Sam lucha por sobrevivir desde el mismo instante en el que llegó al mundo. Lo hizo a solas con su madre. Pero, a las pocas horas, ambos se embarcaron en uno de los tres botes de goma rescatados el 21 de diciembre por la ONG española Proactiva Open Arms en el Mediterráneo central. Estaba en la lancha que naufragó durante largas horas, ante la negativa de los guardacostas libios para proceder a su rescate. Una situación que le provocó un estado de salud que alarmó a los miembros del barco. Y que tras insistir han logrado que los guardacostas de Malta evacúen a Sam y a su madre en helicóptero esta madrugada.
“Cuando pregunté por los niños que había en la barca, creía que me estaban dando una manta, pero luego vi que estaba dentro, ¡no podía creer que fuera tan pequeño!”, recuerda Javi, uno de los socorristas, sin salir aún de su asombro.
Pero ni las mantas ni las múltiples capas de ropa que llevaba la criatura sirvieron de escudo ante el frío y las adversidades que supone cruzar el mar en estas condiciones y que, solo este año, se ha llevado por delante la vida de más de mil personas. Así, temblando, con el cuerpo aún sin lavar desde que saliera del vientre de su madre y calado hasta los huesos por el agua del mar, subió a bordo del Open Arms.
Igual que su madre. En shock. Tiritando. Con salitre en la piel y la ropa rasgada, dejando casi al descubierto sus pechos que no conseguían amamantar a este bebé que se debate entre la vida y la muerte.
Su cuerpecito tan pequeño que inspira fragilidad, en realidad está resistiendo a uno de los tramos migratorios más peligrosos del mundo. No deja de recibir estímulos y calor. No está solo en la batalla que libra para mantenerse vivo. Resiste. A pequeñas bocanadas, como es él. De los 34 grados de temperatura corporal con los que llegó, ya ha conseguido estabilizarse hasta los 35 o 36. Pero aún se enfrenta al reto de ingerir alimentos.
Desde los médicos, Alba y Giacomo, hasta el capitán; todo el equipo del Open Arms se suma a este pulso a la vida en mitad del mar. Tanto es así que, con los primeros rayos del día, a las seis y media de la mañana, Sam y Sali fueron evacuados en un helicóptero de guardacostas de Malta, respondiendo así a la petición de la ONG española.
El operativo se ha desarrollado con total éxito. Sam y Salí Sanou -madre e hijo- ponían rumbo, esta vez por aire, a tierra firme, donde recibir la atención médica pertinente.
Mientras, el Open Arms, navega al límite de la zona SAR libia, con 311 personas rescatadas a bordo, a la espera de recibir información para un puerto seguro, donde desembarcar.