socialistas y personalidades de la cultura– ha sido respaldada por una petición que ya suma más de 130.000 firmas, una de las mayores iniciativas de este tipo en el país. María Escaja, una de las promotoras de la petición, explica a elDiario.es que esta movilización demuestra que “no todo vale” porque “hay una Constitución y un Código Penal que hay que cumplir” e “incitar al odio y al delito no tiene cabida en una democracia”.
“No todos los policías son racistas ni están radicalizados”, dice Escaja, que señala la paradoja de que Chega sea “el primero en poner en peligro a las fuerzas de seguridad” cuando “las explota sin preocuparse verdaderamente por sus condiciones de trabajo”.
Durante mucho tiempo, el partido ultra ha aprovechado las estructuras informales de las fuerzas de seguridad para hacer crecer su influencia dentro de estas organizaciones. El caso más conocido es el del Movimento Zero, un grupo inorgánico que surgió como respuesta a la acusación de agentes de la Policía de Seguridad Pública por haber detenido y agredido en 2015 a jóvenes negros en el interior de la comisaría de Alfragide, a las afueras de Lisboa, sin justificación alguna. Ventura llevaba las pulseras del Movimento Zero y siempre estaba presente en las manifestaciones policiales.
Además de las declaraciones de Ventura, el líder parlamentario del partido, Pedro Pinto, también está en el punto de mira de la acción penal por haber dicho, en un debate en el canal público de información RTP3: “Tal vez si [la policía] disparara más a matar, el país estaría más en orden”. El asesor parlamentario de Chega también está acusado de incitación al odio por haber escrito en la red social X: “Un delincuente menos, un votante menos del BE (iniciales en portugués del partio Bloque de Izquierda)”.
El sábado pasado se convocaron dos manifestaciones a la misma hora: una contra el racismo en la policía, pidiendo “justicia” por la muerte de Odair Moniz, y otra en defensa de la policía, promovida por Chega. La manifestación del partido ultra fue menos concurrida, demostrando las dificultades de la extrema derecha para movilizarse fuera de las redes sociales.