“He sido expulsado otra vez. Mucha fatiga”, asegura Ali en una conversación con eldiario.es. Este joven maliense de 28 años ha sido enviado de Tánger a Tiznit en tres ocasiones en los dos últimos meses. La primera, lo detuvieron mientras trabajaba limpiando coches de otros migrantes que viven en el extranjero y vuelven a Marruecos de vacaciones. Esta vez no le quitaron el dinero. Consiguió volver, dice, “del tirón”.
En la segunda ocasión tuvo menos suerte. Entraron en la casa que comparte con un familiar en el barrio tangerino de Mesnana y cuenta que “le despojaron de todo, móvil, dinero… de lo poco que tenía”. “La Policía vino a casa de madrugada y rompió nuestra puerta. No hemos hecho nada y nos envían lejos”, explica.
Ali se vio de nuevo a más de 800 kilómetros con lo puesto. De camino al sur, desde el autobús, envió un vídeo desde el móvil de un compañero donde explicaba con un hilo de voz el calor que pasaban y cómo iban esposados de dos en dos, enseñando las esposas en sus muñecas.
El pasado 31 de agosto, 150 migrantes se manifestaron en las calles del centro de Tánger para denunciar su situación. Según un testigo que presenció lo ocurrido, varios fueron atados con la misma cuerda y los sacaron en al menos tres autobuses del barrio español de Iberia, en el corazón de la ciudad, bajo la mirada de sorpresa de los tangerinos y los turistas.
A finales de julio las autoridades marroquíes comenzaron a detener a los migrantes subsaharianos que residen en las localidades del norte aledañas a Ceuta y Melilla. Las redadas, detenciones y expulsiones de migrantes subsaharianos desde las ciudades del norte al sur comenzaron poco después de que la Unión Europea aceptase pagar al país magrebí decenas de millones de euros en concepto de “cooperación y desarrollo”. Las autoridades marroquíes aseguran que han frenado 54.000 intentos de entrada a la UE, según la agencia de noticias MAP.
Las ONG locales ya han documentado más de 5.000 casos de personas introducidas en autobuses y “abandonadas” en zonas remotas cerca de la frontera con Argelia o en el sur del país. Este viernes, Amnistía Internacional (AI) ha acusado a las autoridades marroquíes de perpetrar una “ofensiva a gran escala cruel e ilegítima”. Al menos dos personas, una de ellos menor, han muerto en el marco de estas operaciones policiales.
“Es duro. Es grave. Mis amigos me dicen que está pasando lo mismo en Nador”, explica Ali desde Tánger. También cuenta que “ahora hay mucha seguridad, Tánger está bajo la presión de la policía. No son soldados, no es lo habitual”. Por esta razón, anunciaba que iba a buscar “un nuevo lugar” para refugiarse. La noche anterior la había pasado en el bosque y cuando intentó entrar en la ciudad decía: “Está todo bloqueado”. Al final, decidió moverse. “Esta noche, si Dios quiere, me voy a desplazar muy lejos para esconderme bien”, contaba. Pero le sirvió de poco. Tras unos días de silencio, este viernes informaba de su tercera expulsión.
Las ONG denuncian “violaciones flagrantes”
Las redadas se han endurecido después de que, el 23 de agosto, Marruecos readmitiera a los 116 migrantes que consiguieron sortear la valla y entrar en Ceuta. En los días posteriores, se produjeron redadas en las casas de Castillejos, muy cerca de la frontera ceutí. El 26 de agosto 15 autocares salieron de Boukhalef, dirección Tiznit, en el sur del país. Y otros nueve que, Ali y sus compatriotas, no saben dónde han ido. Al día siguiente contabilizaron la partida de otros 9 autobuses sin conocer tampoco el destino.
Nueve asociaciones defensoras de los derechos humanos han acusado a las autoridades marroquíes de cometer “violaciones flagrantes” de los derechos de los migrantes durante estas operaciones policiales. En un comunicado, han denunciado que estos operativos también han afectado a las personas subsaharianas que residen de forma legal en Marruecos, y critican, además, que varias mujeres han sido separadas de sus hijos, y sus bienes, documentos y dinero fueron confiscados.
Las personas solicitantes de asilo tampoco se han librado de estas persecuciones. Es el caso del camerunés Khalifa, que fue detenido cuando iba a comprar el pan en medio de la medina, donde convive con marroquíes desde hace cinco años. Su expediente está depositado en la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) en Rabat a la espera de conseguir el asilo. Este organismo internacional ha informado de que al menos a 14 solicitantes de asilo y cuatro refugiados registrados en Marruecos también han sido “trasladados por la fuerza al sur del país”, según documenta Amnistía Internacional.
Menores y mujeres también están siendo enviados a cientos de kilómetros y abandonados en zonas desérticas, según un testimonio que Fronteras Sin Filtro ha recogido en su cuenta de Twitter. “Tenemos hijos, no sabemos dónde ir desde las 4 de la mañana. Han saqueado nuestras casas, nos han saqueado y perseguido. Somos muchas con hijos y sin hogar. Necesitamos ayuda”.
Heba Morayef, directora de AI para Medio Oriente y África del Norte, sostiene que “es impactante ver que los niños pequeños se encuentran entre los sometidos a estos castigos brutales, así como los solicitantes de asilo y refugiados reconocidos por las Naciones Unidas y los migrantes registrados con tarjetas de residencia”.
La utilidad de estas operaciones es “nula”
Mientras se elevaban las voces críticas, varios ministros y altos funcionarios marroquíes se reunían el pasado 31 de agosto con los embajadores de países africanos en Rabat para reconocer y defender los traslados de migrantes en situación irregular desde las regiones del norte de Marruecos hacia ciudades del sur del país, según ha informado la Agencia Efe.
Amnistía Internacional ha dejado claro que “la represión implacable contra miles de migrantes y refugiados subsaharianos es ilegal”. Además, ha solicitado a Marruecos que “ponga fin de inmediato a estas redadas discriminatorias y respeten los compromisos positivos asumidos durante los últimos cinco años”. Además, reclama “una ley de asilo que establezca procedimientos correctos y protecciones en línea con el derecho internacional”.
Para organizaciones como AMDH, el rendimiento de estas operaciones es “nulo” porque como Ali, los migrantes regresan en dos o tres días después, y el número de salidas a España continúa, a pesar de que, dicen, “Europa sigue apoyando estas operaciones y cerrando los ojos ante las violaciones”. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), un total de 4.382 migrantes han entrado en Ceuta y Melilla desde principios de año.