El presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, firmó la pasada semana la ley, The Same-Sex Marriage (Prohibition) Bill, que prohíbe el matrimonio entre personas del mismo sexo y favorece a la persecución de gais y lesbianas. La nueva legislación además endurece la condena con hasta 14 años de prisión e incluye penalizaciones por pertenecer a cualquier asociación o club de apoyo al colectivo LGBT que ascienden a los 10 años de sentencia.
Según informó el periódico británico The Guardian, docenas de hombres gais han sido arrestados en los últimos días como consecuencia de este nuevo reglamento. Esta restricción de las libertades se consuma en Nigeria con una ley acorde a “las inclinaciones culturales y religiosas de las personas siendo una ley que refleja las creencias y orientación del pueblo nigeriano”, como expresó el portavoz del presidente.
La legislación ha sido reprobada por organizaciones internacionales, muchas de las cuales se ven afectadas por la nueva ley. Cualquier tipo de ayuda por parte de proyectos extranjeros implementados en Nigeria para trabajar con colectivos LGBT también quedan castigados con un encarcelamiento máximo de 10 años. Esto supone un revés a los programas de educación sexual que muchas organizaciones internacionales realizan en un país que cuenta con la segunda población más infectada de VIH-SIDA del mundo.
La comunidad gay en Nigeria se ve perseguida y muchos jóvenes tienen que abandonar su país como fue el caso de Michael Michael Ighodaro que se refugió en los Estados Unidos. Su historia puede conocerse en el reportaje “No Room For Gay Africans” de SaharaTV .
Nigeria se suma así a un escenario, el de los países subsaharianos, donde el panorama ha empeorado para las personas homosexuales en la última década. Según el último informe de la Asociación Internacional de LGBT (ILGA en sus siglás en inglés), de mayo de 2013 existen 36 países en África con leyes que criminalizan la homosexualidad, unos con la pena de muerte y otros con distintas condenas.
Mapa de la homofobia institucionalizada
En Kenia o Malaui la pena asciende a siete años mientras que en Zambia el castigo puede llegar a un máximo de 14. Otros países como en Tanzania se han intensificado las medidas y la sentencia puede ser de cadena perpetua.
En Uganda, el parlamento pasó la ley antihomosexual en la que se condenaba cualquier acto “contrario al orden de la naturaleza” con cadena perpetua tras haber sido rechazada la sentencia de muerte. Sin embargo, el presidente Yoweri Museveni ha reclinado firmar la aprobación de la Anti-Homosexually Bill explicando que “existen otras formas de curar la anormalidad”. A pesar de que la cadena perpetua no ha sido aprobada, la legislación que viola los derechos de privacidad, igualdad, de familia y amenaza la libertad de asociación y expresión mantiene su sentencia de siete años de prisión.
Camerún es otro de los países en el punto de mira. Con una legislación en la que se castiga las relaciones homosexuales con hasta 5 años de prisión, durante el verano pasado el periodista y activista LGBT Eric Lembembe fue torturado y asesinado.
Lembembe aumentaba la triste lista de víctimas en los que también se encuentran la activista sudafricana Noxolo Nogwaza y el ugandés David Kato. Hace pocos días también se conocía el fallecimiento del camerunés Roger Mbéde quien confesó su orientación sexual a otro joven que le denunció. Su salud empeoró durante su condena y la semana pasada se conocía su muerte a los 34 años.
La falta de tolerancia que sacude a África en materia de libertad de sexo ha sido denunciada en numerosas ocasiones por diversas organizaciones internacionales. Human Rights Watch instó al Papa en una carta remitida el pasado mes de octubre a condenar la violencia y la discriminación contra las minorías sexuales y de género. En la misma dirección actúa Amnistía Internacional quien trabaja para que mejorar la situación de los colectivos LGBT en el continente africano.