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Lluvias torrenciales en los campamentos saharauis empeoran la crisis humanitaria

Fabiola Barranco

Desde el pasado 17 de octubre lluvias torrenciales han arrasando a los campamentos de refugiados saharauis en la hamada argelina, un lugar inhóspito del desierto del Sáhara donde la alimentación depende de la ayuda humanitaria y donde ni la luz eléctrica ni el agua corriente existen. Pero aún así, da cobijo a más de 160 mil personas que viven forzosamente en el exilio desde hace 40 años, tras el abandono del Gobierno español de su última colonia y la ocupación ilegal del territorio por parte de Marruecos.

Cuando la lluvia llega al desierto, dicen quienes lo habitan, es una bendición. Pero en esta ocasión el agua cae sin control, provocando fuertes inundaciones y numerosos daños materiales, especialmente en las wilayas –distritos- de Auserd y Dajla. Las tormentas han hecho mella en las precarias infraestructuras de los campamentos que sirven de hogar para tres generaciones de refugiados.

Ante este panorama el Frente Polisario ha creado una Comisión de Urgencia para evaluar damnificaciones y dar respuesta lo antes posible a las familias afectadas. Las autoridades saharauis, junto con las organizaciones que trabajan en terreno, estiman que unas 700 casas de adobe y otras tantas jaimas de tela han sufrido daños total o parcialmente, pero la amenaza de lluvias no remite y dificulta la evaluación.

Bachir Lahasen, uno de los afectados, cuenta desde el otro lado del teléfono cómo ha pasado toda la noche achicando agua junto a su hermano, en la habitación más segura de la casa familiar en Smara. Allí han tenido que dormir su madre, sus sobrinos, hermanos y hermanas, una de ellas embarazada. Hasta el momento han tenido suerte, al contrario que en otros campamentos más afectados como los de Dajla, donde “se han derrumbado las casas y todo lo que la gente tenía se ha caído en un minuto”.

Para evitar mayores desgracias, y ante el amenazante cielo gris que avisa de nuevas tormentas, Bachir y su familia se preparan para protegerse en una zona más elevada instalando allí una jaima, pues el agua terminará por vencer los ladrillos de adobe que levantan las paredes de su casa y guardan los recuerdos de su infancia. Afortunadamente no se han registrado heridos en ninguno de los campamentos, pero las consecuencias nocivas dejan huella en la vida cotidiana, ya debilitada en los últimos años por la crisis humanitaria acuciada por los recortes en ayudas de cooperación.

Durante estas jornadas de precipitaciones han aparecido en las redes sociales numerosas fotos y videos testificando las secuelas de las duras condiciones meteorológicas. Imágenes que sirven de grito de auxilio, un clamor que la población saharaui está acostumbrada a entonar para tratar de vencer cada día el olvido al que, como pueblo, parecen estar condenados.

Médicos del Mundo es una de las ONG que más tiempo lleva atendiendo a los saharaui en el exilio, y es testigo de esta dejadez y olvido. El coordinador de la organización en los campamentos de refugiados saharauis, Bruno Abarca, explica para eldiario.es que “las fuertes lluvias han provocado daños en los dispensarios y hospitales, lo que ha obligado a realizar algunas operaciones en la ciudad argelina de Tinduf”. Y añade que “el problema es que muchas familias han perdido sus casas, mantas y la alimentación se ha estropeado, lo que ha provocado que familias que ya se encontraban en una situación vulnerable, ahora estén peor”.

Desde la organización les preocupa que estas circunstancias afecten a las mujeres embarazadas con anemia –representan el 45% de las mujeres en gestación- y a la población infantil que padece malnutrición aguda o severa. A lo que Abarca añade que lo que se vive en los campamentos es “una situación bastante preocupante por los recortes en asistencia humanitaria, cuyos fondos son insuficientes e imposibilita mantener un sistema de salud en condiciones”.

Una postura que comparte Brahim Mojtar, ministro de Cooperación saharaui, que denuncia que “ha disminuido en un 20% los repartos de la canasta básica de alimentos, proporcionada por el Programa Mundial de Alimentos”. Mojtar también señala que “el Gobierno español no ha mostrado ningún apoyo ante el llamamiento por parte del Frente Polisario a través de la Media Luna Roja saharaui, para auxiliar a los habitantes damnificados” y espera que “la llegada de refugiados a Europa, no sirva de pretexto para España y la Unión Europea para no acudir al amparo de las víctimas de los campamentos de refugiados saharauis”.

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