El cambio climático expulsará de sus hogares a 140 millones de personas en 30 años, según el Banco Mundial
Worle Danse es de Etiopía, tiene 28 años y es el octavo de 16 hermanos. Como otros muchos, el joven decidió dejar la pequeña explotación agrícola de su padre en una de las zonas devastadas por la sequía y llegó caminando hasta la pequeña ciudad de Hawassa. “En la temporada de siembra, no llovía, pero cuando no queríamos que lloviera, llovía. Esto generaba sequías y yo no quería seguir sufriendo por esto”, recuerda. Antes de lograr su trabajo actual como supervisor de barrenderos, tuvo que sobrevivir en la calle sin nada que comer.
Historias como la de Danse, recopilada por el Banco Mundial, se repetirán por millones en las próximas décadas. Así lo asegura el organismo en el estudio Groundswell: Prepararse para las migraciones internas provocadas por impactos climáticos, presentado recientemente en Alemania.
La investigación concluye que, si no se toman medidas urgentes contra el cambio climático, más de 143 millones de personas emigrarán dentro de sus países de aquí a 2050. Lo harán en África Subsahariana, Asia Meridional y América Latina, tres regiones del mundo densamente pobladas, con 86, 40 y 17 millones de desplazamientos estimados, respectivamente.
Dentro de ellas, las zonas más empobrecidas y sensibles a las consecuencias del cambio climático serán las más afectadas. “Las personas más pobres y los países más pobres son los más golpeados”, indica el informe elaborado por un conjunto de investigadores de las universidades de Columbia y de la Ciudad de Nueva York (CUNY) y el Instituto Potsdam para la Investigación del impacto Climático.
Sequía, malas cosechas y aumento del nivel del mar
Se trata de población que se ve obligada a abandonar zonas “cada vez más inviables” debido a “problemas crecientes” como la escasez de agua, las malas cosechas o el aumento del nivel del mar. En Bangladesh, uno de los países analizados en detalle junto a Etiopía y México, el informe apunta que alrededor de 20 millones de personas en la costa están teniendo problemas de salud por el agua salada presente en los suministros de agua potable como consecuencia del nivel del mar.
“Las personas vulnerables son las que tienen menos oportunidades de adaptarse localmente o de alejarse del riesgo y, cuando se desplazan, a menudo lo hacen como último recurso. Otros, aún más vulnerables, no podrán moverse, atrapados en zonas cada vez más inviables”, vaticina el organismo.
Son varios los escenarios que manejan los expertos en el documento. En todos ellos reconocen que el cambio climático va a ser un motor “creciente” de las migraciones internas. Más de 140 millones personas migrarían en el peor de ellos, el escenario “pesimista”, con altos niveles de emisiones de gases de efecto invernadero y desigualdad. En el contexto “más respetuoso con el clima”, con más medidas para luchar contra el cambio climático, se desplazarían, igualmente, entre 31 y 72 millones de personas. El escenario intermedio, con “un desarrollo más inclusivo”, dejaría entre 65 y 105 millones de migrantes.
Estos flujos de personas tendrán también consecuencias en la propia distribución de la población y los recursos disponibles: zonas que verán su población reducida y zonas densamente pobladas, principalmente urbanas y cercanas a las ciudades, a las que la gente llegará para buscar oportunidades.
“Sin la planificación y el apoyo adecuados, quienes se desplacen de las zonas rurales a las ciudades podrían tener que afrontar nuevos riesgos, incluso más peligrosos. Es probable que aumenten las situaciones de tensión y conflicto como resultado de la presión ejercida sobre los escasos recursos”, advierte Kanta Kumari Rigaud, especialista del Banco Mundial. En el documento, el organismo reclama una mejora de las condiciones de vida en las zonas urbanas, sobre todo en vivienda y transporte, servicios sociales y oportunidades de empleo.
La investigación concluye que es “probable” que estos desplazamientos se intensifiquen hasta 2050 y luego se aceleren “a menos que se reduzcan significativamente” las emisiones de gases de efecto invernadero. Así, el organismo pide que se adopten “medidas enérgicas en todo el mundo” para alcanzar el objetivo estipulado en el Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura media mundial a final de siglo por debajo de 2 grados centígrados. “Aún con este nivel, los países no podrán evitar cierto volumen de migraciones internas por motivos climáticos”, señalan.
¿Refugiados climáticos?
Desde la ONG Ecologistas en Acción valoran como “positivo” el informe por poner de relieve el cambio climático como impulso de las migraciones, pero consideran que no va a la raíz del problema. “No tiene en cuenta otros elementos como los combustibles fósiles en los que se basa nuestra economía, ni de la propia distribución desigual de la riqueza derivada de nuestro sistema económico, que ha hecho que haya explotación de recursos naturales en otros países en nuestro beneficio”, comenta Francesca Ricciardi, integrante de la ONG.
El Banco Mundial deja fuera, además, a quienes cruzan las fronteras empujados por este motivo, aunque reconoce que el cambio climático también es motor de estos movimientos de población. “Los migrantes climáticos internos no se detienen necesariamente en las fronteras. Identificamos numerosos puntos calientes de migración en áreas cercanas a las fronteras nacionales”, dice.
Sus estimaciones se unen a las de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM): 200 millones de desplazados internos para 2050. Según Acnur, desde 2008, una media anual de 21,5 millones de personas se han desplazado por la fuerza por peligros repentinos como inundaciones, tormentas, incendios forestales y temperaturas extremas. “El cambio climático afecta a las personas dentro de sus propios países y genera desplazamientos internos antes de llegar a un nivel en el que empuja a las personas a través de las fronteras”, matiza la Agencia de la ONU.
Sin embargo, a pesar de las previsiones, las personas que huyen a otros países por causas ambientales no son consideradas refugiadas por la legislación internacional, que reconoce con esta categoría a quienes escapan de la guerra y la persecución.
“Reconocer a los refugiados climáticos podría ser positivo, porque se pondría cara a quienes huyen de sequías o tifones, pero es peligroso porque dejaría fuera muchísimas otras personas obligadas a escapar a causa de un sistema desigual: quienes huyen por megaproyectos que, por ejemplo, contaminan sus aguas”, opina Ricciardi, quien aboga por el reconocimiento internacional de las “migraciones o movimientos de población por causas ambientales”.
“Hay que revisar la Convención de Ginebra de 1951 y adaptarla al momento, y tener políticas de acogida totalmente diferentes y coherentes en Europa. Fomentar este sistema económico para mantener nuestro estatus de riqueza tiene consecuencias directas en otras poblaciones que ven sus derechos violados, no puede sorprendernos”, sentencia.