Horas después de que Médicos Sin Fronteras anunciara el cese temporal de las operaciones de su buque de salvamento 'Prudence', a causa de la inseguridad y de “las restricciones a la ayuda humanitaria” por parte de las autoridades libias, otras dos organizaciones, Sea Eye y Save The Childdren, anunciaron este domingo que suspendían los rescates de migrantes y refugiados en el Mediterráneo, lo que aumenta el temor de que la situación de esas personas en el país magrebí empeore.
La primera, alemana y con dos naves con bandera holandesa, ha alegado la suspensión temporal de su misión por el “cambio de la situación de la seguridad en el Mediterráneo occidental” y por el “explícito trato en contra de las ONG” por parte de los guardacostas libios.
La segunda ha anunciado con “pesar” que su buque “Vos Hestia” quedará atracado en Malta “a la espera de comprender si se dan las condiciones de seguridad para retomar las operaciones”, debido a “situación preocupante” que se perfila en el país magrebí.
Lo que preocupa a estas organizaciones principalmente es la intención del Gobierno de Unidad de Tripoli, que controla una pequeña parte occidental en este fragmentado país, de establecer su propia zona de búsqueda y rescate de migrantes (SAR, en inglés). Esto implicaría que Libia ampliaría sus competencias marítimas más allá de las 12 millas de aguas territoriales, “empujando” más adentro a las ONG, que rescataban en aguas internacionales.
Por el momento se desconocen los planes del país norteafricano y la distancia a la que extendería la zona SAR aunque se teme que aumente su control hasta las 70 millas desde la línea de costa, algo que ya ocurrió en tiempos del derrocado Muamar Gadafi.
Esta distancia de 112 kilómetros aproximadamente es difícilmente salvable a bordo de las precarias lanchas en las que viajan los inmigrantes, de goma ligera, con poco carburante y fácilmente inundables, ha alertado Save the Children.
Esta misma organización ha expresado su temor de que esta ampliación de las aguas bajo control de Libia haga que “las embarcaciones de los inmigrantes sean obligadas a regresar a la costa y muchos niños y adolescentes morirán antes de abandonar la nueva zona SAR”.
Pero también preocupa la seguridad de los equipos de rescate, pues en este momento se desconoce si las ONG podrán acceder a dicha zona o si haciéndolo, ha apuntado la organización, que añadió que “las operaciones de búsqueda y salvamento podrían estar en peligro”.
Por su parte el fundador de la ONG Sea Eye, Michael Buschheuer, ha dicho que “continuar con su trabajo y los rescates no es posible en estas circunstancias ya que no se puede garantizar la seguridad de la tripulación”, según un comunicado.
Lo mismo ha subrayado a Efe el jefe de misión de la ONG española Proactiva Open Arms, Riccardo Gati, quien advirtió de que los guardacostas libios, adiestrados y equipados por la Unión Europea (UE) “son verdaderamente peligrosos” porque “disparan”.
Esta misma organización, que en cualquier caso ha asegurado que proseguirá con su misión, fue interceptada el pasado lunes por la Marina libia, que la instó a alejarse con tiros al aire.
Pero el mayor miedo lo sufren en sus carnes las cientos y miles de personas que, tras huir de la miseria y de la guerra en sus países, permanecerán “atrapadas” en Libia, un país en guerra desde 2011 y descrito por los inmigrantes como un verdadero infierno.
Así lo documentan los distintos informes publicados por varias ONG, entre ellas Oxfam, que da fe de “las violencias de todo tipo, detenciones ilegales, violaciones y torturas” que los inmigrantes sufren en ese país africano a manos de las redes de traficantes de seres humanos.
Proactiva y SOS Méditerranée continuarán en el mar
De este modo ya son cuatro las ONG que permanecerán atracas, si se tiene en cuenta el caso de la nave “Iuventa”, confiscada a la alemana “Jugend Rettet” el pasado 2 de agosto mientras la Fiscalía italiana investiga sus presuntos contactos con los traficantes.
Mientras tanto otras organizaciones han confirmado que continuarán con sus misiones como han hecho Proactiva o SOS Méditerranée, aunque esta última, con equipación médica de MSF, ha explicado que controlará “desde cerca” la situación en el Mediterráneo.
Por el momento el flujo migratorio hacia Italia, generalmente desde Libia, continúa a la baja y en lo que va de año hasta el viernes desembarcaron en el país europeo 96.930 inmigrantes, un 3,86% menos que hace un año, según el ministerio del Interior.
El Gobierno de Italia ha impuesto a las ONG un código de conducta para regular las labores de rescate, un texto que no ha sido suscrito por MSF y por otras organizaciones como Sea Watch y Jugend Rettet. Sí lo firmaron SOS Méditerranée, Save The Children, Proactiva Open Arms, Sea Eye y la maltesa MOAS.