- MÁS INFORMACIÓN | Especial Sudán del Sur en eldiario.es
Sudán del Sur era objetivo para los planes de negocio de la petrolera “opaca” en la que, según cuenta El Confidencial, participaba el presidente del grupo Prisa Juan Luis Cebrián. Los planes de negocio se frustraron por la inseguridad que alcanzó el conflicto armado del país, sumergido ahora en un proceso de paz que camina a paso lento. El proyecto de Star Petroleum fue muy criticado por la ONG Global Witness, precisamente por la “opacidad” derivada de su asentamiento en paraísos fiscales y el efecto que podía tener en un Estado recién creado, débil y en un territorio en conflicto.
Las reservas de petróleo de Sudán del Sur, las terceras más grandes de África Subsahariana, son un factor clave para comprender los conflictos que llevan asfixiando a su población durante décadas. El 90% de los ingresos del Estado provenía de la extracción de crudo antes del estallido de la última guerra civil. Con el bloqueo de los pozos por los combates y las tensiones con su vecino Sudán (del que se independizó en 2011), surgió una profunda crisis económica que ha disparado los precios de los productos básicos y ha dejado al país al borde de la hambruna.
El estallido del último conflicto se precipitó en diciembre de 2013 por las rivalidades políticas entre el presidente, Salva Kiir, y el entonces vicepresidente del Gobierno, Kier Machar. La destitución de Machar aceleró el surgimiento de la guerra civil y la pertenencia de ambos líderes a dos etnias con grandes tensiones históricas (dinka y nuer) potenció aún más las matanzas entre unos y otros grupos, esas que nunca habían llegado a desaparecer durante la corta época de paz del país más joven del mundo.
Tras repetidas treguas fracasadas y negociaciones fallidas, en agosto de 2015 se logró la firma de un acuerdo de paz cuyo cese al fuego ha sido violado en repetidas ocasiones, según la ONG Oxfam. Aunque este martes se ha producido un paso fundamental en el proceso de transición: el entonces vicepresidente y actual líder de los rebeldes, Riek Machar, ha regresado a la capital para reincorporarse a su puesto y formar el Gobierno de unidad comprometido tras el cese al fuego. Machar había huído del país en diciembre de 2013 tras la disputa política que empujó el conflicto.
Más allá de las rivalidades políticas y de las tensiones históricas entre los dos clanes mayoritarios, aparece el petróleo en todo este puzzle de factores interconectados. Los principales combates se han producido en los estados petrolíferos del Alto Nilo y de Unidad. La mayoría de los pozos han sido bloqueados por los ataques de uno u otro bando, lo que limita la extracción de un recurso fundamental para el desarrollo del país.
Las consecuencias sobre sus ciudadanos son notables: el país está al borde de la hambruna y las matanzas han afectado sobre todo a la población civil. Al menos 2,8 millones de personas luchan por conseguir suficiente comida y 2,3 millones se han visto obligadas a huir de sus casas, según Oxfam. El Programa Mundial de Alimentos advirtió a principios de abril de la gravedad de “una crisis alimentaria sin precedentes”. Cerca del 25% de la población total del Sudán del Sur necesita urgentemente asistencia alimentaria, según los datos de la ONU. Al menos 400.000 personas están “al borde de la catástrofe”.
Como telón de fondo, la población aún sufre las consecuencias de las dos guerras civiles que enfrentaron al norte con el sur y culminaron con la independencia del país más joven del mundo. La segunda se alargó desde 1983 hasta 2005 y finalizó con un acuerdo de paz que, en la práctica, no solucionó los asuntos espinosos existentes entre las dos partes enfrentadas, como la división fronteriza y, otra vez, el reparto del petróleo.
Tras la independencia de Sudán del Sur, el nuevo país se quedó con el 75% de las reservas de la totalidad del antiguo territorio Sudán. Sin embargo, los oleoductos para exportar el petróleo y las refinerías se sitúan en el Norte -en el actual Sudán-. Una zona depende de la otra, pero las tensiones entre ambos estados complican la actividad.
Jartum impuso unas tarifas al transporte del “oro líquido” muy superiores a lo acordado en el tratado de paz, un hecho que provocó el bloqueo por parte de Sudán del Sur de la extracción de crudo para exportar. El Gobierno de Juba anunció la decisión de “cerrar la producción” para impedir el transporte de petróleo a los mercados internacionales y la expropiación“ de su petróleo por parte de Sudán.
Hace cuatro años la población de Sudán del Sur estallaba en felicidad tras decidir en las urnas la ansiada independencia del norte. Con dos guerras civiles contra Sudán a sus espaldas y un periodo de aparente tranquilidad marcada por las batallas tribales, la libertad no trajo lo esperado. Ahora, con el compromiso de los líderes rivales de formar un gobierno de unidad, buena parte de los sursudaneses, que prácticamente no han conocido la paz, desconfía del proceso tras repetidas esperanzas truncadas.