Regresaban del campo de refugiados de Moria (Lesbos), donde cada día la ONG Zaporeak entrega dos mil raciones de comida a quienes viven en el saturado centro. Cuando su furgoneta se dirigía a la ciudad de Mitilene este domingo, Javier Ruiz Redín y el resto del equipo de voluntarios se tropezaron con una manifestación de extrema derecha contra la llegada de migrantes a las islas griegas. “Nos hablaron en griego, al contestarles en inglés, le hicieron señales a las 200 personas que estaban detrás, vinieron todos corriendo y se lanzaron sobre la furgoneta”, recuerda el miembro de la organización vasca.
Los ultras comenzaron a zarandear el vehículo y a golpear sus cristales, relata Ruiz Redín. “Empezaron a dar en la furgoneta con palos, nos abrieron las puertas, nos decían que bajásemos. Menos mal que es grande y no lograron sacarnos”, recuerda el voluntario de la ONG encargada de repartir comida entre las personas más vulnerables del saturado centro de refugiados, cuyos propios medios no son suficientes para abastecer a todas las personas que aloja. Este tipo de episodios ha obligado a la mayoría de las organizaciones presentes en Lesbos a frenar sus proyectos temporalmente.
Zaporeak solo es una de las organizaciones sociales que han llamado la atención sobre los ataques de grupos de extrema derecha griega surgidos en las islas contra los migrantes y trabajadores humanitarios desde este fin de semana, cuando las llegadas de migrantes se incrementaron ante la decisión turca de abrir sus fronteras. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ha denunciado este martes las agresiones sufridas por uno de sus empleados, varios miembros de ONG de ayuda a migrantes y periodistas en distinas islas griegas del Egeo. Acnur ha solicitado al Gobierno griego que garantice la seguridad del personal humanitario, pero voluntarios y miembros de distintas organizaciones advierten de que las autoridades helenas continúan sin protegerlos.
“Todas las ONG estamos paralizadas. No estamos haciendo nuestro trabajo porque no nos sentimos seguros para enfrentarnos con los fascistas y entrar en Moria a repartir comida”, denuncia Ruiz Redín. “Muchas organizaciones humanitarias y voluntarios que trabajan en la isla han suspendido sus actividades y no pueden prestar asistencia a los solicitantes de asilo en el campamento de Moria ni en ningún otro lugar”, añaden desde Médicos Sin Fronteras.
Organizaciones presentes en Moria aseguran que grupos de ultras realizan una suerte de “controles” no oficiales para detener el paso de quienes apoyan a los migrantes. carreteras paradas. “Grupos de fascistas están cortando algunas carreteras, y la Policía no está solucionándolo”, sostiene el cocinero de Zaporeak. “El aumento de las tensiones ha provocado disturbios, bloqueos de carreteras y ataques a quienes intentan prestar asistencia”, critican desde MSF.
Tres empleados de Médicos Sin Fronteras han sido agredidos en el último mes. “Tras el acoso a tres de nuestros trabajadores en los últimos 20 días, se han producido más incidentes violentos a pesar de que fueron informadas las autoridades competentes de la isla”, informa Stefano Argenziano, coordinador de Operaciones de Médicos Sin Fronteras en Grecia.
Como consecuencia, Médicos Sin Fronteras también ha suspendido temporalmente sus actividades en la isla griega. La ONG cuenta con dos clínicas en la zona que presta asistencia sanitaria a cerca de 200 solicitantes de asilo cada día. Tras los ataques de de la extrema derecha despertados este fin de semana, ningún migrante ha podido ser atendidos en ellas.
“Las personas necesitadas se ven privadas de asistencia crítica, ya que los equipos de MSF y otros han tenido que limitar el volumen de actividad por motivos de seguridad”, ha alertado Stefano Argenziano.
Los presidentes de las principales instituciones europeas han viajado este martes a la frontera entre Grecia y Turquía, en el paso de Kastaniés, cerca de la ciudad turca de Edirne, para presentar su apoyo a la gestión de la crisis que está realizando el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis (Nueva Democracia/PPE). Su política pasa por la mano dura para evitar el paso fronterizo por parte de los migrantes y por suspender durante un mes la posibilidad de solicitar asilo, algo denunciado por ACNUR como contrario a la Convención de Ginebra y el derecho comunitario. En su visita, la presidenta de la Comisión Europea alabó las últimas asctuaciones del Gobierno griego: “Gracias por ser el escudo de Europa”, afirmó.
Las ONG presentes en Lesbos critican la situación de abandono sufrida por los migrantes bloqueados en las islas y la población local por parte de las autoridades griegas y europeas, que obstaculizan los traslados a la península helena. Un total de 70 organizaciones han pedido al gobierno griego y a la UE que “solucionen la situacióne impulsen una política sensata y segura”. En la actualidad, más de 42.000 solicitantes de asilo residen en los campamentos de la isla, construidos con capacidad para 6.178 personas. Un 34% de ellos son niños.
“Con 40.000 personas atrapadas en las islas, la situación ha llegado a un punto crítico tanto para los solicitantes de asilo como para las comunidades locales, que han sido abandonados por los líderes europeos en aras de este acuerdo entre la UE y Turquía”, lamenta Argenziano. Según MSF, los ataques provienen de “un pequeño grupo de residentes, que no representa a la comunidad de Lesbos en su conjunto”.
Para reivindicar su repulsa a las agresiones xenófobas ocurridas en los últimos días, desde la comunidad Sykamnia y Skala Sykamnia de Lesbos han lanzado un comunicado contra la violencia desatada contra los migrantes y voluntarios. “Nos oponemos a las prácticas de violencia inhumana que dividen a nuestro país cuando se necesita la mayor unidad para enfrentar los desafíos de hoy”, sostienen los firmantes, entre los que se encuentra la mayoría del Consejo Comunitario de Skamias y la junta de directores de una asociación vecinal.
“Nuestra aldea, Sykamnia y Skala Sykamnia, enseñó lecciones de dignidad con su solidaridad con otros seres humanos durante la gran prueba de 2015 y 2016 [durante la llamada crisis de refugiados]”, recuerdan los vecinos. “ Este legado no puede verse empañado por ningún acto de intolerancia, fanatismo ciego y violencia”, concluyen.