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Los migrantes rescatados por el Aquarius, tras su primera noche en tierra firme: “Estamos felices. Gracias, España”

Las 630 personas rescatadas del Aquarius ya se encuentran en un lugar tranquilo donde descansar durante los primeros días. Assan, Dawda y Kamo caminan por los alrededores de Cheste, el pueblo valenciano donde han sido hospedados de forma provisonal los hombres y mujeres solteras desembarcados este viernes. “Estamos muy contentos, nos están tratando muy bien. Gracias, España, por acogernos”, dice Assan, de origen gambiano, mientras busca un lugar donde comprar tabaco y una tarjeta telefónica.

Esa es, cuentan, su mayor preocupación en su primer día en Valencia. Quieren hablar con su familia. Contarles que no llegaron a Italia, pero están a salvo en España. Calmar la inquietud de sus allegados y confirmar que sus nombres no figuran entre la larga lista de fallecidos en las aguas del Mediterráneo: “Quiero decirles: estoy en España, no me he muerto en el agua. Estoy muy feliz”.

Kamo no escucha la voz de su esposa y sus seis hijos desde hace unas dos semanas, relata, poco antes de embarcar en las costas libias. Assan pide un teléfono para conectarse a Facebook y mandar un mensaje a su hermano y a su hermana, de los que muestra fotos con orgullo. “Necesito decirles que estoy vivo”, relata, mientras enseña su móvil estropeado después de romperse durante la travesía. Dawda, de 25 años, acumula ya un mes sin hablar con sus seres queridos.

No tienen pegas sobre el polideportivo habilitado con centenares de literas (500 camas) para los hombres solos recién llegados al complejo educativo de Cheste, donde permanecerán varios días hasta ser derivados a los diferentes alojamientos donde vivirán durante los próximos 45 días, pero muchos aún no han podido hacer una llamada a quienes esperan escucharles tras su largo periplo hasta Europa. Este lunes por la tarde pudieron conectarse, por fin, a Internet. Las mujeres también viven en el interior del gran recinto, pero en una residencia más íntima de habitaciones compartidas y por el momento han preferido permanecer dentro del complejo.

Los tres jóvenes gambianos llegaron este domingo a Valencia a bordo del Dattilo, el buque de la Guardia Costera italiana, el primero en desembarcar en España con más de 200 personas a bordo. “Después de ser rescatados por el Aquarius, nos explicaron que el Gobierno italiano nos había rechazado, pero el español permitió que viniésemos aquí, por lo que todos estamos muy contentos. Toda la gente en España, en Valencia, es buena con nosotros”, reitera Dawda una y otra vez.

Sus palabras, como la de sus dos compañeros, describen una España idealizada, un día después de haber sido recibidos por un dispositivo humanitario sin precedentes. “Nos han dado una muy gran bienvenida. Los abogados, los policías, la gente de Cruz Roja nos trataron con cariño”, explica el joven gambiano.

Mientras fuman un cigarro frente al lugar donde permanecerán los próximos días, Kamo y Assan transmiten una imagen idealizada de España que, quizá, podría cambiar con el transcurso de sus 45 días de estancia legal, cuando pueden correr el riesgo de quedarse en situación irregular y ser expulsados.

Aunque tienen derecho a pedir asilo y su caso se estudiará individualmente, Gambia no es un país tradicional “emisor” de solicitantes de asilo, como lo denomina Acnur, por lo que sus posibilidades para conseguir los papeles en un mes y medio descienden.

No quieren ir a Francia: “Aquí ya tengo libertad”

Hoy no piensan en ello. Hoy es día de celebrar. La felicidad que transmiten tras su primera noche en tierra firme les ha empujado a tomar una decisión. La rapidez de su respuesta no sugiere ningún tipo de dudas: no pedirán ser acogidos en Francia, una posibilidad ofrecida por el presidente Macron y que el Gobierno ha trasladado a todos los rescatados por el Aquarius.

“Ahora estoy aquí y quiero quedarme. Nos contaron la propuesta del Gobierno francés, pero, ¿para qué? Si España es genial”, indica Assan. “Este fue el único país que quiso acogernos, por eso yo me quedo. Todos los españoles me han tratado muy bien”, dice Ibrahim, un chico ghanés, horas más tarde. De la decena de migrantes recién llegados a los que ha preguntado eldiario.es, ninguno quiere irse a otro país, algo que choca con la intención habitual de abandonar suelo español de quienes alcanzan las costas en patera o saltan las vallas fronterizas. Ya lo decían muchas ONG: el recibiento, las primeras sensaciones después de todo lo que han pasado, importan.

Dawda vivió durante dos años en Libia tras dejar atrás Gambia, antes de decidir lanzarse al Mediterráneo. “He sufrido mucho. Vas por los sitios asustado porque los criminales pueden pillarte y encarcelarte. Allí vivía con miedo. No hay otra opción”, describe el más joven del grupo de amigos. Como tantos migrantes denuncian a su llegada a las costas italianas, él también relata los “horrores” de su largo paso por Libia.

“Trabajábamos mucho, pero no siempre nos pagaban. He pasado hambre y sed. Los criminales extorsionaban a nuestra familias: nos quitaban el teléfono y las llamaban para amenazarlas con matarnos si no enviaban dinero...”, relata con entereza. Esa misma familia recibirá pronto una llamada. Esta vez, por fin, serán buenas noticias.

Con una mochila cargada de violencias, abusos y encierros en Libia, después de atravesar el Mediterráneo y aguantar la incertidumbre durante una semana en alta mar, Dawda vuelve referirse a un posible traslado a Francia: “Si ya estoy aquí, si estoy feliz, para qué irme. Cualquier sitio donde me sienta libre es muy bueno para mí. Ansiaba la libertad. Aquí la tengo, así que me quedo”.

No todas las personas desembarcadas este domingo en Valencia piensan como ellos. Cerca de la mitad de los 630 migrantes rescatados por el Aquarius ha manifestado ya su preferencia por ser acogido en Francia.

El viaje en el Dattilo: “Echábamos de menos el Aquarius”

Dawda y Kamo recorrieron la ruta juntos y conocieron a Assan en el Aquarius. Los tres jóvenes se encontraban entre las 274 personas trasladadas al buque italiano Dattilo para viajar hasta Valencia en tres barcos, el plan alternativo organizado tras el cierre de los puertos italianos. El viaje fue duro, indica, pero su rostro dibuja una sonrisa al hablar del Aquarius y su tripulación, de Médicos Sin Fronteras y SOS Mediterranée.

“Estaba muy asustado en el agua. Mucha gente muere y pensaba que podríamos ser los siguientes. El Aquarius apareció y me di cuenta de que estábamos a salvo”, recuerda Dawda. Con su traspaso al buque italiano, relatan, sus condiciones de viaje empeoraron. “El Aquarius era el mejor barco, ellos cuidaban de todos nosotros, uno a uno. En el Dattio, no te daban comida ni agua suficiente. No podíamos dormir, teníamos hambre o sed”, reconoce Kamo, mientras observa una gran explanada desde la terraza del único bar cercano al complejo socio-educativo de Chester.

La Generalitat ha preparado el lugar donde pasarán los primeros días en el interior de un polideportivo situado en un recinto inmenso lleno de vegetación, custodiado por seguridad privada. Las personas acogidas en su interior pueden salir y entrar con libertad.

Cruz Roja, quien gestiona el centro mientras dure su estancia en él, garantiza su manutención durante estos primeros días. No se les ha entregado dinero. “Nos dan de todo en el centro: comida, ropa... ”, describen.

La siguiente parada es un misterio para ellos. Pero por ahora no muestran inquietud. Kamo planea regularizar su situación para trabajar “cuanto antes” y enviar dinero a su esposa y sus seis hijos que esperan sus noticias en Gambia. Assan reconoce que, aunque “cualquier lugar está bien”, tiene predilección por algunas ciudades españolas, aquellas que corresponden con sus equipos de fútbol españoles favoritos: “Madrid, Valencia y Bilbao y 'Real Betis”, enumera entre risas. A Dawda no le preocupa el lugar al que será enviado y asegura que puede “aprender cualquier trabajo”.

Él ya siente calma, porque en España, de momento, ha encontrado su ansiada libertad.