Todo empezó con un tuit. El pasado 24 de noviembre, la activista ruandesa Fiona Kamikazi Rutagengwa escribía un mensaje en la red social en el que mostraba su preocupación por el consumo extendido de cremas para blanquear la piel y pedía a las autoridades sanitarias y a la Policía que tomaran medidas.
“Lo escribí tras observar a la gente que me rodea y darme cuenta de que se está convirtiendo lentamente en una tendencia peligrosa que está afectando a los africanos física y mentalmente”, explica la joven de 27 años en una entrevista con eldiario.es.
La respuesta llegó un día después. El presidente ruandés, Paul Kagame, contestaba en Twitter a su mensaje alertando de los efectos que pueden tener estos productos para la salud: “Bastante insalubres, entre otras cosas. Incluyen el uso de productos químicos prohibidos. ¡El Ministerio de Salud y la Policía Nacional de Ruanda deben controlar esto muy rápidamente!”.
Kamikazi reconoce que “se emocionó” cuando leyó la respuesta. “Inmediatamente desencadenó que se aplicara la prohibición de estos productos”, sostiene la activista. En Ruanda, como en otros países africanos, muchas personas, principalmente mujeres, usan estos cosméticos para blanquearse la piel porque asocian la belleza o el estatus social con una piel más clara.
En respuesta, en varios de ellos han surgido movimientos como en el que participa Kamikazi, que tratan de tumbar esta idea de raíz y concienciar de los daños que puede causar la práctica de decolorarse la piel. “La gente de África debería abrazar su hermosa piel. Nos engañaron para que pensáramos que una piel más clara nos hace más bellas. Está mal y debemos recordárselo a las mujeres desde pequeñas”.
Desde noviembre, el Gobierno ruandés ha desplegado a funcionarios por todo el país para retirar de las estanterías de las tiendas los productos que aclaran la piel, en particular, los que contienen determinadas sustancias químicas. “Estamos incautando algunos cosméticos, inspeccionando las tiendas y los mercados, y asesorando a los vendedores”, ha explicado a The New York Times un portavoz de la Oficina Normativa de Ruanda, que lidera la campaña junto al Ministerio de Salud. A mediados de enero, según informa la prensa local, la Policía aseguraba que había confiscado en tiendas de belleza de todo el país más de 5.600 artículos prohibidos, como lociones, aceites, jabones y aerosoles.
Más de 1.000 productos prohibidos
En 2016, las autoridades ruandesas dieron instrucciones a través de una orden ministerial para prohibir el uso de un total 1.342 cosméticos. Sin embargo, hasta noviembre, el Gobierno de Kagame –muy cuestionado, por otra parte, por ONG de derechos humanos que lo acusan de amordazar la libertad de expresión o reprimir a la oposición y a la sociedad civil– no ha hecho cumplir de una manera estricta esta prohibición.
Los productos para aclarar la piel suelen contener compuestos químicos restringidos en el país, como la hidroquinona y el mercurio, que actúan eliminando la pigmentación de la piel. En el primer caso, cuando se aplica en altas dosis, puede provocar daños en la piel y su uso en Ruanda se restringe a los productos medicinales recetados por profesionales sanitarios. Más peligroso puede ser el mercurio, que, según advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS), puede causar daño renal, problemas a la hora de cicatrizar, sarpullidos, reducción de la resistencia de la piel a infecciones e incluso ansiedad o depresión.
Ruanda no ha sido el primer país en declarar la guerra a los cosméticos que blanquean la piel. Sigue los pasos de otros países como Ghana y Costa de Marfil, que han impuesto también restricciones a este tipo de productos. Aunque muchas personas han celebrado la medida, también hay detractores que consideran que prohibirlos solo fomentará su uso clandestino con mayores riesgos, así como quienes han mostrado su desacuerdo porque consideran que los consumidores deberían tener la libertad de elegirlos o rechazarlos.
Las autoridades ruandesas insisten en que su batalla contra el blanqueamiento de la piel viene acompañada de una campaña para sensibilizar sobre los efectos del uso de estos productos. Para Kamikazi, la clave está, precisamente, en la educación. “Hay quienes están criticando la campaña pero ni siquiera conocen las consecuencias de estos cosméticos. Estoy de acuerdo en que la gente debería usar cualquier producto que quiera en su piel y por eso no todos han sido prohibidos, solo aquellos con sustancias químicas peligrosas”, responde la activista.
La joven se dedica a la comunicación social y vive en la capital, Kibali. Nunca ha empleado estos productos, pero asegura que ha visto a familiares y amigos lidiar con los efectos de su uso. “Lo más peligroso es que hay personas sin formación que mezclan diferentes lociones con blanqueadores naturales y se lo venden a la gente. Son personas con acceso a productos peligrosos que no son conscientes de las consecuencias”, afirma.
Según datos de los investigadores de Global Industry Analysts proporcionados por la cadena CNN, el mercado global de productos aclaradores de la piel crecerá hasta los 31.200 millones para 2024, un 40% más que en 2017. Los analistas atribuyen sus previsiones al “estigma rampante que pesa sobre la piel negra y la percepción cultural rígida que relaciona la piel clara con la belleza, el refinamiento y el éxito personal en algunas comunidades” de Asia, Oriente Medio y África.
Así, países como China, Corea del Sur o India también se han sumado a la moda de los productos que decoloran la piel. Según una investigación de la OMS elaborada en 2011, el 61% del mercado dermatológico en India lo ocupan estos artículos. En Nigeria y en Togo los usan con regularidad el 77% y el 59% de las mujeres. En países como Malí, Senegal y Sudáfrica este porcentaje es superior al 25%.
Son mujeres como la ruandesa Agne Amiwana, que lleva siete años usando cremas para blanquearse y cuyo testimonio ha sido recogido por Al Jazeera. “Temo volver a ser demasiado oscura, como solía ser. Aún me quedan algunos productos, pero odio la idea de que mi piel se oscurezca”, dijo Amiwana al medio árabe. Kamikazi comprende que haya usuarias descontentas con la medida del Gobierno, pero es tajante al rechazar los argumentos de quienes defienden que este tipo de cosméticos “hacen que una mujer se sienta hermosa”.
“Creo que es una idea muy racista que comenzó con la colonización y la esclavitud, cuando los africanos veían a los blancos como superiores y hacían cualquier cosa para parecerse a ellos. Empezamos a alisar y a enderezar nuestro cabello, a decolorar nuestra piel, a vestirnos y a hablar como ellos”, resumen la joven. “Las mujeres africanas son hermosas por la forma en que nacen y me encanta que mucha gente haya empezado a aceptar esto”, sentencia.