Los menores migrantes, expuestos a abusos en Túnez en su camino a Europa: “La policía nos golpeó con porras y cadenas”
Adam (nombre ficticio) tenía solo 14 años cuando, en febrero de 2022, dejó su hogar en Sierra Leona con su padre y su hermano pequeño, que ahora tiene seis años. Dos años después, los dos hermanos se han quedado solos y piden en las calles de la ciudad de El Amra, en Túnez, para poder comer.
Su padre fue quien les convenció para que hicieran el viaje con él. Quería encontrar un trabajo en Europa y dar una educación a sus hijos. La familia atravesaba dificultades económicas desde que la madre de los dos niños sufrió un accidente de coche. El padre, que trabajaba como conductor, no pudo hacer frente a los gastos de un cambio de vehículo y se había quedado sin medio de vida. Pero al llegar a Argelia, la policía detuvo al cabeza de familia y se lo llevó. Desde entonces, no lo han vuelto a ver. “No tengo forma de contactar con él, ni siquiera sabemos si está vivo”, dice Adam.
Millones de niños se mueven por todo el mundo, y cada vez son más los que viajan solos tras ser separados de sus padres. En Túnez, unos 1.500 menores no acompañados fueron el año pasado a las oficinas de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en busca de ayuda y asilo. Muchos habían huido de conflictos en Sudán, Somalia, Siria y Eritrea. Entre enero y agosto de 2023, el 12% de las personas que llegaron por mar a Italia, destino habitual de los migrantes en Túnez, eran niños no acompañados.
La gran mayoría de los menores sufren una o más detenciones arbitrarias, trata de personas, violencia sexual y explotación laboral mientras viajan.
Separados de sus padres
John (nombre ficticio), líder de un campamento improvisado de migrantes y refugiados en El Amra, dice que la policía separa a los niños de sus padres. “Sus madres y padres salen a pedir y luego la policía los captura y se los lleva a Argelia”.
Muchos llegaron al campamento improvisado el verano pasado, después de que las autoridades expulsaran a cientos de subsaharianos de la cercana ciudad costera de Sfax, explica John. La violencia y las tensiones estallaron en la ciudad tras la muerte de un tunecino en julio de 2023. Aunque la policía mantiene una presencia constante en los alrededores de El Amra, John afirma que la población local ha donado alimentos y agua y, en su mayor parte, tolera que vivan allí.
John, de Sierra Leona, explica que lo separaron temporalmente de su esposa y su hijo de siete años. Lo detuvieron cuando intentaba cruzar a Italia en una embarcación de traficantes y lo trasladaron en autobús para expulsarlo a la fuerza de Túnez a Argelia. “Hay una estrategia de detenciones”, dice. “Si intentas llegar a Túnez con el objetivo de registrarte en las oficinas de Acnur, la policía te detiene por el camino”. Las autoridades tunecinas han negado anteriormente haber expulsado a migrantes.
“Algunas chicas acceden a sexo a cambio de comida”
Otras personas expulsadas a la fuerza afirman haber visto cómo la policía separa a los menores de edad para someterlos a los peores abusos. Benjamin (nombre ficticio), que había regresado a pie desde Argelia a El Amra tras ser expulsado a la frontera, cuenta: “Vi a un niño en el autobús y, en cuanto lo vi, empecé a inquietarme. Era guineano y me dijo que tenía 14 años”. “La policía nos golpeó con porras y cadenas cuando bajamos del autobús en la frontera argelina, y al chico lo detuvieron y lo torturaron. Yo terminé en el desierto argelino y no volví a verle”, prosigue
Según John, en Túnez son los niños los que más salen a mendigar, ya que tienen menos probabilidades de ser detenidos. “Mi hijo se ha quejado de que algunos vecinos le tocan de forma inapropiada. Dice que los tunecinos le tocan las nalgas y está harto, pero ¿qué podemos hacer? No podemos quejarnos a un policía, así que le dije a mi hijo que fuera a pedir a otro lugar”. Fatmata (nombre ficticio), de 23 años, también residente en El Amra, afirma que conoce casos de mujeres y niñas que han sufrido acoso sexual. “Estás pidiendo, así que se aprovechan de ti y te piden sexo. Algunas chicas acceden a cambio de comida”.
Adam y su hermano consiguieron llegar a Túnez gracias a la bondad de un desconocido. En el trayecto que hicieron hasta Libia, Adam trabajó como peón. “En Libia conocimos a un hombre que nos cuidó”, explica. “Le estoy muy agradecido. Nos ayudó con una pequeña cantidad de dinero para que mi hermano y yo pudiéramos llegar a Túnez”.
Como todos los demás en El Amra, Adam aún espera poder hacer la travesía por mar hasta Italia. Más de 11.600 menores no acompañados cruzaron el mar Mediterráneo central entre enero y mediados de septiembre del año pasado, un 60% más que en 2022. Se cree que al menos 289 niños murieron o desaparecieron.
De momento, es el hermano pequeño de Adam quien cuida de él. “No me encuentro bien porque hace frío. Mi hermano pequeño sale a pedir para conseguir dinero para comer”.
Traducido por Emma Reverter
0