Polonia abraza la xenofobia y rechaza a los refugiados

Marta Alemany

Varsovia, Polonia —

La ley del péndulo en política se ha visto fraguada en las últimas elecciones en Polonia. La izquierda ha sido expulsada del parlamento polaco. Y el partido de centro-derecha Plataforma Cívica (PO), tras ocho años en el Gobierno, no ha podido convencer más a una población que se ha hartado del inmovilismo y de sus respuestas neutrales.

Ley y Justicia (PiS), partido de derechas de la que Beata Szydlo es la cara más visible y quien presidirá el ejecutivo, podrá gobernar a solas. La agrupación consiguió 235 sillas de las 460 en la Cámara Baja y 61 de los 100 en el Senado. Es la primera vez que en Polonia, después de que abandonara el comunismo en 1989, un partido consigue esa posición en el terreno político.

El programa electoral de Ley y Justicia se caracteriza por ser euroescéptico y nacionalista. Eso se traduce en que el zÅ‚oty, su actual moneda, no será sublevado por el Euro en los próximos cuatro años y también es señal de desconfianza en la Unión Europea. Ley y Justicia rechaza cualquier tipo de minorías sexuales y liberales y ha dejado clara su negativa hacia la inmigración y a los refugiados. Sus críticas al anterior gobierno por aceptar dar asilo a 7.000 inmigrantes como parte del plan de reasentamiento de la Unión Europea lo constataron.

En el plano económico está a favor del aumento del gasto social, del incremento de las tasas para las multinacionales y bancos para poder garantizar beneficios sociales, como la medicación gratuita para todos aquellos mayores de 75 años. Así mismo, pretende cambiar la edad de jubilación actual, de 67 años a 60 para la mujer y 65 para el hombre. Un conjunto de medidas que ha calado en la sociedad polaca y que ha gustado a los sindicatos mayoritarios.

Aumento del discurso xenófobo y homófobo

La victoria de Ley y Justicia no fue una sorpresa. Varias manifestaciones multitudinarias en contra de la inmigración, ya no solo en contra de los refugiados, tuvieron lugar en las grandes ciudades del país durante este verano como en Varsovia, Cracovia o Breslavia. En el caso de Łódź, por ejemplo, no hubo ninguna contramanifestación para apoyar a los inmigrantes.

Colectivos de ultraderecha sin representación parlamentaria se han paseado por las calles con discursos xenófobos e islamófobos con acusaciones directas a los inmigrantes. Desde hace varios años las manifestaciones que realzan el orgullo patriótico y se alinean ideológicamente con otros partidos de la derecha más conservadora en Europa, como el Frente Nacional en Francia o el Austrian Freedom Party en Austria, han ido aumentando.

La mayoría de los polacos teme a lo que es diferente a ellos: se oponen a todo aquello que venga de fuera y que no hable su idioma. Los últimos episodios de xenofobia en Polonia sucedieron hace poco en Poznan, donde hace poco más de una semana un joven estudiante sirio fue golpeado en el centro de la ciudad y sigue hospitalizado.

La “Marcha Patriótica”

Cada once de noviembre se celebra en Polonia el Día de la Independencia de 1918. El evento, llamado “Marcha Patriótica”, es organizado por grupos de extrema derecha incluyendo el colectivo Renacer Nacional Polaco (NOP). Este año se congregaron más de 70. 000 personas en Varsovia bajo el discurso “Polonia para los Polacos, Polacos para Polonia”.

Esta vez, a diferencia de la manifestación del 2014, donde se contabilizaron 250 personas arrestadas y 51 policías heridos, se han producido menos incidentes violentos y sólo una persona ha sido detenida. No obstante, el discurso ha sido encarecidamente más xenófobo que en otros años, pues se podían leer eslóganes como “Stop la islamización de Polonia”. La ciudad se tiñó de blanco y rojo, así como jóvenes y no tan jóvenes paseaban sus banderas y botas de estética neonazi.

Varsovia se convirtió, también, en la capital del nacionalismo y cualquier persona que no fuera polaca, parecía estar fuera de lugar. En Polonia las cosas están cambiando pero la sociedad también se está polarizando. El número de personas a favor de los dogmas nacionalistas y racistas es mayor que los sectores que apoyan a los refugiados, a los inmigrantes y la apertura del país para aquellos que buscan asilo. Del mismo modo, son minoritarios los grupos que defienden la libertad sexual y los derechos de las mujeres.

No ocurre en todas las ciudades, pero por ejemplo en la capital de Polonia, en Varsovia, varios grupos llevan meses manifestándose para cambiar el punto de vista de sus vecinos y vecinas y para comunicar que sí hay personas que apoyan a los refugiados y se oponen al fascismo y el rechazo mostrado por los extremistas y los partidos de derechas.

El pasado domingo 8 de noviembre alrededor de dos mil polacos tomaron las calles de Varsovia para protestar en contra de las nuevas corrientes xenófobas y el nuevo escenario político de derechas en el gobierno. Los organizadores de la marcha salieron para defender la idea de “Solidaridad en lugar de nacionalismo. Juntos en contra de las fronteras”, escrito en la pancarta principal y también llevaban carteles donde se podía leer “Varsovia libre de racismo”, “Basta de asustar a los refugiados, la solidaridad es nuestra arma”.

El colectivo inmigrante no es el único que se ha visto amenazado incluso antes de que el nuevo gobierno tomase el relevo. Si la libertad sexual estaba condenada socialmente, ahora quien le seguirá cortando las alas, aún más que antes, será la nueva política del partido de Beata Szydlo. En tres semanas al frente del gobierno, Ley y Justicia ha bloqueado una de las medidas logradas por el anterior ejecutivo: el pago sanitario por el cambio de sexo.

Desamparo de las asociaciones LGTB

Las asociaciones LGTB y pro derechos humanos quedarán aún más desamparadas con el nuevo ejecutivo. Respecto a otras medidas como la fecundación in vitro, que ya estaba en vigor, Ley y Justicia ya ha declarado su total voluntad de cambiar esta ley. Sylwia Debinska, activista de uno de los colectivos LGTB mayoritarios en la ciudad de Łódź, dice haber perdido toda esperanza para cambiar las cosas en los próximos cuatro años:

“Esto supone dar un paso atrás, porque todo quedará bloqueado, nos da miedo y a la vez, nos entristece” comenta con cara de preocupación.

Un futuro previsible Polonia está creciendo a una velocidad desorbitada en los últimos años. Esto ha sido posible gracias a los fondos de financiación de la Unión Europea, quien ha pagado la mayor parte de las obras y reconstrucciones. En este sentido, es el país que más ayudas ha recibido en todo el continente y uno de los que tiene el menor porcentaje de inmigración. Este detalle hace que la controversia en el discurso político de los partidos de derechas nacionalistas sea perenne. Es cuestión de tiempo que la sociedad polaca se radicalice aún más.

“Retroceso a la Edad Media”

Las voces más críticas se refieren a este momento como un “retroceso a la Edad Media”. Es difícil esgrimir por qué ha aumentado este sentimiento nacionalista y retrógrado que tanto le favorece al nuevo gobierno. Ley y Justicia está haciendo un gran esfuerzo para encender la mecha del racismo y que arrastre por su camino todos los hogares polacos. Mediante el discurso del odio y el miedo han creado un fantasma contra el que se debe combatir y permanecer unidos: la inmigración.

Con la Iglesia Católica como eje ejecutador, han hecho creer a todos sus ciudadanos que deben luchar por una “Polonia para los polacos” y rechazar cualquier idea que juzgue o cuestione los valores cristianos. Los medios de comunicación, por su parte, han sido los grandes altavoces y pregones de estos propósitos, han hilvanado el discurso de los partidos de derecha publicando información falsa y dramática sobre los refugiados.

Un cóctel sabroso y fácil de digerir para la mayoría de polacos, pero que acarreará grandes consecuencias y que está desmenuzando algunos de los derechos humanos más básicos y que tanto trabajo ha costado alcanzar.