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Destacar las Migraciones en el Ministerio de Trabajo: ¿da más peso a estas políticas o ve al inmigrante como mera mano de obra?

A través de los nombres de sus ministerios, Pedro Sánchez ha lanzado claros mensajes de intenciones. La llegada de la palabra 'Migraciones' a la cartera de Trabajo ya ha encontrado defensores y detractores en el seno de las ONG y expertos en la materia. Algunas voces defendían la creación de un ministerio propio, otras cuestionan la relación “economicista” inmigración-empleo, aunque, más allá de la nomenclatura, la creación de una Secretaría de Estado propia da pistas de la dotación de un mayor peso al lado social de las políticas de extranjería.

El nexo entre determinadas políticas migratorias y la cartera de Trabajo no es nuevo. En 2008, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ligó ambos conceptos (trabajo e inmigración) en el primer Ministerio de Trabajo e Inmigración, liderado por Celestino Corbacho y, posteriormente, Valeriano Gómez. Aunque la mención a las migraciones desaparecieron durante el Ejecutivo del Partido Popular, las competencias de acogida e integración humanitaria de refugiados e inmigrantes se han mantenido hasta el momento.

Su relevancia sí cayó. Con la llegada de Rajoy al Gobierno, la Secretaría de Estado de Inmigración se desvanece del Ministerio de Empleo, empujando las políticas migratorias a una Secretaría General de Inmigración y Emigración, con un rango menor, lo que se ha traducido en un “perfil bajo” del lado social de la gestión de extranjería y asilo, como han reconocido a eldiario.es fuentes del Ejecutivo saliente.

Este lunes, el Boletín Oficial del Estado confirmaba la recuperación de una Secretaría de Estado dedicada a la gestión de las políticas migratorias como uno de los órganos superiores del Ministerio. Según el BOE, se encargará del “desarrollo de la política del Gobierno en materia de extranjería, inmigración y emigración”.

Los diferentes colores que han pasado por La Moncloa no rompieron nunca con la importancia otorgada a Interior en materia migratoria. De ella ha dependido hasta el momento la gestión de fronteras, los Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE) –bajo la responsabilidad de la Policía Nacional o la Guardia Civil– o la Oficina de Asilo y Refugio, que toma las decisiones sobre las demandas de protección internacional. Un enfoque, según las ONG consultadas, en el que prima una perspectiva policial bajo el paraguas de la “seguridad”, sobre la salvaguarda de los derechos humanos de las personas migrantes.

Un posible mayor peso del lado social frente al policial

“Siempre ha exigido cierta pelea entre la sensibilidad más social y la más policial. Con la decisión de Sánchez, parece haber una voluntad de dar más peso a las políticas de integración social”, analiza Francisco Solans, letrado de Extranjería exvocal de la Fundación Abogacía Española. “Aunque siempre ha persistido una resistencia tradicional a este enfoque por parte de Interior bajo la excusa de la seguridad”, añade.

“Es una buena noticia que, de nuevo, tenga la consideración de Secretaría de Estado. Haber rescatado el nombre 'Migraciones', además, aporta una visión amplia, contemplando cualquier movimiento humano”, valora Estrella Galán, secretaria general de CEAR, una de las ONG encargadas de la acogida de refugiados.

“Le da una responsabilidad más alta y hay más posibilidades de influir en la agenda política. Significa que el Gobierno tendrá mucho más en cuenta la realidad del Asilo y Refugio”, indica. Lo mismo sostienen varios letrados expertos en Extranjería contactados por eldiario.es pero, matizan, se trata de un “buen paso” pero con cierto toque agridulce.

Críticas: “No vemos personas, solo manos”

Aunque no es nuevo, su mantenimiento en Trabajo ha despertado críticas entre la sociedad civil especializada en migración. “Se vincula al trabajo, lo que supone una visión utilitarista de las migraciones. Nos hubiese gustado que dependiera de Igualdad, llevándolo a un concepto de Igualdad más amplio, o a Asuntos Sociales”, apunta Galán, que añade que, en todo caso, mantiene sus expectativas con los cambios.

“Desde hace tiempo se ha vinculado las migraciones al tema del empleo, lo cual restringe los movimientos migratorios al trabajo. No buscamos personas migrantes sino trabajadores. Hay que alertarse ante un mensaje utilitarista de la migración porque, aunque aportan mucho desde el punto vista económico, también nos hacen más grandes por sus valores”, sostiene la letrada experta en Extranjería, Patricia Fernández de Coordinadora de Barrios.

Javier de Lucas, catedrático de Filosofía del Derecho, especializado en inmigración, alerta sobre la posibilidad de que la relación trabajo-migración se materialice en “una gestión al modelo Corbacho”. Durante el mandato del primer ministro socialista de Inmigración, sostiene, “las migraciones se tomaron desde un concepto puramente instrumental”. El inmigrante, apunta, era tratado como mera “mano de obra necesaria mientras la requieran”.

La defensora de derechos humanos Helena Maleno defiende la misma perspectiva. “Es un discurso economicista, que también es racista. Otra vez, los migrantes no son personas, son manos a las que no queremos ver. Solo queremos que nos trabajen y si nos trabajan en condiciones de explotación, mucho mejor”, ha lamentado la investigadora sobre migraciones Helena Maleno sobre el Ministerio de Trabajo y Migraciones.

¿Y un Ministerio de Migraciones?

Debido a los distintos Ministerios por los que se expanden los vértices de la política migratoria, desde las ONG y movimientos sociales, ansiaban una cartera propia o un Alto Comisionado, como el anunciado por Sánchez sobre pobreza infantil. “Al menos hay una Secretaría de Estado, pero desde hace tiempo se exige un organismo específico, con competencias transversales”, señala.

“Era necesaria la creación de una Agencia o Alto Comisionado que se encargue de todo lo relativo a las personas en movimiento, que contemplase el asilo, sin que siga dependiendo de Interior, con todo lo que ello significa”, concluye Patricia Fernández.

Desde SOS Racismo Madrid, su presidenta, Paula Guerra, recuerda la necesidad de “contar con la voz y la opinión de las personas migrantes organizadas”. Aunque opta un ministerio que englobe todas las políticas de Extranjería, destaca que, sea cual sea la institución donde se gesten “si no está presente la comunidad migrante, las medidas serán creadas por personas que desconocen la realidad que vivimos”.