El ministro español de Exteriores y Cooperación en funciones, José Manuel García-Margallo, ha cuestionado de nuevo el pacto Turquía - UE, advirtiendo que las expulsiones colectivas planteadas en el principio de acuerdo son “contrarias a la Convención de Ginebra, la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión, el Tratado de Funcionamiento europeo y la directiva de suspensión de la protección internacional a los refugiados”. En definitiva, ha afirmado, atentan contra “el nervio de Europa”.
Según ha defendido, estás expulsiones son contrarias a la legalidad, “pero sobre todo es contrario a la moral y a la justicia”, ha reivindicado el ministro en funciones, porque “es tratar a seres humanos como si fueran maletas”. Estas declaraciones llegan un año después de la aprobación por parte del Gobierno español de la normativa que trata de regular en España las devoluciones colectivas de migrantes en las fronteras de Ceuta y Melilla, donde se expulsa de forma sistemática a las personas que logran saltar las vallas, aunque hayan pisado suelo español, y sin permitir su acceso al sistema de asilo.
García Margallo lo tiene claro cuando se trata de devoluciones colectivas a nivel europeo y fuera de España. “Cada ser humano que llega con una necesidad tan apremiante tiene derecho a presentar una solicitud individual y que ésta se estudie, se resuelva y se pueda recurrir”.
“Y si se le manda a otro lado hay que estar seguros de que el país al que se le manda le protege en condiciones que la dignidad humana requiere”, reclamó en referencia a “unos temas que tocan los valores y principios sobre los que está fundada Europa”. No obstante, este martes admitió que no vetará el acuerdo entre la UE y Turquía, pero sí pedirá una serie de matices, que aún no ha concretado. Por su parte, desde el Consejo Europeo son conscientes de la ilegalidad de las expulsiones colectivas y están trabajando en “una alternativa legal” para expulsar a los refugiados que lleguen de forma irregular.
El pasado viernes el ministro de Interior en funciones fue el primero que cuestionó el pacto UE - Turquía debido al “peligro” de que el cierre de la ruta de los Balcanes supusiese la apertura de otro camino a Europa para los refugiados: España, a través de Marruecos.
“En España tenemos cifras ridículas de refugiados”
Magallo ha reconocido este miércoles que los miembros de la Unión Europea (UE) están gestionando la crisis de los refugiados sirios “francamente mal” y advirtió que las expulsiones colectivas atentan contra “el nervio de Europa”.
“Estamos en una de las mayores, probablemente la mayor catástrofe desde la II Guerra Mundial: Un conflicto en Siria que va por el quinto año sin que nadie parezca saber cómo atajarlo”, dijo en declaraciones a la prensa en San Juan, donde asiste al VII Congreso Internacional de la Lengua Española.
Según recordó, “hay más de ocho millones de sirios dentro de Siria desplazados de sus hogares en necesidad de ayuda humanitaria en sitios a los que no se puede acceder”, así como “más de cuatro millones de sirios fuera” de su país.
“Cuando ha empezado el flujo de esos emigrantes a Europa es cuando Europa se ha despertado de su sueño y ha empezado a preocuparse por el problema sirio”, lamentó.
A su juicio, “lo estamos haciendo francamente mal”, ya que “en la UE no hay una política de emigración y asilo común cuando es obvio que ningún Estado miembro puede resolver este tema por sí mismo y cuando ya el agua ya ha llegado al cuello, la solución que se ha dado a mí no me ha gustado nada”.
“El ejemplo más claro del fracaso de Europa -señaló- es que en el Líbano, que tiene una renta por individuo que es la quinta parte de la UE, tiene una población siria que supone el 25 % del total”, mientras que “en España y Europa las cifras que tenemos son francamente ridículas”, lo que quiere decir que “algo tenemos que estar haciendo mal”.
Sobre la iniciativa de algunos ayuntamientos de España de retirar las banderas de la UE, dijo que “lo entiende como un grito de protesta para que las instituciones de la UE se pongan en marcha” aunque “eso no va a solucionar el problema”.
“Estamos tocando el nervio de lo que es Europa”, alertó, ya que “sin solidaridad, que es el alma europea, no puede subsistir el sueño político de Europa”.