Todo parece seguir igual en los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia), pero alrededor de los tradicionales tés saharauis, la palabra más repetida es “traición”. La noticia del apoyo del Gobierno español a la antigua propuesta de Marruecos para la autonomía de la excolonia española, que descarta el prometido referéndum, llegó rápido a las jaimas y casas de adobe del desierto argelino, donde viven desde hace más de 40 años quienes huyeron de la invasión marroquí del Sáhara Occidental.
Unos se indignaron, otros se encogieron de hombros con resignación, ya habituados al abandono de España, la potencia administradora que nunca ha llegado a culminar su proceso de descolonización. Muchos describen una sensación común: la historia se repite.
“No me sorprendió mucho. España ya nos vendió una vez y ahora es casi lo mismo para mi pueblo”, dice Annas Bashir, un joven de 22 años que nunca ha llegado a pisar el país por el que resiste en un campo de refugiados. “En todos los tés, en todas las conversaciones, se habla de la nueva traición, pero en realidad no esperábamos mucho de los gobiernos españoles, porque siempre han sido más cercanos a Marruecos que a nuestro pueblo”.
Jadijammi Hamaida estaba en Argel cuando un grupo de WhatsApp donde comparte con amigos informaciones sobre la causa saharaui empezó a acumular decenas de comentarios. Cuando llegó a casa, Jadijammi se lo enseñó a su familia: “¿Y qué pasa? Ya nos abandonaron en el 75...”, dijo su madre, que vivió los años de la ocupación marroquí. “La gente mayor no esperábamos mucho del Gobierno español”, respondió, como cuenta su hija. Cansadas de la inacción de España, así como de la comunidad internacional, y acostumbradas a que nunca parezca pasar nada en este recóndito punto de la hamada argelina, su familia reaccionó “tranquila”.
“Más traición es imposible”
Mohamed Fudel, veterano militar saharaui, sí se ha visto sorprendido por el giro de la posición española con respecto al conflicto del Sáhara Occidental, más aún por el hecho de que proceda del actual Gobierno de coalición –aunque Unidas Podemos se ha posicionado en contra–. El soldado, exdirector de transmisiones del ejército saharaui durante la primera guerra contra Marruecos, evidencia una rotunda decepción ante la carta enviada por Pedro Sánchez al rey Mohamed VI, en la que asegura que la propuesta de un régimen de autonomía para el Sáhara que Marruecos hizo en 2007 –que descarta la convocatoria de un referéndum como exige Naciones Unidas– es la opción “más seria, realista y creíble” para la resolución del conflicto.
“Más traición es imposible. No lo imaginaba”, añade el refugiado, que aún conserva su DNI español de cuando el Sáhara Occidental era la provincia española número 53. “Me siento muy decepcionado. Del actual Gobierno, en cuanto a la política relacionada con el Sáhara se puede esperar de todo menos esto. Podemos esperar muchas negativas con el pueblo saharaui, pero esto ya raya el colmo: es una renovación del Acuerdo Tipartito de Madrid”, se queja Fudel, conocido como Mundi. El saharaui tenía 17 años cuando el entonces rey Hassan II inició la marcha verde y España cedió el territorio del Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania en un pacto sellado en la capital española, que nunca fue reconocido por Naciones Unidas.
En aquellos días, Fudel huyó con su familia a los campamentos de refugiados improvisados en un territorio árido cedido por Argelia, para tiempo después alistarse como soldado en la guerra contra la ocupación marroquí. La misiva de Sánchez a Mohamed VI le ha recordado aquellos días de dolor: “Fueron días de sufrimiento, ahí empezaba la invasión. Recuerdo tropas del ejército, carros de combate en mi ciudad… Esos días los recordaré durante toda mi vida. Fueron los días del exilio, de separarme de mis padres, de mis hermanos, ir a una guerra...”, relata Mundi.
“Y todas esas calamidades están derivadas de ese Acuerdo Tripartito de Madrid, esa traición... y ahora vemos que, 45 años después, el Gobierno de España 'renueva' el acuerdo tripartito. Entonces era una dictadura, pero ahora estamos en una democracia, estamos en el 2022”.
Lo compara con la actual postura española en contra de la guerra en Ucrania: “¿Cómo puede condenar una invasión a Ucrania y apoyar una invasión al Sáhara cuando sigue siendo una potencia administradora? Nos hace sentir vergüenza ajena”.
Tekber Taleb conoció la noticia a través del chat que aún tiene con su familia de acogida española, con la que pasó ocho veranos en Jaén gracias al programa Vacaciones en Paz. No se lo esperaba. “Aunque es la segunda vez que España vende el Sáhara”, matiza la joven periodista, quien vive a caballo entre el campamento de Smara y Argel. “Hablo del Gobierno, no de la sociedad española, que siempre nos ha ayudado, y por eso mismo me enfada aún más...”, dice la refugiada en un buen nivel de español.
Confianza en las armas
Desde Dajla, Mahmud acaba de volver a casa tras pasar unas semanas prestando servicio en los alrededores del muro marroquí que separa los territorios del Sáhara ocupados por Marruecos de los que se encuentran bajo control del Frente Polisario. Allí, desde noviembre de 2020 tiene lugar un conflicto de baja intensidad, desde que el Gobierno saharaui dio por roto el alto el fuego y anunció el regreso a las armas.
“Del Gobierno español nunca esperamos que nos apoyase, aunque esperábamos una posición neutral. Pero este cambio de posición no decide nuestro futuro, porque nosotros decidimos nuestro futuro desde que hemos vuelto a las armas”, dice Mahmud a elDiario.es desde el campamento saharaui más inhóspito de todos. “No es la primera traición. Han hurgado en la herida que ya hizo España sobre los saharauis en 1975. La han vuelto a hacer sangrar. Lamentablemente duele. La historia se repite, porque ya lo hemos sufrido, pero no lo vamos a vivir igual que entonces”.
Los saharauis, extasiados de esperar una solución del conflicto por la vía diplomática, confían en la lucha armada como vía para presionar por la consulta sobre su futuro. “La realidad es que llevamos décadas esperando una respuesta pacífica, no ha pasado nada. España se refiere a una propuesta de Marruecos en el marco de unas negociaciones de las Naciones Unidas que a la gente en los campamentos ya no nos importa mucho. Desde la vuelta a las armas, aquí todo el mundo piensa que la solución es la guerra. Esperamos mucho tiempo, no pasó nada. Como ya se acabó el alto el fuego, pocas cosas nos importan, lo que tenemos que hacer es seguir en guerra sin marcha atrás”, dice la joven bióloga Jadijammi Hamaida. “España ha pasado del silencio, de no hacer nada, a decir claramente cuál era su posición”.
El giro de la posición española con respecto al Sáhara Occidental, apunta el militar Fudel, no interrumpirá la lucha armada: “Porque simple y llanamente el pueblo saharaui tiene derecho a decidir su autonomía”.
“En el proceso negociador, la propuesta marroquí es la creación de una autonomía en Marruecos. La nuestra es celebrar una referéndum de autodeterminación libre del pueblo saharaui. Solo pedimos que dejen al pueblo saharaui decidir si es una autonomía, un país independiente o la adhesión a Marruecos. Que nos dejen decidir lo que queremos ser”, sostiene el soldado desde Rabuni, la capital administrativa de los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf.
Preocupación por la zona ocupada
A Hamaida le preocupa especialmente la situación de las zonas ocupadas por Marruecos, donde reside la mayor parte de su familia por parte de padre. Ella ha viajado al Sáhara Occidental a visitar a sus seres queridos gracias a contar con pasaporte español. “Si eres saharaui, tienes que estar callada. Si hablas, si te quejas, acabas como Sultana Khaya [activista bajo arresto domiciliario durante más de un año que denuncia torturas por parte de las autoridades marroquíes]”, cuenta la joven. “Mi familia me ponía en la última habitación de la casa, por si, como no estaba acostumbrada, decía algo que podía ponerme en peligro y nos escuchaban. No podía salir sola ni hablar con cualquiera. Me decían: 'Si te dicen algo y no aguantas... puedes terminar en la cárcel'”, recuerda.
Por eso, dice, no ve una opción factible la propuesta de autonomía de Marruecos, apoyada por el Gobierno de Sánchez. “Ni siquiera me lo imagino, ni loca, ni muerta podemos estar bajo el Gobierno marroquí...”, reflexiona la bióloga que trabaja en el hospital del campamento de refugiados de El Aaiún. “Prefiero esto, vivir en el desierto, que no tenemos nada de nada, que formar parte de Marruecos”.