Con tan solo un vistazo o una aspiración resulta “evidente”: varias zonas del delta del río Niger están impregnadas de petróleo. El subsuelo, el agua y la superficie de la tierra en la zona de Ogoniland, en la desembocadura del Niger, presentan residuos de crudo de manera “claramente visible”, indica un estudio de Amnistía Internacional y la organización nigeriana CEHRD, acompañada de fotografías de este septiembre de las zonas investigadas. Algunos de los territorios son los que la petrolera holandesa Shell aseguró haber limpiado, tras la probada contaminación de la zona en un informe de las Naciones Unidas de 2011.
El delta del río Níger es una de las mayores fuentes de 'oro negro' en África. Esta riqueza le ha salido muy cara a la población nigeriana, que ha sufrido los vertidos y la contaminación durante decenas de años. La fundación Green Cross Switerland, por ejemplo, eligió la zona como uno de los diez lugares más contaminados del mundo en su lista de 2013.
Emadee Roberts Kpai, de 83 años, es agricultor de Kegbara Dere (Ogoniland), y su vida se divide en el “antes de que llegara Shell” y el después. “Nuestros cultivos ya no son productivos. Ya no hay peces en el agua. Plantamos los cultivos; crecen pero la cosecha es pobre”, cuenta el anciano a AI.
Un estudio de 2011 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) mostró de manera detallada la polución de la zona. La investigación detectó, entre otras deficiencias, un subsuelo “severamente contaminado” y niveles de hidrocarburo en el agua utilizada para beber que suponían una “seria amenaza” para al menos diez comunidades ogoni (como se conoce al pueblo autóctono).
La PNUMA señaló a varios responsables de las agresiones medioambientales, entre ellos, el gobierno nigeriano y las compañías explotadoras de las refinerías de petróleo, entre las que destaca Shell a través de su entidad britanico-holandesa SPDC (Shell Petroleum Development Company of Nigeria).
La SPDC se presenta como la industria petrolera “pionera y líder” en Nigeria, con la mayor extensión de terreno explotado y la producción del “39% del crudo del país”. La entidad inició sus actividades en Onogiland en 1958 hasta 1993, cuando cesó su producción “tras la violencia contra nuestro personal y nuestras instalaciones”, defiende la compañía. Desde entonces, las tuberías de la petrolera siguen trasladando el crudo por la zona.
“El control y el mantenimiento de la infraestructura de los campos petroleros en Ogoniland ha sido y sigue siendo inadecuado: los propios procedimientos de Shell Petroleum Development Company of Nigeria no se han aplicado, creando problemas de salud pública y de seguridad”, censuró el informe de la ONU, que recomendó la limpieza “urgente” de la zona y un cambio de las instalaciones de la compañía y su mantenimiento.
Emadee Roberts Kpai recuerda la vida en su comunidad antes de la fiebre del petróleo: “Solíamos hacer todo tipo de actividades en el río porque el agua estaba limpia. Antes de que llegara la contaminación, los niños iban al río a bañarse y a jugar, pero ya no van”.
Una limpieza insuficiente
El informe de Amnistía Internacional y el Centro para el Medio Ambiente, los Derechos Humanos y el Desarrollo (CEHRD) estudia el impacto medioambiental de la explotación de Shell cuatro años después del toque de atención de Naciones Unidas. Estudia cuatro zonas del delta del río: Boobanabe, Bomu Manifold, Barabeedom y Okuluebu. Las imágenes de la investigación muestran restos de crudo en la tierra, señas del aceite en el agua y su impacto en los debilitados cultivos de la comunidad, dedicada tradicionalmente a la agricultura.
“Los vertidos de petróleo causan un impacto devastador en los campos, los bosques y los caladeros de los que dependen los alimentos y los medios de vida de la población del delta del Níger. Si alguien visita estos lugares de vertidos podrá ver y oler por sí mismo cómo la contaminación se ha extendido por la tierra”, afirmó Mark Dummett, investigador sobre empresas y Derechos Humanos de Amnistía Internacional.
La petrolera Shell no ha respondido a las preguntas de eldiario.es sobre las acusaciones del informe. En una carta del 24 de octubre que adjunta la investigación, la compañía niega los hechos denunciados por las organizaciones y remite a los comunicados que publica en su página web. Shell culpa a los “sabotajes” y al robo de crudo –reconocidos también como problemas por la PNUMA– como las “principales causas del daño mediambiental en Ogoniland y el delta del río Niger hoy en día”.
En Bomu Manifold, la ONU denunció que no se había “hecho nada” para solventar la contaminación de años anteriores, lo que permitió “que se extendiera más”. Shell contrató a dos empresas para la limpieza de la zona y en 2012 anunció que los trabajos de recuperación habían terminado. Tras su visita, AI y CEHRD documentan que el rastro del petróleo sigue presente.
También queda registrada el agua aceitosa del pantano Barabeedom, en K-dere. “Los tres estanques de peces, propiedad de una familia de la zona, están cubiertos en un brillo aceitoso espeso y no muestran signos de vida”, recoge el estudio.
La contaminación que halló la ONU en Barabeedom presentaba niveles ocho veces superiores a los que deberían haber hecho saltar las alarmas de las autoridades nigerianas. Aunque Shell no incluyó el pantano como parte de las áreas que limpió tras el estudio, sí ha dado cuenta de su descontaminación debido a los vertidos posteriores a 2011.
Irregularidades en el control estatal
El informe recoge que las afirmaciones de Shell sobre la limpieza de estos territorios son “falsas”, pero además AI y CEHRD denuncian una segunda irregularidad: las autoridades nigerianas certificaron la descontaminación de esas zonas. La agencia nigeriana Nosdra se encarga de la comprobación de la limpieza de los territorios afectados por vertidos de petróleo y, tanto en Bomu Manifold como en el pantano Barabeedom, sus técnicos dieron el visto bueno a la rehabilitación que ejecutó Shell.
Los investigadores de AI denuncian la falta de medios de la agencia Nosdra y piden al gobierno nigeriano una auditoría independiente sobre los defectos en la desinfección que señala su estudio. Exigen además a la compañía Shell que cumpla: la efectiva descontaminación de la zona y “compensar de manera adecuada a las comunidades por sus pérdidas”.