Siempre ha habido pobres y ¿siempre los habrá?

Jonás Candalija

EAPN España —

La pobreza no es un fenómeno natural; es una vulneración de los derechos básicos de las personas. Esta afirmación, tan simple, encierra muchas de las razones que determinan el enfoque que tienen los medios de comunicación sobre la pobreza y la exclusión social. Una persona no viene al mundo ‘con la pobreza bajo el brazo’, si no que nace y crece en un contexto de pobreza que determina su vida y la de su comunidad.

La teoría de los marcos de referencia de Lakoff explica cómo interpretamos la realidad a partir de marcos conceptuales que tenemos en nuestra mente, incluso inconscientemente. Cuando nos llega una información que no encaja en nuestro marco mental la desechamos rápidamente. Esta teoría se manifiesta habitualmente en las informaciones sobre pobreza y exclusión social. Estamos acostumbrados a verlas y analizarlas desde una perspectiva ‘fatalista’, que exime de responsabilidades a sus culpables, y ante las que poco podemos hacer salvo compadecernos y mirar para otro lado. Cuando hablamos de pobreza y exclusión social resulta imprescindible contextualizar el fenómeno y no transmitirlo como una realidad aislada de personas que viven al margen de la sociedad. Son personas que están a nuestro lado pero a las que dejamos de lado mediante decisiones políticas y económicas. Claro, conciso, correcto.

El periodismo corre el riesgo de tratar la pobreza como una noticia aislada, puntual y descontextualizada, siempre referente a una realidad inevitable y situando el foco informativo sobre el drama y el estereotipo, a veces con la excusa de ‘la denuncia’ o de ‘sacar a la luz un problema’ y pasando por encima del derecho a la intimidad y el honor de las personas afectadas. ‘Siempre ha habido pobres y siempre los habrá’ ¿Cuántas veces hemos oído esto? Los medios de comunicación no pueden ser cómplices de la perpetuidad de estereotipos adquiridos. Tienen que ser rigurosos para ser creíbles y una buena prueba de fuego es el enfoque que escogen a la hora de informar sobre realidades ‘sensibles’. La pobreza y la exclusión social son realidades complejas de analizar, por lo que representan una buena vara de medir la calidad de los medios informativos.

En este sentido, mucho se ha hablado sobre la ‘invisibilidad’ de la pobreza en los medios de comunicación. La invisibilidad no se refiere únicamente a su falta de espacio en las agendas, sino a la carencia de información sobre sus profundas causas y consecuencias, que son silenciadas con el fin último de no cuestionar la responsabilidad que tienen sus responsables políticos y económicos. En un proceso maquiavélico del capitalismo, la pobreza tiene víctimas y verdugos. Mientras los medios apuntan siempre hacia las víctimas, ya sea desde un enfoque paternalista, ya sea desde una perspectiva ‘culpabilizadora’ de su situación, la pobreza y la exclusión social se extienden como una mancha de aceite que cada vez toca a más personas, sobre todo en países como España, que no cuentan con mecanismos de protección social consolidados y fuertes.

En resumen, la pobreza no es un fenómeno anecdótico, es un problema estructural y como tal debe ser tratado en los medios de comunicación. No es un hecho coyuntural surgido de la crisis económica y financiera. Es una consecuencia de decisiones políticas y económicas de un sistema desigual, injusto e insolidario, que determinan el presente y el futuro de millones de personas en todo el mundo.