Maltratada, embarazada de 8 meses y durmiendo en la sala de espera de un hospital

p { margin-bottom: 0.21cm; } Está embarazada de ocho meses y duerme en una pequeña sala exterior del Hospital Comarcal de Melilla desde hace aproximadamente un mes. Se muestra agradecida. Al menos allí puede resguardarse. Lo necesita. No sólo porque tendrá un hijo en unas semanas: también por el miedo a volver a encontrarse con el hombre que este martes amorató su cara y golpeó su vientre, como ha denunciado la organización Prodein. Había sido expulsada de un centro de acogida para mujeres maltratadas por la actitud violenta de un acompañante y por desvelar la localización de la casa protegida, según la versión oficial del Gobierno de Melilla, a la que se opone H.

H., de 28 años, es marroquí y reside en situación irregular en Melilla. Después de trabajar como camarera en la zona de la frontera, la joven cuenta que se trasladó a la ciudad convencida por un melillense, el futuro padre de su hijo. “Cuando se quedó embarazada, empezaron a tener problemas. Según nos cuenta ella, un día la llevó de malas maneras hasta un barrio periférico donde la dejó sola, sin teléfono... abandonada”, denuncia José Palazón, presidente de Prodein, en declaraciones a eldiario.es. “Le decía que no quería verla más, que volviese a Marruecos”.

Dada esta situación, aquella misma noche se desplazó a la comisaria de Melilla, donde, según relatan desde la ONG transmitiendo el testimonio de la joven marroquí, “no le prestaron mucha atención”. Al día siguiente logró poner la denuncia contra su presunto agresor, que la propia joven muestra en la fotografía.

Una vez efectuada la denuncia, ingresó en un centro de acogida para mujeres maltratadas donde permaneció hasta que, embarazada de siete meses, fue expulsada. Las versiones sobre los motivos de la expulsión difieren entre las palabras de la víctima y las de la Viceconsejera de la Mujer de Melilla. En cualquier caso, coinciden en una disputa con el personal del centro en la que estaría involucrado un hombre acompañante de H.

La joven marroquí cuenta que tenía fuertes dolores en la tripa, por lo que, junto a una amiga que actuaba como intérprete, pidió acudir al hospital en taxi, servicio que se negó a pagar el personal de la casa de acogida. Un conocido de ambas las acercó a urgencias y, cuando regresaron, éste solicitó a las trabajadoras el dinero gastado en gasolina, según cuenta la amiga que estuvo presente en la discusión. “Yo no sabía que no podían subir los hombres, H. necesitaba su ayuda para llegar al centro porque casi no podía andar de los dolores”, explica su compañera.

No obstante, la versión oficial asegura que H. llegó acompañada de una mujer y un hombre en una actitud agresiva. “Llegaron pidiendo dinero y zarandearon a una de las trabajadoras”, sostiene la viceconsejera de la Mujer, Fadela Mohatar en declaraciones a Desalambre. Según indica, esta empleada ha interpuesto una denuncia después de este episodio. Desde el Gobierno de Melilla recuerdan que desvelar la localización de una casa de acogida protegida supone una falta de disciplina muy grave. “Puede poner en peligro al resto de mujeres y niños que se refugian en ella”, añade Mohatar.

Las casas de acogida cuentan con normas internas de convivencia que las mujeres deben respetar. No obstante, la expulsión de una mujer suele producirse solo en casos excepcionales, por ejemplo, por actos violentos o que puedan poner en peligro a la propia mujer o al resto de internas.

Nueva agresión

Desde entonces, según Prodein, H. se refugia en la sala de espera exterior del Hospital Comarcal de Melilla. “Algunos conocidos e incluso trabajadores del turno nocturno le llevan comida y le ayudan”, relata. Pero la noche del pasado martes regresó pasadas las 23 horas con el ojo hinchado, la muñeca torcida y un fuerte golpe en el vientre. “Su expareja la había agredido a unos metros del centro hospitalario, repitiéndole una vez más que volviese a Marruecos”, afirma Palazón quien se encontró con la joven tras la agresión.

“Sea verdad o mentira una u otra versión, han echado a una persona embarazada de siete meses que corre peligro sin prestarle ningún tipo de protección. El centro debería haber evitado dejarla en la calle y solucionar ese conflicto de alguna manera”, lamenta Jesús Palazón, de Prodein.

En este sentido, la viceconsejera explican que, el día posterior de la expulsión, mantuvieron una reunión con ella donde le ofrecieron algunos recursos de apoyo psicológico a los que podría acceder -aunque no especifica ningún método alternativo para protegerla en el exterior-. Según defiende, desconocía que H. estaba durmiendo en la sala del Hospital Comarcal de Melilla. “Cuando le comunicamos la expulsión, H. estaba acompañada de una familia que, hasta donde tenía entendido, iba a acogerla”, matiza.

Una vez que este periódico ha informado a la Administración de la supuesta nueva agresión, la viceconsejera ha asegurado que el departamento que dirige se informará ahora de la situación de esta mujer, embarazada de 8 meses, y tratará de buscar una solución. “En ningún caso podría volver a la misma casa de acogida en la que estuvo pues vivimos un episodio traumático pero quizá, si denuncia de nuevo, podría ir al centro de emergencia de Cruz Roja”, afirma Mohatar.

H. no se atreve a denunciar esta última agresión. “Cuando nos fuimos del hospital todavía estaban haciéndole pruebas en planta y nos aseguraron que llamarían a la policía, pero al final H. se negó a poner otra denuncia. Está muerta de miedo. Teme ir a comisaria y ser expulsada a su país. No la pueden dejar en esta situación de desamparo”, clama José Palazón vía telefónica, a la espera y muy pendiente de poder conocer nuevas noticias sobre la joven.