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“La Policía me deportó en pijama, sin mis cosas, sin nada”

Karim (nombre ficticio) responde al teléfono de su madre desde Casablanca: “Bueno, aquí estoy, sobreviviendo”. Acaba de ser deportado desde el CIE de Madrid tras “varios intentos de suicidio” con los que, dice, trataba de evitar terminar donde ahora está. “Me han mandado a Marruecos sin nada, en pijama, sin dinero y sin documentos”, explica el joven de 23 años.

Su deportación, denunciada este martes por SOS Racismo, provocó el apoyo de varios concejales del Ayuntamiento de Madrid, que solicitaron una vez más el cierre de los Centros de Internamiento para Extranjeros. Desde Marruecos, Karim habla con eldiario.es para explicar su versión sobre las condiciones en las que se produjo la expulsión del país que abandonó cuando tenía 14 años.

La Policía Nacional, consultada por eldiario.es, rechaza dar información sobre esta deportación.

¿Cómo está? ¿cómo están siendo estos primeros días en Marruecos tras la deportación?

Bueno, sobreviviendo. Me deportaron hace cinco días. Estoy mal, jodido. Nunca pensé que lo que me hicieron se podía hacer en un país desarrollado como España.

¿Cuándo llegó a España?

En 2008. Era menor, tenía 14 años. Llegué a España como polizón, en uno de los ferris Tánger-Algeciras. Hasta cumplir los 18, todo fue muy bien. Estaba mucho mejor que en Marruecos, había más oportunidades. Hasta venía el autobús para llevarnos al colegio con nuestras mochilas... En Marruecos tenía que andar 14 kilómetros porque allí solo podía ir a la escuela en autobús los hijos de familias que tenían mucho dinero.

Cuando cumplí 18 años renové los papeles, pero me metí en problemas. Perdí la residencia cuando entré en prisión. Robé, cometí un error, y no lo quiero pagar con mi vida. No encontraba a nadie que me aconsejase y tenía que sobrevivir de alguna manera.

Con 19 años recién cumplidos fui a la cárcel, donde he estado tres años. Yo ya he pagado por lo que he hecho, pero a la salida de prisión la Policía Nacional me estaba esperando. Me llevaron a la Comisaría de León y después al CIE de Aluche para expulsarme.

SOS Racismo ha denunciado que su desesperación llegó hasta el punto de intentar suicidarse en varias ocasiones.

Para no volver a Marruecos hice todo lo que pude. En el CIE lo vi todo negro. Ya no veía esperanza ninguna. Una vez intenté suicidarme con un cinturón en el calabozo y otra, en el CIE. Las cámaras me vieron a tiempo. Después, llamaron al Samur.

Me decían que por qué lo hacía, que tenía una vida por delante. Pero mi vida estaba en España, no en Marruecos. No me dejaron una segunda oportunidad.

¿Cómo fue la deportación?

Me mandaron a Marruecos como a un perro. En pijama, sin mi documentación, sin dinero, sin ropa. No me lo comunicaron con antelación para llamar a algún familiar. Me pusieron una inyección en el culo y notaba que me quedaba como un bobo.

¿Cuándo le pusieron esa inyección? ¿Le informaron o le dijeron de qué medicación se trataba?

No me informaron de nada. Estaba en la sala de aislamiento y entraron cinco policías y una enfermera. Ella fue quien me lo inyectó. Antes me habían intentado dar medicación, pero no quise tomarlas. Al día siguiente iba como si fuese dormido. Vinieron los policías por la noche, me esposaron y me llevaron al aeropuerto con el resto. No entendía nada del cansancio, del aislamiento o por eso que me pusieron.

¿La Policía empleó la fuerza contra usted?

No, no me pegó. Se tiraron hacia mí para ponerme las esposas y para ponerme un casco, porque pensaban que me iba a intentar suicidar otra vez. Yo solo buscaba mi libertad como sea, porque ya pagué por mi delito.

Estuvo unos días en la sala de aislamiento del CIE de Madrid. ¿Cómo es ese lugar?

Es como una jaula, un cuarto muy pequeño, como un calabozo. Tiene ventanas cerradas con agujeros y hay una cámara, aunque no sé si funciona.

Dice que le expulsaron sin ninguno de sus bienes personales.

Nada más llegar al aeropuerto, donde estaba el resto de personas que iban a ser deportadas, a mí me llevaron a otra sala con las esposas. Los otros tenían sus pasaportes, sus ropas... y yo, con el pijama.

Tenía la ropa en el cuarto de seguridad, se lo dije a un agente, él me lo sacó, pero luego nadie me dio mi maleta ni mis documentos.

Vive en Casablanca, pero la Policía les dejó en Tánger. ¿La Policía le entregó el sobre con dinero que, según la normativa, debe dar a los deportados para poder costear el trayecto hasta sus respectivas casas?

No. Nada. No me dieron nada. Solo iba con el pijama.

Fuimos en avión hasta Jerez de la Frontera, en autobús hasta Algeciras y en barco hasta a Ceuta. Allí, la policía nos identificó y nos devolvió. No imaginas la vergüenza que pasé andando por ahí con el pijama.

Menos mal que los marroquíes que fueron deportados conmigo fueron muy buenos y me ayudaron. Me compraron algo de ropa y fuimos a un hotel, pero en el hotel no me dejaban quedarme por no llevar conmigo los documentos.

Entonces, tuve que ir a una comisaría. Pedía que me diesen un papel para poder dormir en algún sitio y no me lo daban. Había un chico joven por allí que se apiadó y nos dijo que podíamos quedarnos en su casa. Estuve allí tres días hasta que pude conseguir dinero para llegar a Casablanca.

¿Qué le dijo su madre cuando le vio volver?

Qué me va a decir... Estaba mal, pero no sabe toda la historia. No le he contado todo el maltrato psicológico que he sufrido.

¿Por qué?

Porque no. No sé.

De sus palabras se desprende un rechazo total a regresar a su país. ¿Por qué decidió migrar a España con solo 14 años?

Mi vida era muy complicada. Tenía que comprar alcohol para mi padre, las discusiones de mi padre y mi madre... yo quería escapar de este ambiente. No sé, es difícil de explicar. Dije: 'Yo aquí no me quedo'. Aquí no hay ningún derecho... Pensaba que en Europa habría más oportunidades. Y yo amo España.

¿Cómo afronta su vida ahora en Marruecos?

Madre mía. No quiero ni pensarlo... Voy a volver a España. Lo tengo claro, aunque me muera en el intento. Pero aquí no me puedo quedar.

La gente aquí se aprovecha de gente como nosotros... Conozco casos en los que se vuelven locos. Conocí a un chaval al que deportaron de Italia y estaba fatal. Andaba como desorientado, como si estuviese en otro sitio. No quiero que me pase eso.