A pesar de que la jueza pedía los nombres de quienes autorizaron el uso de material antidisturbios durante la tragedia de Ceuta, la Guardia Civil ha evitado apuntar a los responsables. “No hubo una petición de autorización como tal”, concluye el informe entregado al juzgado al que ha tenido acceso eldiario.es. Pero las órdenes existieron, los agentes presentes en el Tarajal las mencionan y los propios mandos las describen.
Según se desprende de las declaraciones de los agentes que participaron en el dispositivo, el mando más alto que emitió las directrices de lanzar pelotas de goma fue el teniente del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS), jefe del grupo de antidisturbios durante el operativo del 6 febrero. Las órdenes afectaban, asegura, únicamente a la unidad que coordinaba. Se desconoce si recibieron una instrucción procedente de instancias superiores, dado que algunos agentes de otras unidades reconocen también haber lanzado pelotas de goma, aunque sin definir su origen. También lo hizo el capitán de la Compañía de Ceuta, aunque asegura que había escuchado “detonaciones” con antelación.
“Esto es un cuerpo militar; aquí hay órdenes, no 'peticiones de autorización”, argumentan fuentes de la Guardia Civil consultadas por eldiario.es que prefieren mantener su anonimato. “Esto es un cuerpo jerarquizado y militar, nadie es capaz de mover un dedo sin que un superior se lo ordene. Por iniciativa propia nadie dispara material antidisturbios”, explican en relación a la conclusión del informe del Instituto Armado.
En referencia a la respuesta de la investigación interna de la Guardia Civil que afirma que “no hubo autorización como tal” sobre el empleo de material antidisturbios el 6 de febrero, las mismas fuentes sostienen que “el concepto de 'autorización' o 'petición de autorización' está mal empleado”, puesto que, reiteran, reciben órdenes. Y destacan: “Para tomar decisiones no acudimos al cargo más alto, cualquier mando superior puede dártela, pero tienen que darla. Otra cosa es que los agentes afectados hayan preferido no especificarla, recordemos que es un cuerpo estrictamente militar donde hay mucho miedo a las consecuencias de hablar de más o desobedecer”.
Las órdenes confirmadas
La investigación interna de la Guardia Civil se contradice a sí misma. La Unidad de la Policía Judicial del Instituto Armado justifica una supuesta falta de “autorización” con el protocolo activado durante la mañana del 6 de febrero, la instrucción 15/2011 sobre 'Protección del Perímetro fronterizo Hispano-Marroquí', una circular que exige “someter a autorización o, en su caso, autorizar el empleo de medios antidisturbios”. A su vez, son frecuentes las referencias a “órdenes”, “instrucciones” e, incluso, peticiones de “permiso” para dejar de portar el arma adaptada para disparar pelotas de goma. Según la investigación interna, el coronel jefe de la Guardia Civil de Ceuta, quien no llegó al terreno hasta las 8:20 de la mañana aunque fue avisado a las 7:00 horas, no emitió ninguna orden sobre el uso de material antidisturbios, o al menos no es mencionada de forma expresa.
“Bajo órdenes del sargento jefe se indicaba que realizaran fuego, del mismo modo que ordenó que los que no tuvieran 'bocacha' [arma de material antidisturbios adaptada para el lanzamiento de pelotas de goma] se dirigieran a la línea de costa”, dice un agente perteneciente al Grupo de Reserva y Seguridad de la Guardia Civil. El mando citado declara, a su vez, que “una vez in situ, y bajo las órdenes del teniente, transmitió la orden de tener la certeza absoluta de que los medios impactaran a distancia segura para evitar que dañasen a una persona”. Según se desprende de su comparecencia, actuó como enlace de las órdenes del teniente del equipo, quien sí reconoce haber emitido “instrucciones al personal desplegado en la playa y al sargento jefe táctico del MIR –el sargento– sobre ”el empleo del lanzamiento de medios“.
La declaración del teniente jefe del grupo especializado en antidisturbios de la Guardia Civil (GRS) esquematiza sus labores de organización de las actuaciones de los agentes desplegados en el Tarajal el 6 de febrero. Una vez recibido el aviso de la localización de “un grupo numeroso de inmigrantes” en los montes de Marruecos cercanos a Ceuta, “ordena a los distintos miembros de su Unidad –GRS– el reagrupamiento de la misma en la explanada en la que se encuentra. El personal saca el material (antidisturbios) de los vehículos y los pone a disposición de poder utilizarlo”, dice su declaración.
Como ya había desarrollado el Ministerio del Interior en su versión oficial, el grupo de inmigrantes sorprendió a la Guardia Civil. Estaban desplegados en la zona de la valla, pensando que iban a tratar de sortearla saltando o a través del paso fronterizo. Pero los subsaharianos siguieron hacia la playa, indican. Entonces, según los testimonios de los agentes, parece producirse una situación de descoordinación en el operativo.
El teniente intenta poner orden en su unidad. “Se centra en intentar reagrupar a los distintos componentes de su grupo por las distintas ternas (divisiones por equipos) que previamente tenían establecidas. Debido a los rápidos despliegues, la Unidad no permanecía unida y no se estaban desplegando de la forma coordinada que deberían”, explica el jefe del GRS (antidisturbios).
Entonces, se desplaza al espigón fronterizo, en cuyos alrededores murieron 15 personas en su intento de bordearlo, y “le da las indicaciones que se deben seguir en el lanzamiento de los medios antidisturbios al personal que tenía desplegado en la playa y al sargento jefe del Módulo de Intervención Rápida [equipo de antidisturbios]”, admite. En todo momento, para referirse a las órdenes sobre el uso de las pelotas de goma emplea las palabras “indicaciones” o “instrucciones” referidas al modo de lanzar pelotas de goma, no cita la propia decisión de emplearlas. Pero otros agentes de su unidad sí hablan de órdenes, aunque no le mencionen explícitamente a él o citen al sargento que, como éste reconoce, transmitía sus directrices.
“Las instrucciones hacían referencia a que la finalidad del lanzamiento era la de canalizar a los nadadores hacia la orilla, para facilitar la salida del agua y evitar el riesgo para su integridad, y a que se asegurasen de que los impactos de las pelotas fuesen al agua, sin dañar a ninguna persona y manteniendo, en lo posible, cierta distancia de seguridad de varios metros, así como que se intercalaran entre los disparos varias salvas de fogueo”, detalla el teniente jefe del Grupo de Reserva y Seguridad.
A lo largo de su declaración, el teniente del GRS sí emplea la palabra “ordenar” cuando no se refiere al inicio del empleo del material antidisturbios. Cuando vuelve a la playa, “ordena a varios agentes que no portaban 'bocacha' que se quitaran el casco y realizaran indicaciones y gestos claros a los inmigrantes”, apunta el informe de la Guardia Civil. En otro momento, el sargento jefe del GRS que difunde sus órdenes le pide permiso “para retirar varias 'bocachas' que estaban siendo utilizadas, ya que la situación estaba controlada”, añade el teniente, quien le responde “de forma positiva” y le indica que, “cuando las suelten, permanezcan intentando auxiliar y tratando de controlar a los inmigrantes”.
Otro de los mandos que habla de “indicaciones” en vez de órdenes es el jefe de la Unidad de la Compañía Rural de Seguridad de Ceuta, quien llegó a emplear un arma para mostrar a sus agentes cómo lanzar pelotas de goma. “Cuando llega a la zona de Alfa 1, observa que en el espigón se encuentran desplegados varios agentes y escucha detonaciones que proceden del referido espigón”, relata la transcripción de su declaración. El capitán cita en varias ocasiones que ya había escuchado disparos con antelación, dejando constancia de que lo hacían antes de efectuar su demostración práctica. Varios agentes de los GRS (procedentes de Sevilla) mencionan a los miembros de unidad territorial (la Compañía Rural de Seguridad de Ceuta) como los primeros a los que vieron disparar pelotas de goma.
El jefe de estos explica que ya escuchaba detonaciones cuando un “número importante” de los inmigrantes estaba “agolpándose en la misma punta –del espigón fronterizo–, creando un embudo donde se puede ver cómo se empujan y apelotonan con la intención de pasarlo andando o a nado”. Entonces, el capitán relata que se dirigió al Tarajal y “pidió un fusil a un agente y varias pelotas, efectuando disparos al agua a distancia prudencial de los nadadores”, con la intención de que los agentes lo “imitaran”.