Los miembros de su ONG en servicio acababan de poner a salvo a las mujeres y los niños de una embarcación en apuros que navegaba en aguas internacionales, relata Óscar Camps, presidente de la ONG Proactiva Open Arms. “La Guardia Costera italiana nos indicó que Libia se iba a encargar del rescate, pero no llegaban y los refugiados estaban en una situación muy complicada”. Dos días después y tras un incidente con una patrullera libia, la Fiscalía de Catania ha ordenado la inmovilización de uno de sus barcos acusando a parte de su tripulación de “tráfico ilegal de personas”.
¿Cómo está la tripulación y el resto del personal de la ONG después de la acusación de tráfico de personas y la inmovilización de uno de sus barcos?
Cansados, llevamos desde el jueves con todo esto. Los miembros de la tripulación a la que le ha tocado vivir todo esto en primera línea están contentos y disgustados. Contentos porque no desembarcaron ningún cadáver y no se les murió nadie y disgustados porque se les acusa de fomentar el tráfico ilegal de personas después de rescatar a más de 20.000 personas en el Mediterráneo, trabajar con la Guardia Costera durante más de 25 misiones conjuntas… No lo entendemos.
¿Por qué se les acusa de inmigración ilegal?
Supuestamente, por no obedecer a la Guardia Costera de Roma, que nos comunicó que Libia era la responsable del rescate de esta embarcación. Nosotros llegamos una hora antes y la situación que nos encontramos era demasiado complicada como para no hacer nada. Había que atender a los casos médicos más graves, por lo que empezamos a sacar a las mujeres y niños.
Una hora más tarde llegó una patrullera libia y, en un tono muy violento y agresivo, nos obligó a irnos y alejarnos de la embarcación. Nos dijeron que ellos se ocupaban, pero lo hicieron con una violencia extrema, por lo que cundió el pánico entre los refugiados que permanecían en su barca, lo que generó aún más riesgos. Se pusieron muy nerviosos y se complicó mucho. Nadie quería subir en el barco de los libios.
Mientras, los tres socorristas estaban solos en la zodiak en el mar y los libios, armados, los amenazaron de muerte. Exigían que les entregasen a las mujeres y los niños. Nosotros éramos seis socorristas y había alrededor de 120 personas: devolverlas era arriesgado para todos y nos negábamos. Finalmente, cuando vieron que en nuestra misión había dos periodistas a bordo, la situación cambió. Los libios decidieron irse y nos abandonaron. Nos dijeron que nos ocupásemos de ello y se fueron. Dijeron que se lo comunicarían a Roma, no sé qué les contarían.
¿La Guardia Costera italiana insistía en que el rescate tenía que hacerlo Libia?
En todo momento dijo que lo hacía libia, pero, cuando llegamos, vimos que la situación se había puesto muy complicada. Llamamos a Roma para informar de que había casos graves, por lo que, como manda el Derecho Marítimo internacional, nos poníamos en marcha.
Avisamos de que se lo comunicaríamos a Libia, pero no contestaban a la radio y las circunstancias de los migrantes eran muy difíciles, había que actuar. Luego, los supuestos guardacostas libios vinieron en una actitud muy hostil, innecesariamente hostil porque estábamos a 73 millas de sus costas, en aguas internacionales.
¿En qué estado se encontraban las mujeres y los niños que habían rescatado y que la Guardia Costera quería que les entregasen?
Francamente mal. Una mujer estaba extremadamente mal, tuvimos que evacuarla de urgencia en Malta. Sufría una infección extrema y desnutrición extrema. Ellos venían de estar retenidos en Libia contra su voluntad, muy mal alimentados y con muchas patologías. Todo el mundo conoce el horror del que huyen en Libia. Lo ha denunciado la ONU y, paradójicamente, también la Unión Europea. Si huían de ese infierno, imagínate como de violentos y nerviosos se pusieron cuando se enteraron de que iban a ser entregados de nuevo otra vez.
Cuando trabajas en un rescate, tienes que gestionarlo como puedes y no hay que dejar que entre el pánico. Si ocurre, la barca se puede volcar, hay gente salta al agua. Los refugiados preferían morirse que irse con los libios.
¿Qué hubiese sido de esas personas si las hubiesen entregado a la Guardia Costera libia?
Pues no lo sabemos con certeza pero, como suele pasar, estarían retenidos contra su voluntad, sin ninguna garantía del cumplimiento de sus derechos, expuestos a la violencia, y, seguramente, sufrirían más extorsión: acabarían volviendo a pagar para huir de nuevo de Libia, porque en Libia nadie puede vivir y de allí no se puede salir sin pagar.
¿Cree que la inmovilización del barco tiene que ver con el acuerdo firmado entre entre Italia y Libia que busca que las patrulleras libias frenen la inmigración hacia la Unión Europea?
El acuerdo tiene que ver. Porque si Italia le permite la coordinación de un rescate a la ‘guardia costera libia’, que no está reconocida y de la que se han documentado abusos, no sé hasta qué punto eso es legal con respecto al derecho internacional. No tiene centros de coordinación y no está reconocida por la Organización Marítima Internacional (OMI). Darle el poder de encargarse de rescates no tiene base legal.
La ley marítima nos lo ordena: ante la vida humana en peligro, hay que poner todos los recursos para salvar a personas en el mar. Cualquier organismo, ya sea civil o militar, que encuentre a gente en peligro debe salvarla. Es un imperativo y es lo que hacemos.
Denuncia que la inmovilización del barco de Open Arms se debe a una campaña en contra de las ONG del Mediterráneo.
Se está criminalizando a la sociedad civil que salva vidas de personas migrantes. Los bomberos de Sevilla, Helena Maleno, las acusaciones de Frontex contra las ONG que operan en el Mediterráneo… Es una nueva moda atacar a la flota humanitaria.
¿Cree que su ONG es molesta para las políticas migratorias europeas? ¿Cree que eso tiene algo que ver con lo que ha ocurrido?
Creemos que salvar vidas es molesto.
¿Por qué?
Porque es su vergüenza. Nuestra emergencia y nuestra entrega, toda nuestra labor deja en evidencia a las autoridades europeas e italianas. Si no nos quieren en el mar, que hagan ellos su trabajo, y nos vamos.
Quitar de en medio los barcos de las ONG y dejar los rescates en manos de patrulleras libias puede provocar una disminución de las llegadas, pero también de las muertes, según las organizaciones especializadas.
Italia, al igual que todo el mundo, conoce que Libia, tal y como está, no puede hacerse cargo de la seguridad de todo su territorio.Tampoco es capaz de tener un estamento jurídico que pueda defender los derechos de los ciudadanos… ¿cómo se va a hacer cargo de sus aguas territoriales y, aún menos, de esos 350.000 kilómetros cuadrados que comprendería su zona SAR? No es posible que lo pueda hacer y, sin embargo, se le otorga esa enorme responsabilidad.
Italia sabe que habrá muertos pero, si no estamos las ONG, nadie lo va a saber, solo cuando los libios rescaten a alguien en el mar se conocerá. Cuando lleguen tarde, como iban a hacerlo el pasado domingo, y se produzcan muertes, no se van a denunciar ellos mismos.
Ahora, el número de llegadas a Europa ha descendido pero las muertes se mantienen.
Ahora que su barco está inmovilizado, ¿tienen miedo de todas esas vidas que podrían salvar desde este barco y no lo van a poder hacer?
Miedo no tenemos. no es nuestra responsabilidad, sino de las administraciones. Intentamos ayudar en la medida de nuestras responsabilidades. Si no estamos, y nadie nos sustituye, habrá consecuencias.
No serán miles de muertos, pero habrá un barco menos para cubrir ese agujero negro que es el Mediterráneo. Un barco que cumplía con el compromiso y con las regulaciones y los convenios internacionales, cosa que la Unión Europea no está haciendo.