El buque petrolero 'Maridive 601' lleva bloqueado desde hace 10 días frente a las costas de Zarzis, al sur de Túnez, con 75 migrantes rescatados en el Mediterráneo a bordo sin que las autoridades tunecinas les permitan atracar, según ha informado la Media Luna Roja y recoge AFP. Un equipo de la organización humanitaria ha brindado ayuda y atención médica a los migrantes, algunos de los cuales estaban enfermos, informa la agencia de noticias francesa.
“75 personas vulnerables están varadas frente a la costa de Túnez desde hace 10 días. Un año después de que Italia decidiera cerrar sus puertos [al buque Aquarius], creando el primer estancamiento político en el Mediterráneo, los Gobiernos europeos siguen anteponiendo la política a la vida”, ha criticado Médicos Sin Fronteras en Twitter.
Los supervivientes fueron localizados la mañana del viernes 31 de mayo por el petrolero de bandera egipcia, que trabaja como remolcador en una plataforma, cuando navegaban a la deriva en aguas internacionales debido a una avería en el motor tras partir de la ciudad libia de Zuara, a unos 60 kilómetros de la frontera tunecina.
Tras alertar a los centros de salvamento de Italia y Malta y ante las difíciles condiciones climáticas, la tripulación embarcó a los migrantes para trasladarlos al puerto tunecino de Zarzis, situado a unos 600 kilómetros al sur de la capital. Entre los rescatados, 32 de ellos menores no acompañados, hay 64 ciudadanos de Bangladesh, nueve egipcios, un marroquí y un sudanés.
ONG locales e internacionales han pedido al Gobierno tunecino a autorizar la evacuación urgente de cinco pasajeros con problemas de salud, uno de ellos diabético y otro con un dedo roto, que padecen además los frecuentes problemas ligados a la falta de higiene.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), organismo vinculado a Naciones Unidas, ha urgido a las autoridades tunecinas a permitir el desembarco. La OIM ha recordado que los migrantes huyen de la creciente violencia y las violaciones de los derechos humanos en Libia y se mostró preocupada por la adopción de políticas “cada vez más restrictivas por parte de los países del norte del Mediterráneo que afectan a las obligaciones de los Estados frente al derecho internacional”.
Mientras, la desesperación aumenta a bordo. Según informó la Media Luna Roja a Efe el pasado viernes, los ocupantes rechazaron la asistencia médica en alta mar y amenazaron con entrar en huelga de hambre para protestar contra la pasividad de las autoridades, que aducen la falta de “medios logísticos” para su acogida.
“Nuestro personal pudo desplazarse al barco tras seis días de espera pero los migrantes, que están indignados ante la falta de respuesta de las autoridades, han rechazado cualquier asistencia hasta su llegada a tierra firme”, explicó entonces Mongi Slim, responsable de la organización.
Slim insistió en que se trata de un conflicto “político” a nivel internacional, ya que Túnez trataría de presionar a Malta e Italia para obligarles a asumir su responsabilidad y, al mismo tiempo, un pulso “nacional” ya que Mededine, gobernación en la que se concentran todos los centros de acogida de migrantes, defiende estar saturada y presiona a las zonas vecinas para que se impliquen.
En un vídeo difundido por la ONG Foro Tunecino para los Derechos Económicos y Sociales (FTDES), se pueden ver a los migrantes sentados en la cubierta del barco gritando “no queremos comida, no queremos quedarnos aquí, queremos ir a Europa”. FTDES ha instado al Gobierno a “revisar” los acuerdos de cooperación con la Unión Europea.
Una situación similar se produjo en agosto de 2018, cuando el petrolero “Sarost 5” permaneció bloqueado en alta mar durante 21 días tras haber rescatado a 40 migrantes en aguas internacionales, hasta que finalmente pudo desembarcarlos en el país magrebí.
El pasado 10 de mayo, al menos 70 personas perdieron la vida y 16 fueron rescatadas por pescadores tunecinos a 40 millas de la ciudad meridional de Sfax. De acuerdo con datos de la OIM, desde comienzos de 2019 al menos 519 migrantes han perdido la vida en su intento por llegar a las costas europeas a través de las tres rutas principales de la migración irregular, que desembocan en Italia, España y Grecia.
Las ONG especializadas y organismos como Acnur han reclamado en diversas ocasiones a los Gobiernos de la UE la puesta en marcha de vías seguras y legales de entrada para evitar que estas personas se vean obligadas a arriesgar su vida o ponerse en manos de traficantes para conseguir alcanzar suelo europeo.