Las imágenes difundidas por la CNN sobre la subasta de migrantes en Libia desataron la condena de la comunidad internacional. Los ojos apuntaron a la Unión Europea, en pleno proceso de impulso de su acuerdo migratorio con Libia. “En los dos primeros meses del año logramos salvar y liberar a más de 16.000 personas de los campos de Libia”, defendía a principios de 2018 la jefa de la diplomacia comunitaria. Mientras, las negociaciones para frenar la inmigración avanzaban viento en popa.
Más de un año después del escándalo internacional, las cifras de Acnur reflejan que el 85% de los migrantes localizados en aguas internacionales del Mediterráneo central han sido devueltos a Libia desde julio a diciembre de 2018, cuando la UE cedió la coordinación de los rescates al país norteafricano a pesar de las vulneraciones de derechos humanos denunciadas. “El servicio de guardacostas libios intensificó sus actuaciones con el resultado de que el 85% de los rescatados en la recién establecida zona libia de búsqueda y rescate donde se enfrentaron a la detención en condiciones espantosas”, recoge el informe 'Travesías desesperadas' publicado este miércoles por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
La denominada zona de rescate libia, establecida a finales de junio por la Organización Marítima Internacional (OMI, corresponde al área donde se producía la mayoría de rescates de barcas en peligro antes del aumento de restricciones a las ONG y la cesión de la coordinación de los rescates a Libia con el apoyo de la Unión Europea a la cuestionada guardia costera del país norteafricano.
Tras el cierre de los puertos italianos, el registro de las coordenadas de una supuesta zona de salvamento libia por parte de la OMI, encargada de establecer normas del transporte en el mar, ha supuesto un antes y un después para la labor de organizaciones que intentan salvar vidas en el mar, como estas ya sospechaban entonces. Si de enero a junio de 2018 el 46% de los náufragos rescatados en la zona fueron desembarcados en Libia; desde julio el porcentaje prácticamente se duplicó a pesar de la disminución de las llegadas. Aunque los agentes libios acaparaban las operaciones de “rescate”, los datos de Acnur destacan que las detecciones de Libia cayeron de las 10.466 a las 4.769.
En este sentido, Acnur recuerda su rechazo al retorno de los migrantes y refugiados a Libia debido a la “volátil situación de seguridad” y los peligros particulares a los que se enfrentan los extranjeros, como la detención en “condiciones deficientes” y los “abusos graves” sufridos por los supervivientes.
“Cuando los refugiados y los migrantes se suben a un bote en la costa libia muchos han sido torturados, violados, y vieron a gente morir a su alrededor”, sostiene el documento. “Muchas de las personas entrevistadas por Acnur habían sido retenidos en Libia durante un año o más, generalmente para ser extorsionados o víctimas de trabajo forzado”, detallan desde la ONU.
La cesión de la coordinación de las labores de salvamento a Libia también ha provocado el incremento del riesgo enfrentado por los migrantes que tratan de atravesar el Mediterráneo, según Acnur. “Más barcas con refugiados y migrantes a bordo trataron de navegar más allá de las zona de rescate libia hasta evadir a la guardia costera, ya sea para desembarcar en Malta e Italia o, al menos, llegar al área de búsqueda y rescate de esas jurisdicciones”, sostienen desde la Agencia de la ONU.
Con todo, el estudio destaca que la tasa de muerte registrada entre las personas que intentan alcanzar Malta o Italia desde Libia se ha disparado “drásticamente”, a pesar de la reducción del número total de fallecidos en la ruta, ligado a la disminución del tránsito por este punto.
En 2018, una persona ha muerto por cada 14 personas rescatadas en el Mediterráneo central, mientras que el año anterior el recuento de Acnur apuntaba a un desaparecido por cada 38 entradas a la Unión Europea desde suelo libio.
El mayor incremento de las muertes de migrantes producidas durante su viaje a la Unión Europea se ha detectado en la ruta que pasa por España, la del Mediterráneo Occidental. A lo largo del 2018, la cifra de fallecidos se cuadriplicó con respecto al año anterior.
El informe también repasa algunas de las nuevas tendencias identificadas durante el año pasado en las rutas migratorias a Europa. La principal novedad es el cambio de rutas registrado en el último semestre de 2018, con España como principal punto de entrada a suelo europeo en sustitución de Italia o Grecia.
Aunque durante la primera mitad del 2018 el mayor número de llegadas se produjeron en Grecia, en el segundo semestre la ruta de España se convirtió en el más transitado por los migrantes. Aunque las cifras totales de entradas a la UE son inferiores con respecto a las de años anteriores, “los viajes son tan peligrosos como antes”, enfatiza Acnur. Al menos 2.275 personas han fallecido en su intento de cruzar el Mediterráneo.
A ello se suma el cierre de los puertos italianos y malteses, que ha derivado en el abandono de barcos de salvamento de ONG con un gran número de rescatados a bordo. “A menudo gente traumatizada y enfermas ha tenido que permanecer en el mar durante días antes de que se concediese permiso” para atracar, recuerda Acnur, que lleva meses exigiendo un “mecanismo de desembarco regional predecible” en la zona. Además, solicita a la Unión Europea el cese de los impedimentos impulsados contra las organizaciones que operan en el Mediterráneo central.