Nazira Abdula (Nampula, 1969) ha dedicado toda su vida a seguir el rastro a la malaria, al sida y al cólera en su país, Mozambique. Primero, como pediatra, profesión que ha desempeñado durante años. Después, como ministra de Salud, cargo que ocupa desde 2015 y que la convierte en una de las pocas mujeres que lidera un ministerio en el sur de África.
“En mi país, la mayoría de los profesionales sanitarios son mujeres, más del 50%. Pero esta es la primera vez que hay una ministra de salud. Vamos poco a poco, no hemos llegado al final, pero vamos avanzando”, responde, y enfatiza la contradicción con una pequeña carcajada.
En su batalla contra las enfermedades que más azotan a su país, cuenta que a veces se encuentra un enemigo más: la escasez de recursos. Este miércoles, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó del revés que ha sufrido la lucha mundial contra la malaria tras una década de progresos. En 2016, se detectaron unos 216 millones de casos, cinco millones más que en 2015. África subsahariana sufrió el 90% de los casos y el 91% de las muertes causadas por esta enfermedad.
El organismo lo atribuye, sobre todo, a la falta de inversión en programas de prevención y de tratamiento. Por esta razón, pidió a los países donantes más compromiso para evitar un nuevo retroceso y alcanzar los objetivos globales que pretenden que esta epidemia sea historia en 2030. Se trata de países como España, que, como consecuencia de los recortes a la ayuda internacional, en 2011 pasó de estar entre los mayores donantes del Fondo mundial de la ONU para la lucha contra el sida, la malaria y la tuberculosis, a no aportar ni un euro al mecanismo.
Abdula ha estado en España con motivo de la Semana Mundial de la Inmunización para conmemorar los diez años del programa de vacunación infantil Gavi, impulsado por la Fundación La Caixa y la Fundación Bill y Melinda Gates.
Más de cuatro millones de niños han sido vacunados en el marco de este proyecto, según sus datos. En su visita, la ministra ha aprovechado para reclamar a las autoridades españolas que vuelvan a apoyar el fondo mundial.
Mozambique está entre los países más afectados por la malaria, que necesitan financiación externa para combatirla. España lleva siete años sin contribuir al Fondo Mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria. ¿Cómo ha afectado esta disminución de fondos a su país?
Nosotros lo que estamos haciendo es tratar de promover que España apoye el fondo, porque la malaria es una de las principales causas de hospitalización y de consultas en Mozambique, casi el 40%. Y respecto al sida, desafortunadamente, tenemos un estudio que pone de manifiesto que, entre 2010 y 2015, aumentamos del 11,2% al 13% de prevalencia del VIH. El fondo mundial continúa apoyándonos, pero es importante que países como España aporten.
Y a nivel práctico, ¿en qué se ha traducido este recorte por parte de España?
Cuando fuimos a Canadá para la campaña de obtención de fondos liderada por el primer ministro canadiense, se consiguió más de un 90%, pero hubo una laguna que quedó sin cubrir, y creo que es importante que España, que ya ha sido parte del fondo mundial, volviese a apoyar. Porque, indirectamente, esto nos ayudaría a suplir esta carencia que tiene el fondo.
Por esta falta de recursos, hay ámbitos que están viéndose perjudicados, como por ejemplo, la prevención, el conocimiento sobre el VIH y sida. Porque no tenemos suficientes fondos para hacer campañas de información y concienciación entre la población que son fundamentales para que haya prevención. Y hemos detectado que hay un conocimiento menor que antes.
Los fondos que llegan se planifican para tratamiento, para diagnóstico, para la compra de pruebas de diagnóstico, pero esta parte de prevención está más desatendida. No puedo decir que esto sea un efecto directo, ni mucho menos, pero sería importante que España volviera a apoyar al fondo mundial contra el sida, la malaria y la tuberculosis.
La escasez de financiación se hace notar a nivel mundial. La OMS ha advertido de que la lucha contra la malaria se ha estancado por primera vez en la última década por la falta de inversión en programas.
En realidad son muchos factores. Se habla también, por ejemplo, del cambio climático. Porque había países que estaban en fase de eliminación de la malaria y que no tenían problemas de fondos, que están empezando a tener casos. Hay regiones que históricamente nunca tuvieron malaria, por ejemplo zonas de altitudes altas, con temperaturas más cálidas que, debido al cambio climático, están comenzando a tener casos de malaria.
Y también hay un problema de saneamiento de por medio. La población no está siguiendo las recomendaciones y las medidas básicas de higiene. Otro factor es el uso de mosquiteras, y a pesar de que las distribuimos gratuitamente, todavía hay una parte de la población que no duerme debajo de esta red.
Está también el problema en la fumigación, porque cuando recibimos los fondos, es solo para algunos distritos, en algunas provincias. Entonces, se fumiga un distrito, pero otro no. Y el mosquito no tiene fronteras, pasa de la región fumigada a la no fumigada.
Se cumple un año del brote de cólera que dejó más de 2.000 casos en Mozambique. ¿Cuál es la situación un año después?
Nosotros tenemos cíclicamente casos de cólera en algunas provincias. Pero son brotes aislados y nuestro sistema de vigilancia está siempre alerta. Cuando se produce el primer caso, tenemos capacidad de aplicar las medidas recomendadas por la OMS. Y hemos conseguido mantener las tasas de mortalidad del cólera por debajo del 1%.
Todos los años preparamos los distritos más propensos al cólera y dejamos kits de tratamiento que da para cien enfermos. Tenemos siempre un equipo del Ministerio de Salud que rápidamente interviene para poner fin al brote.
Pero el problema del cólera no es tanto de salud, como de acceso a agua potable y saneamiento, así que trabajamos con el Ministerio que responde en este campo y con los municipios. Son acciones multisectoriales. Cada año, la época principal en la que se puede producir el cólera, es la de lluvias. ¿Por qué? Porque las aguas se quedan estancadas, se pueden contaminar y la población no tiene acceso al agua. En esos momentos, tenemos controlada la situación. El año pasado hicimos una campaña de vacunación en Nampula, una zona propensa, y este año se redujeron los casos.
En Mozambique cuentan con un centro de investigación, con el apoyo de una quincena de organizaciones, que trabaja desde hace años en la primera vacuna contra la malaria. ¿En qué fase se encuentra este proyecto?
La primera fase de esta vacuna ya ha terminado. No solamente estaba Mozambique, hay dos países más que han participado. Se demostró que aporta cierta protección a los niños. Ahora estamos en una fase piloto, experimental, en la que se aplica en los niños. Mozambique no forma parte de estos países africanos que participan en esta fase, porque nuestros programas ampliados de vacunación todavía no estaban preparados para hacer este estudio piloto.
Además de la vacuna, la fundación Manhiça también está haciendo un estudio para llevar a cabo una campaña masiva de profilaxis, para demostrar si tiene o no tiene ventaja. En la primera fase se halló que había una reducción de los casos de malaria, pero todavía falta la segunda.
La primera fase de la vacuna terminó con buenos resultados, porque se consiguió producir. Es la primera vacuna contra un parásito. Y se pone de manifiesto que hubo cierta disminución de los casos. Se ha pasado la fase experimental y la OMS, después de ver los resultados, podrá aprobarla. Ahora, el trabajo de la fundación está a la espera de esta fase piloto en otros países.
Su prioridad es la lucha contra la neumonía, la malaria y el cólera. Pero, ¿cuáles son los otros campos de batalla del Ministerio que dirige?
Está habiendo un cambio en el perfil epidemiológico y las enfermedades no transmisibles están empezando a ser frecuentes en Mozambique. Me refiero a la hipertensión, la diabetes, las enfermedades cardiacas. No solo tenemos que fijarnos en las enfermedades contagiosas.
Ha habido algunos avances. La mortalidad infantil de menores de 5 años se ha reducido a la mitad desde 1990 en Mozambique.
Sí, y esto ha sido resultado del éxito del programa nacional de vacunación. Tenemos una cobertura de prácticamente el 92% de niños vacunados. Y sabemos que las vacunas son actuaciones de bajo coste, pero que tienen resultados inmediatos, porque previenen las enfermedades que son las principales causas de mortalidad infantil.
Mozambique fue uno de los pocos países que consiguió durante los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), el número 4, ya que consiguió reducir en dos tercios la mortalidad infantil en niños menores de 5 años. Es logro del programa de vacunación y porque introdujimos nuevas vacunas que prevenían las principales causas de mortalidad infantil contra la meningitis, la neumonía, la hepatitis B.
También, en 2015, hemos introducido la vacuna contra el rotavirus para combatir la diarrea que contraían los niños y un año después la vacuna inyectable contra la poliomielitis, más eficaz. El pasado 9 de abril, introdujimos una vacuna contra el sarampión y la rubeola, que nunca la habíamos tenido. Todas muestran claramente la mejora en la salud de los niños, porque la tasa de mortalidad se ha reducido enormemente.