“Los españoles han de sentirse muy orgullosos del movimiento de los indignados”. Es lo primero que responde Serge, un joven activista congoleño, cuando se le pregunta por el 15M. LUCHA (Lucha por el Cambio, en sus siglas en francés) nació en la ciudad de Goma, al Este del país en 2012. Un periodista belga les habló del movimiento en España, que les ha servido de inspiración. El discurso, el planteamiento y las maneras de actuar de LUCHA coinciden en los aspectos esenciales con lo manifestado en las plazas de las ciudades españolas en mayo de 2011.
No tiene el mismo poder de convocatoria que tuvo en España, pero trabajan para expandirse por el país. Antes del nacimiento del 15M se decía que la sociedad estaba dormida. La coyuntura y el trabajo de diferentes movimientos ciudadanos “despertaron” a la sociedad, insistían. LUCHA ha hecho suya esta premisa. Su objetivo: la concienciación y el empoderamiento de la población.
Una de sus reivindicaciones más inmediatas es evitar que el actual presidente de la República, Joseph Kabila, se presente a las próximas elecciones presidenciales. Kabila finaliza este año su segundo mandato y la Constitución no permite optar a un tercero. “No podemos aceptar que nadie se mantenga en el poder eternamente”, asevera Serge.
Pero cada una de sus acciones acarrea importantes riesgos. Este joven, víctima de persecución política, ha sido encarcelado en cuatro ocasiones durante breves periodos de tiempo. Durante sus cortas estancias en prisión, ha sufrido importantes torturas psicológicas, asegura. Según señala, no es un caso aislado: los arrestos y atentados contra la libertad de expresión y represión en las manifestaciones son constantes.
El 15 de marzo de 2015, durante la presentación del movimiento, fueron detenidos los activistas Fred e Ives acusados de complot contra el presidente de la República. El primero de ellos estuvo arrestado durante 50 días. Su familia no tuvo noticias suyas durante este tiempo.
A pesar de las constantes amenazas, tienen claro que no acudirán a la violencia: “La violencia es el problema del país, no ha sido la solución que los resuelve”.
“Buscamos que piensen en los problemas del país”
Bajo el peligro de la represión política, LUCHA adapta su activismo a las circunstancias. Las universidades se han convertido en un importante foco de acción. Cada día informan a estudiantes sobre las razones de su movilización y les instan a participar en un proyecto conformado para promover la reflexión y el espíritu crítico, aseguran: 'Una hora por la patria'.
Buscan que el estudiante dedique una hora diaria a pensar en los problemas del país, explica el congoleño. “Si exigimos realmente nuestros derechos, los gobernantes tendrán que responder ante esas exigencias. Esa es la idea que tratamos de transmitir a los universitarios”, comenta el activista.
Los problemas no son pocos. En República Democrática del Congo son innumerables los casos de vulneraciones de derechos humanos, civiles y políticos registrados a lo largo del país pero especialmente en el Este (Goma y Kivu). Los grupos armados y miembros del ejército, que se enfrentan entre sí, son los responsables de saqueos, homicidios y violaciones.
Las mujeres son las principales víctimas. Según un informe de Amnistía Internacional hay registrados decenas de miles de casos de violaciones. “La raíz de todos estos problemas es un gobierno deficiente. Es en la etapa del mal gobernante donde nosotros tenemos que intervenir y actuar”, sostiene el activista.
¿Cómo cambiar esta situación de vulneraciones constantes? “La solución no es la reposición de un político por otro, sino que el problema radica en el sistema”, responde el activista con contundencia. Al igual que en manifestaba el 15M, la población se siente muy lejos del poder, añade. Acusan a los gobernantes de aferrarse al poder para enriquecerse y llevar a cabo sus responsabilidades en la dirección contraria y alejadas de la población.
La rendición de cuentas es otra de las premisas de este movimiento. En un contexto de impunidad como el que vive el país, “el objetivo de LUCHA es crear una población exigente que demande responsabilidades a los gobernantes. Y para alcanzar esa meta necesitamos una ciudadanía responsabilizada y concienciada”, añade Serge.
“Si no hacemos nada tendremos que escuchar que algún día nos digan que no nos movilizamos, al igual que hemos criticado a nuestros mayores. Es una llamada a la necesidad y la responsabilidad lo que nos ha hecho crear este movimiento”, añade el congoleño.
Su dilema: entrar en el sistema, ¿sí o no?
Su principal dilema resulta familiar: “¿Es necesario que entremos en el sistema con un partido político o nos mantengamos fuera de él?”
“Comprendemos que el sistema actual es muy fuerte. Es una especie de espiral. Cada vez que una persona intenta introducirse en él, funciona como una turbina en constante movimiento. Tadas son absorbidas por el propio sistema. Hemos conocido casos con buenas intenciones pero cuando han entrado en contacto con la política han experimentado un profundo cambio. Es por eso que hemos tomado la decisión de mantenernos al lado, pero sin entrar en él”, afirma.
“Así podremos mantenernos críticos con el sistema. Y mediante la concienciación, este pequeño movimiento pueda llegar a absorber el gran sistema que domina el país”.