La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a los ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Entradas promovidas por Marruecos y devoluciones sin control: “La policía marroquí nos decía que pasáramos a Ceuta y aquí nos quieren devolver”

Gabriela Sánchez

Ceuta —
19 de mayo de 2021 09:29 h

0

En plena noche, cuando la oscuridad ya impide distinguir el horizonte, varios chapoteos desperdigados en el agua despiertan la atención de las decenas de militares movilizados en la playa del Tarajal. Los soldados corren de un lado a otro con la intención de impedir que los recién llegados los esquiven a la carrera. La semirrígida de la Guardia Civil rescata a la mayoría y da media vuelta rumbo a la valla fronteriza, pero un joven marroquí mantiene sus brazadas con dirección a la orilla. El soldado se aproxima hacia él. El chaval intuye lo que le espera.

El joven marroquí se levanta de manera torpe y con respiración entrecortada. Mira al agente, se pone derecho y dirige los dedos de su mano hacia la cabeza, en un saludo militar. El soldado estrecha la mano al recién llegado y le indica el camino de vuelta. El joven, empapado, regresa al mismo punto por el que había llegado. Nadie le pregunta por su edad o las razones que le han empujado a llegar a nado a la ciudad fronteriza. Es devuelto en caliente de forma automática, sin realizar trámite alguno.

“Tenemos la orden de llevarlos a todos de vuelta. Da igual que sean menores y el punto al que lleguen de la playa. Si son niños muy claros, a veces se les separa en grupos y los entregamos a la Guardia Civil, pero tampoco sabemos muy bien cuál es el protocolo a seguir”, explica un soldado a elDiario.es minutos antes de hacer el relevo tras casi 18 horas de trabajo. Según fuentes de Interior, entre el lunes y el miércoles han devuelto a cerca de 5.600 personas. Esta cifra incluye tanto las devoluciones en caliente como el regreso voluntario de algunas personas migrantes.

Interior defiende que estas devoluciones tienen cobertura legal porque son “rechazos en frontera”. Sin embargo, las devoluciones inmediatas han sido seriamente cuestionadas por la falta de garantías. Aunque el Tribunal Constitucional avaló el pasado noviembre la normativa en la que se apoya el Ejecutivo para ordenar estas prácticas, exigía su aplicación en “entradas individualizadas” con “pleno control judicial” y en “cumplimiento de las obligaciones internacionales”, algo que no se cumple en la actualidad.

A su vez, se escuchan gritos y detonaciones de salvas en el perímetro fronterizo. La estela del gas lacrimógeno sortea la alambrada del espigón que separa Ceuta de Marruecos y cae en territorio alauí. Al otro lado, responden con el lanzamiento de piedras. En algunos puntos del perímetro terrestre se han producido intentos de saltos de la alambrada.

A pesar de la destacable reducción del flujo migratorio a Ceuta registrado en la noche de este martes, tras el aumento de las devoluciones y la reactivación de controles fronterizos marroquíes, varias decenas de migrantes han intentado acceder a nado y por tierra a la ciudad autónoma durante la noche de este martes. Quienes trataron de hacerlo por la vía marítima se han encontrado a un militar cada 10 metros de una playa blindada con tanques de guerra. Aquellos que han pisado suelo ceutí a decenas de metros de la valla fronteriza, también han sido retornados a Marruecos sin trámite alguno. “Lo siguen intentando, pero incluso si nadan hasta el final de la playa, son interceptados para ser devueltos”, dice un soldado.

La llegada sin control marroquí

Pasadas las 11 de la noche, otro hombre nada protegido con un chaleco salvavidas hacia la orilla. Se aleja todo lo que puede del lado marroquí de la frontera con el objetivo de esquivar el mayor despliegue militar español, ubicado en el primer tramo de arena con el que se encuentran los migrantes tras sortear el espigón del Tarajal, la llamada zona “neutral”. Cuando decide nadar hacia la orilla, gatea hasta dejar el agua a sus espaldas y se tumba boca abajo en la arena. Permanece inmóvil durante unos segundos. Tres militares corren hacia él y le urgen que se levante. “Venga, que estás bien”, le dice uno de ellos. “Déjale descansar un poco antes de devolverle, solo quiere respirar”, le responde una voluntaria de Cruz Roja. Menos de un minuto después, ya le han incorporado y el chaval camina de nuevo hacia Marruecos, custodiado por las fuerzas armadas. 

Se dirige al espigón fronterizo que acaba de rodear a nado, hasta donde le acompañará y lo pondrá a disposición de la Guardia Civil, quien abrirá una puerta de la valla fronteriza por donde retornará de nuevo a Marruecos. De este destino se esconden Mohamed, Anas y Mumin que, en una colina desde donde se divisa la frontera, preguntan de manera insistente si los menores van a ser devueltos a su país mientras observan el dispositivo activado por las fuerzas de seguridad.

Tienen entre 15 y 16 años, son visiblemente menores y no tienen un lugar donde dormir. “Hemos preguntado en el centro de menores, pero dicen que está lleno así que hemos pasado la noche por aquí”, responde Anas. “No hemos dormido desde anoche”. Los tres menores abandonaron sus casas sin avisar a sus padres, cuentan, pasadas las 8 de la mañana, después de que otros amigos les llamasen para advertirle de la información que se difundió por todos los rincones del norte de Marruecos. “Nos avisaron en el mismo momento de que habían abierto la frontera de Ceuta y vinimos corriendo. Unos amigos nos llamaron: ¡Están dejando entrar!”. Los chavales tomaron un autobús hasta la zona de la frontera del Tarajal y, en las proximidades de la playa más cercana al espigón fronterizo, se encontraron a varios agentes marroquíes que gesticulaban con la mano invitándoles a continuar su recorrido, algo repetido por varias de las personas entrevistadas por elDiario.es. “Estaba abierto el acceso. La policía nos decía: ‘Entrad a Ceuta’. Muchísima gente ocupaba la carretera para ir a la arena, pero aquí nos quieren devolver”, dice Mumim, de solo 15 años. 

“No sé por qué Marruecos quería que pasásemos. ¡Será por dinero!”, comenta entre risas su amigo Anas. “Pero ahora parece que ya han cerrado”, añade señalando la playa, mucho más vacía que a lo largo de la tarde anterior. Los adolescentes se miran entre sí para responder a la pregunta que cuál es su plan: “Resistir al menos una semana, a ver si nos dejan ir a un centro de menores”. Los tres menores quieren viajar a la península para reunirse con familiares en Madrid, Málaga y Marbella.

Los que vuelven a casa

Mientras unos tratan de esquivar el control policial, otros preguntan a los militares por el camino de vuelta a casa. “Hacia allí”, les responden los uniformados, ya acostumbrados a la pregunta. Señalan a la misma frontera desde donde proceden los gritos de protesta, ante los intentos frustrados de llegar a España. La misma puerta por la que devuelven a la fuerza a todo aquel que nada hasta la orilla ceutí. El trasiego se produce en ambas direcciones: quienes buscan entrar en Ceuta y quienes regresan a su país por no encontrar lo que imaginaban.

Cuando Imad escuchó que “la frontera estaba abierta”, no pensó en que dormiría al raso ni que España movilizaría el Ejército para evitar su llegada. “Yo solo quería tener oportunidades”, dice el joven de 19 años. Durante la larga noche que pasó en la calle tras su llegada a Ceuta tomó la decisión: “Estoy en Bachillerato y, en unas semanas, tengo varios exámenes. No quiero perdérmelos para nada. No quiero no acabar el curso y que luego me acaben expulsando en poco tiempo. Si fuese para quedarme, lo dejaría. Pero así no merece la pena”, detalla el chaval con una bolsa de plástico en sus manos, preparado para volver a casa, donde su madre le espera un poco enfadada por irse sin avisar.

Poco después, comienza a caminar el espigón del Tarajal. Se introduce en la zona “neutral”, la parte de la playa que separa los dos espigones fronterizos, y un militar le urge que tiene que atravesarla a la carrera. El chaval, junto a su amigo de la infancia, empieza a correr. Le abren la puerta y vuelve a su país por su propio pie, tras poco más de 24 horas en Ceuta. 

Alrededor de las 2 de la madrugada, las sirenas comienzan a sonar desde Marruecos. Varios vehículos policiales del país vecino se aproximan al espigón y, según indican fuentes del dispositivo de seguridad, disuadieron a un grupo de migrantes marroquíes que intentaba llegar a Ceuta a nado durante esta madrugada. El despliegue marroquí había regresado a la frontera, al menos durante unas horas.